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El Rastro De Los Dioses.


Enviado por   •  12 de Julio de 2015  •  2.557 Palabras (11 Páginas)  •  462 Visitas

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INTRODUCCION.

Al haber leído este material del Autor; Edgar Liñán Ávila que tiene por nombre El Rastro de los Dioses. Es sin lugar a dudas un maravilloso ejemplo del bello escenario que es nuestro BCS. , es un caminar por la historia, es adentrarnos a la misma tierra, tan hermosa e inhóspita, a los ojos del Autor es como ver una película de esas muy antiguas, donde los bellos mosaicos hacen alarde de una muy singular belleza, un lugar que fue el punto de reunión de algunas de las grandes civilizaciones las cuales nos dejaron un legado de esta gran conquista.

A palabras del Maestro Rogelio; de las palabras de Ángela Mastretta “La vida después de la muerte, está en manos de quienes nos recuerdan”. Es un recordatorio de que” Nada es para siempre “. Claro sino tenemos memoria de lo que significa nuestro mismo caminar por la vida. Esta fue una forma de que la gente antigua dejo su huella, ahora nos toca a nosotros conservarla.

Aunque yo no nací en este bello estado, pero gracias a esta lectura, a las aventuras de la gente que nos dejan este tipo de legado, puedo apreciar la admirable información que nos hacen con más ganas saber del origen mismo de nuestro BCS, y me uno a los grandes como el Autor Fernando Jordán del Otro México., así en este libro de un viaje a las pinturas rupestres de Baja California Sur….

Conozcamos algo del Autor.

Edgar Liñán Ávila es profesor de literatura y periodismo de la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la Universidad Nacional Autónoma de México. Es autor de los libros El poder y lo efímero, Realidad y artificio: un itinerario de la novela realista hispanoamericana del siglo XIX; Géneros periodísticos: interpretaciones de la realidad. Además, ha sido colaborador en distintas publicaciones periódicas como El Nacional, El Financiero y El Universal, entre otras.

El rastro de los dioses relata la experiencia personal del autor en un viaje a la Sierra de San Francisco en Baja California Sur, México, para conocer las pinturas rupestres de la zona. El libro reúne crónica, ensayo, investigación documental e incluso creación literaria. Estas expresiones en la roca, singulares y misteriosas, han sido el motivo que ha alentado una entusiasmada reflexión acerca de su origen y sentido”

Las pinturas rupestres de la sierra de San Francisco fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1993.

CULTURA EN GENERAL:

En la región norte del estado de Baja California Sur se encuentra la sierra de San Francisco, sitio donde está uno de los núcleos de pinturas rupestres que abundan por toda esta zona.

Es aquí donde, con relativa facilidad, se puede disfrutar de una gran variedad de murales rupestres que aún se mantienen en muy buenas condiciones. El interés de una visita a tan alejado lugar no estriba solamente en el aspecto cultural e histórico de estas magníficas representaciones tan antiguas, sino también en sumergirse en un territorio cuyo paisaje y vida parecen tan inhóspitos como pacíficamente bellos.

San Francisco de la Sierra está a 37 km de la carretera número uno de Baja California y a 80 km del pueblo de San Ignacio. Ahí se encuentran el recientemente inaugurado Museo Local de San Ignacio y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), donde se otorgan los permisos necesarios para visitar la sierra de San Francisco y se organizan los preparativos para conseguir el guía y los animales necesarios para visitar la región. El museo, del cual obtuvo la mayor parte de la información para este reportaje, es la culminación de un trabajo que se ha venido desarrollado durante varios años, sobre los murales rupestres y las vidas de sus ejecutores. En él se exhiben varias fotografías de pinturas y del área, y se ofrece la información más reciente de los proyectos arqueológicos que se están llevando a cabo hoy en día. También contiene una representación tridimensional, a escala, de uno de los murales de la sierra, por medio de la cual es posible visualizar la apariencia original de las pinturas durante la vida de sus autores. Es recomendable visitar este museo para comprender mejor la zona antes de emprender el viaje.

Partiendo de San Ignacio con el permiso necesario, se recomienda usar un vehículo propio ya que no hay transporte público hacia San Francisco, y contratar uno particular puede resulta bastante costoso. El camino a San Francisco no está pavimentado y suele estar en condiciones difíciles después de las lluvias, así que es recomendable utilizar un coche adecuado para este tipo de terrenos.

Después de esta información general ahora solo me imagino viajando en un carro hacia esos bellos lugares y conocer una por una a los ojos del Autor toda la grandeza que la gente que habito antes de nosotros esta tierras tuvieron la valentía de llegar desde grandes distancias a esta tierra tan cautivadora como amenazante..

Como narra el Autor, extraña, prodigiosa, la región de las sierras sudcalifornianas tiene como parte de sí misma a estas figuras, aun mas o tan misteriosas como aquello que las rodea. Dueñas de un enorme poder evocativo, atrae tanto su persistencia como su fragilidad.

Desaparecerán, parece no haber duda para los mismos habitantes de la región que hacen su trabajo de guías. Aún recuerdan que antes, cuando más jóvenes, las pinturas tenían más color, y se podían reconocer con mayor claridad

Si se revisa la historia de la arqueología de la península se encontrara que son abundantes las investigaciones que se han indagado en busca de estos y a mí me llama la atención que el mismo autor Del Otro México fuere quien diere cuenta de una cueva que solo la habían visitado los lugareños y un investigador a finales del siglo XIX., Otros varios investigadores formaron parte de otras investigaciones como el novelista Earle Stanley Gardner, en la Cueva de la Pintada, en los años sesenta.

Otros muchos investigadores como dice el autor y de mucha importancia, han ido conformando en mayor o menor medida el proceso minucioso y constante de descubrimiento de un pasado, que por el mismo ambiente de la península, parece firme y frágil a la vez. La arqueología comprende otra historia. Hecha de manera diferente, hermana de la investigación policiaca. Donde los seres comunes vemos pedazos o trozos, la arqueología ve movimiento, cuerpos, vida dejada atrás, refulgente y animada en su momento. La misma que, a pesar de todo, persiste con una existencia distinta.

Digo yo, WOW, el autor sí que vivió esto mejor que unas buenas vacaciones, si que disfruto cada uno de los elementos que integran su libro, quisiéramos muchos, incluso los originarios de este bello estado, tener este tipo de oportunidades para conocer cada uno de los lugares que marca el autor con gran entusiasmo.

Pienso que para tener este tipo de aventuras como el autor mismo refiere se necesita ir preparado más si es a pie, o a caballo o mula. La resistencia es parte de ello, dormir a la intemperie viendo el techo del cielo comúnmente estrellado característico de la península, así como los desgarradores atardeceres de tonos rojizos, amanece directo, vivo, caliente ya…. Ir directamente hacia las pinturas guiados por lugareños caminando entre arroyos, a veces caminando cuestas, (San Ignacio), llegar a esta cueva, para el autor pudo haber sido una experiencia única, al ver que en la cueva tiene formas claramente humanas y de animales, donde predomina el color rojo y el negro. Se distribuyen en alrededor de 15 metros, unas casi en el techo.

Tan pequeñas algunas, como un dedo y otras enormes. Tres personas juntas gigantes, con las manos y los bazos abiertos y algo en la cabeza, la simbología se esfuma, piensa el autor como sus acompañantes que se trata de hombres y mujeres brujos, chamanes, sintetizan a otros, a todos, frente al animal, tan claro. Venados, peces, felinos, aves, fauna, lo que vive y se mueve con libertad sobre la piedra.

Todo este tipo de imágenes o simbología usados en las pinturas considero que no se trata de solo eso (imágenes) a mi entendimiento como diría el autor representa nuestro mundo, nuestro entorno.

Estas pinturas rupestres según data las investigaciones. (Información extra)

LAS PINTURAS RUPESTRES DE SAN IGNACIO.

Por medio de varios análisis de los hallazgos, incluyendo el pigmento de las pinturas, se estima que la zona fue habitada desde hace 10,000 años y que la costumbre de pintar en la roca comenzó hace 4,000 años y continuó hasta 1650, fecha en que se terminó por la llegada de misioneros españoles. Resulta sumamente interesante que el estilo de la pintura no haya sufrido grandes cambios en tan largo tiempo.

El autor deja marcada en cada página de este libro no nada más sus aventuras frente a una pintura o hasta la forma de llegar a ella. Habla también de esas personas que las llegaron a acompañar de esos lugareños que se identifican por su cordialidad y el fuerte círculo familiar característico de este estado, la cordialidad que se dispensa a los ajenos y el afecto con el que se reciben a los familiares, habla de una cultura que aprecia la ayuda, el obsequio, es el ejemplo de Don Antonio, cercano a los ochenta años, y a su esposa, también una mujer mayor, de pasos lentos y fuertes, representa a esas personas longevas.

La vida de San Francisco de la Sierra cambio a partir de la llegada regular de las personas de fuera. San Francisco depende, en gran medida, de quienes bajan a la cañada de Santa Teresa. El INAH, los nombro a ellos, a quienes han conocido desde siempre los lugares de las pinturas, como los encargados oficiales de cuidarlas y conducir a los visitantes hasta donde se encuentran.

Desde las alturas, vista por el ojo minucioso del satélite la sierra de San Francisco luce como una marca en la piel de la tierra alargada. Un acento, un cambio de color en la forma inusitada de la península que se desprendió del grueso del continente hace millones de años.

La cañada es una enorme herida, la tierra abierta por los sacudimientos sísmicos hicieron estos abismos profundos de cientos de metros de profundidad. Visiones de la altura enorme que hacia abajo, por la pendiente precipitada, lo llevan a uno y lo sumergen a través de la vegetación defensiva que poco a poco se deja penetrar para llegar a otro tipo de plantas. Por ahí donde corren los arroyos, hay arbustos, helechos, palmas y arboles copiosos….

Divulgaciones recientes admiten que gran parte de las figuras pintadas en la piedra correspondían a visiones que se obtuvieron en rituales chamanicos. Los sitios donde se encuentran las imágenes eran lugares donde se realizaban ceremonias religiosas, ahí, a través de la ritualidad que comprendía la ingestión de enteogenos (hongos) del grupo de los zetas u hongos venenosos, se abría, también la puerta, hacia una realidad distinta o hacia otra zona de la misma. Durante muchos años se explicaron las pinturas de una manera pragmática, se habló que aquello que estaba representado en la roca mostraba ritos de cacería. Que quienes iban a cazar veían señalado el acto con anterioridad para que su realización fuere posible….

La cueva de los Músicos un grupo de figuras extrañas donde se combina lo animal con lo antropomórfico. El conjunto es homogéneo y tiene encima una cuadricula, una red blanca que hace a la composición aún más misteriosa.

No hay silencio, un sonido profundo parte el aire, cae la belleza brutal. El fuego cautivado, rígido el animal horadado por la flecha, lejos de las ciudades el mundo rehúsa en su opacidad otras certezas…….

Tal es la variable imprescindible, lo que sostiene y le da estructura al conjunto no es visible y está ahí, esta, estuvo, estará mientras duren los trazos, mientras esas formas se mantengan presentes.

Los temas que comprende la investigación arqueológica y antropológica de la península son amplios y variados, de manera particular los relacionados con el arte rupestre. Desde las primeras clasificaciones que se llevaron a cabo en el siglo XIX, hasta la indagación acerca de la posible idea que sustento intencional o directamente a los murales, larga es la lista de estudios, esfuerzos de mérito, por conocerlas mejor. Se ha buscado la simbología de las figuras relacionadas con los ciclos y las temporadas de fertilidad. También con su disposición y la exigencia de un determinado comportamiento visual para observarlas, y el sentido de las figuras abstractas representadas en la piedra de manera común y abundante.

El área donde las búsquedas aún son escasas, es aquella que mostraría la relación de las pinturas rupestres con el movimiento del cielo nocturno y con los periodos de mayor o menor duración de la luz solar, así como de la iluminación natural de lo pintado. Hasta hoy no cabe duda que con el empleo de la tecnología, los estudios sobre las pinturas rupestres de Baja California ampliaran su espectro de manera organizada, profesional.

Son muchos los sitios con pinturas rupestres, sus nombres se deben al lugar donde se encuentran. Nacieron de los habitantes. Son nombres que llevan en si el entorno y el espíritu de la región. Su sabor y parte de su vida.

Entre los más conocidos mencionamos: La Puerta, La Cuevona, Los Venados, Las Calabazas, Los Pi cachitos, El Salto, Los Músicos, El Cacarizo, etc.

El hombre como centro, imagen y semejanza de un Dios antropomorfo, se ha ido desvaneciendo. El privilegio de la razón, la facultad de escindir, pormenorizar, por apropiarse, por derivar, soñar con un absoluto interminable, por el que el ser humano viajaría como rey, señor de las galaxias, es hoy, también un naufragio.

Desde otra perspectiva, lo manifestado en la piedra no ha concluido, porque es inconcluible, nada concluye, no tiene fin ni principio, no presenta realidad especifica, lo que habla es un dialogo entre lo ausente y lo presente, como uno es un accionar visible de algo que sucede sin termino, pero cuyo sentido está entre lo que vemos y lo que ya no vemos y que las mismas imágenes permiten reconocer, vislumbrar como un resplandor en lo oscuro….

Hasta aquí con este formidable paseo por un magnífico libro donde se enmarca la gran belleza de un estado rico en cultura, nuestro Baja California Sur.

Conclusión:

Mas que una conclusión es un agradecimiento a las personas que como el autor tuvieron a bien regalarnos este libro que más bien es una joya que forma parte de la literatura de Baja California Sur. Sinónimo de belleza, es la representación de las imágenes de la gran cantidad de pinturas rupestres que van desde San Francisco, hasta Loreto y que gracias a su narración los que hemos leído este libro nos hace apreciar la belleza, las costumbres y nos hace soñar y querer aventurarnos sobre cada rincón, paraje, arroyo, hasta llegar a los sitios donde se encuentran las pinturas.

También nos invita a darnos cuenta de que vivimos en un hermoso lugar lleno de bellezas que muchos de nosotros ni siquiera imaginamos, y nos invita a querer conocer personalmente cada uno de estos rincones y no solo verlos por medios de fotografías o libros.

También nos brinda información importante de este bello lugar donde vivimos para no esperar a que alguien nos cuente y por supuesto tener que contar.

Bibliografía:

Álvarez de Williams, Anita, Primeros pobladores de Baja California, Mexicali, Conaculta-INAH, 2004.

BARCO, Miguel del. Historia natural y crónica de la antigua California, México, UNAM, 1973.

CAMBELL, Federico. Transpeninsular, México. Suma de lecturas, 2005.

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