Epistemología de la Historia
liliv19Práctica o problema5 de Junio de 2017
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Unidad 3. Epistemología de la Historia
CATTARUZZA, Alejandro “El Revisionismo: Itinerarios de cuatro décadas”, en Alejandro Cattaruzza y Alejandro Eujanián Políticas de la Historia. Argentina: 1860-1960, Alianza Editorial, Buenos Aires- Madrid, 2003, pp. 143-182.
- Identifique tema, objetivos e hipótesis del autor. Resuma el “estado de la cuestión” que presenta.
El tema que se propone desarrollar el autor es el Revisionismo histórico, quiere volver a poner en discusión algunos argumentos de tal historiografía.
El autor propone, basándose en la opinión que Borges tenía acerca del revisionismo: que “hacia 1922 nadie lo presentía”, reconsiderar las opiniones sobre los orígenes de la corriente y la relación con los modos diferentes de concebir el problema general del revisionismo.
Varios sentidos se han otorgado a este término, es decir, que el revisionismo tuvo varias interpretaciones:
- Para Halperin Donghi se trató de una empresa historiográfica y política, cuyos primeros momentos pueden ubicarse a partir de 1930.
- Según Diana Quattrocchi lo vincula a la instalación del debate sobre Rosas en la sociedad argentina, que se ubica en la época de la llegada del radicalismo al gobierno, en los años treinta, que terminaría constituyendo una contrahistoria.
- De acuerdo con Carlos Rama se trató de un fenómeno latinoamericano, fue resultado de un enfoque nacionalista al estudio del pasado.
- Hacia 1974 Ángel Rama lo interpreta como una de las “expresiones de las subculturas dominadas”.
- Leonardo Paso, historiador oficial del Partido Comunista argentino, sostenía que el revisionismo rosista era una “gran expresión de nuestra oligarquía ganadora y latifundista”.
- Rómulo Carbia, lo concebía como una revisión de nuestro pasado con aplicación de rigurosos métodos. La veía en disputa con una historiografía poblada de “héroes de discutible autenticidad”.
Luego, Cataruzza expresa que no va a esbozar una “definición” de revisionismo, pero sí que lo considera como un grupo de intelectuales que procuró intervenir en la amplia zona de encuentro entre el mundo cultural, incluyendo en él instituciones historiográficas, y la política. En este intento, el revisionismo se dio herramientas muy similares a las construidas, ya desde el Centenario y con mayor claridad desde los primeros años de posguerra, por otros grupos culturales y asociaciones historiográficas: creó una institución reconocible y una revista, contó con editoriales vinculadas, celebró reuniones y conferencias, tomó posición ante decisiones de las autoridades. Sus elencos podían variar y las posiciones adoptadas no eran siempre uniformes, pero en conjunto fueron reconocidos como un agrupamiento por los demás actores de los campos que participaban.
Como vemos, varios sentidos se han otorgado al término, se añade la pregunta de qué es aquello que distingue una versión revisionista del pasado argentino de una que no lo es.
La hipótesis que plantea el autor es que la exaltación de los gobiernos de Rosas no basta para distinguir a una visión revisionista del pasado argentino de una que no lo es. Dado que a lo largo de los años 60 los hombres de la “izquierda nacional”, que se autoproclamaban miembros del revisionismo socialista, que Halperin Donghi denominaba neorrevisionistas, quienes tendían a preferir a los caudillos del interior. El revisionismo que en 1969 Borges decía no haber previsto era el que, en la segunda mitad de la década de 1930, salió a buscar su lugar como grupo en el mundo cultural argentino.
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