El pueblo de los hunos
Kelli98Ensayo11 de Septiembre de 2014
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En el siglo v d.C. el Imperio Romano luchaba por
su supervivencia. Después de más de doscientos años de
crisis social, económica y política había sido dividido por
el emperador Teodosio I para garantizar su futuro, pero
pronto se vería amenazado por un peligro procedente
de más allá de sus fronteras. Los hunos fueron el primer
pueblo de las estepas asiáticas que asoló Europa y
produjo una profunda desestabilización no sólo entre los
romanos, sino también entre las tribus germánicas que
durante siglos habían ocupado el límite septentrional del
Imperio.
El documental Bárbaros: los hunos combina la
recreación del ambiente de las décadas finales del
Imperio Romano de Occidente con las explicaciones de
especialistas internacionales en este momento
histórico para ofrecer a los alumnos una visión
matizada sobre la realidad histórica de los hunos, más
allá de los mitos y los estereotipos que se han
transmitido al público general. En él se presta atención
a la situación de los mundos romano y huno para
ahondar en las diferentes dinámicas por las que
entraron en contacto, que no siempre fueron la guerra,
y mostrar así la complejidad de las décadas previas al
colapso del Imperio occidental.
locura de un solo hombre provocó con su ataque la destrucción de infinitos pueblos, y el capricho de un rey arrogante destruyó en un instante lo que la Naturaleza había tardado tantos siglos en crear». De esta manera recordaba el historiador Jordanes la invasión de Italia por los hunos en el año 451, al mando de un terrible caudillo, Atila, al que el mismo autor veía como «la vara de la furia de Dios».
A principios del siglo V, el pueblo de los hunos era un viejo conocido de los romanos. De origen oscuro, se les relaciona con los xiongnu de las fuentes chinas, probablemente una agrupación de gentes nómadas, organizadas militarmente y sin una clara filiación étnica, que controlaban las rutas de comercio entre Europa y Asia. Sus enterramientos –algunos sobre antiguos kurganes, los túmulos escitas– han sido localizados en las regiones del Altai y en las repúblicas de Kazajistán, Tuvá y Mongolia; en ellos se han hallado característicos cráneos deformados, calderos de bronce, un rico ajuar de los caballos inmolados y puntas de flecha. En el siglo IV los hunos dominaban grandes extensiones entre los ríos Don, Volga y Danubio, y los mares Báltico y Negro, y habían sometido a los germanos, alanos y sármatas que allí vivían. Por ello, los hunos fueron considerados por sus contemporáneos, según recogen fuentes como Amiano Marcelino, Claudiano, Zósimo o Jordanes, como una raza salvaje, voluble, desleal, apasionada por el oro y de extrema crueldad, que comía raíces y carne cruda, vestía con pieles de ratón salvaje o de cabra, y carecía de viviendas y de dioses, aunque eran considerados buenos guerreros.
El poeta y obispo Sidonio Apolinar subraya en su Panegírico a Antemio los rasgos físicos de los hunos, como el alargamiento de su cabeza y la estrechez de sus ojos acostumbrados a abarcar con su vista grandes espacios: «De otra parte, para que los dos orificios nasales no sobresalgan de los pómulos, envuelven la nariz, cuando aún es tierna, en un vendaje para que se adapte al casco: hasta ese punto el amor materno deforma a los niños nacidos para guerrear, de modo que la superficie lisa de las mejillas se prolongue al faltar la interrupción de la nariz. El resto del cuerpo es hermoso en los hombres: tienen pecho amplio, fuertes hombros, vientre compacto».
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