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El pais de Puerto Rico en el imperio español: el regimen administrativo


Enviado por   •  28 de Febrero de 2016  •  Ensayos  •  747 Palabras (3 Páginas)  •  397 Visitas

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Puerto Rico en el Imperio Español: el régimen administrativo

     En este ensayo se demostrará como fue el régimen administrativo de Puerto Rico bajo el Imperio español. ¿Cómo podemos denominar Imperio Español? ¿Cómo administraba España sus posesiones americanas? ¿Cómo se desarrolló el sistema administrativo? ¿Cómo adaptaban los monarcas el régimen administrativo?

     Se denomina Imperio español al conjunto de territorios de España o de las dinastías reinantes en España. Para administrar sus posesiones americanas, la corona española, estableció una jerarquía de gobierno centrada en España. La autoridad fluía desde la monarquía hasta los altos funcionarios que radicaban en las capitales del Imperio. El sistema administrativo se desarrollo gradualmente. Según las conquista expandían el ámbito geográfico del Imperio, los monarcas adaptaban el régimen administrativo a las necesidades del momento.

     Ya mostramos como los Reyes Católicos tuvieron la oportunidad de crear instituciones para el gobierno de las Antillas. El nieto de los Reyes, Carlos I, le toco completar la obra de sus abuelos en materia de administración imperial. La estructura administrativa del Imperio era una extensión de la corona de Castilla. El soberano ocupaba la cúspide de la pirámide. En teoría, pues, el imperio estaba solidd

     El régimen monárquico de toda Europa durante los primeros siglos del Imperio estaba dominado por prácticas absolutistas que no incorporaban la separación de poderes gubernamentales, sino que todas las funciones públicas, incluyendo las legislativas y judiciales, estaban organizadas de forma piramidal con el rey en la cumbre como autoridad suprema. La estructura administrativa autoritaria que desarrolló el Imperio español en América fue institucionalmente compleja y capaz de adaptarse a las diversas coyunturas que surgían con el correr del tiempo. En ocasiones se adoptaron reformas administrativas que adecuaban las políticas gubernamentales a nuevos tiempos y experiencias. Un ejemplo fue la redistribución territorial bajo las intendencias creadas en el siglo XVIII, y las renovadas políticas de desarrollo económico impulsadas por la dinastía ilustrada de los Borbones. No obstante, se mantuvo en todo momento el principio de administrar los territorios de acuerdo a los intereses reales, por lo cual en Puerto Rico nunca hubo un gobernador puertorriqueño ni instituciones políticas y administrativas que limitaran la autoridad real y representaran a la comunidad criolla. La cultura política española, sin embargo, incluía la tradición de respetar ciertos poderes locales que procedían de los fueros medievales (códigos de poderes políticos ancestrales de las comunidades tradicionales), que databan de la época medieval, anterior a la consolidación del poder monárquico.

     La tradición de estos fueros legitimaba la participación política de las comunidades locales y regionales (aunque fue limitada en el caso de América), otorgándole ciertas prerrogativas de poder político a los Cabildos (Gobiernos municipales). La participación de los sectores criollos en los Cabildos del Imperio, aunque limitada ante la pesada ubicuidad de la autoridad monárquica, habría de ser clave para la proliferación de ideas políticas modernas y para el surgimiento de los movimientos de independencia que arroparon al continente a principios del siglo XIX. No obstante la proliferación de ideas democráticas ilustradas (modernas) por cada rincón del Imperio a partir de la Revolución francesa, fomentada en gran parte por los Cabildos, el Estado español mantuvo el poder ejecutivo de sus territorios ultramarinos en manos de funcionarios reales enviados de la metrópolis. El rey estuvo a la cabeza de toda la institucionalidad administrativa, jurídica y política. El consejo de Indias gobernó América por orden real. Para poder controlar y fiscalizar América, la corona creó, a medida que fue necesario, toda una institucionalidad, parte con residencia en España y parte en América. El periodo español nos había legado una infraestructura económica y técnica débil y escasa: pocas carreteras, altos niveles de analfabetismo, pocas escuelas, ninguna universidad y un espacio limitado de participación en las instituciones políticas. Había habido, sin embargo, desarrollos culturales importantes en la literatura, la pintura y la música, junto a un ascendente reclamo de participación política mediante la formación de partidos políticos locales que culminó con la concesión de la Carta Autonómica pocos meses antes de la invasión del ejército estadounidense.

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