FORMA DE GOBIERNO
Enviado por victorgaytan11 • 15 de Marzo de 2015 • 6.148 Palabras (25 Páginas) • 314 Visitas
CAPÍTULO VI
LA FORMA DE GOBIERNO
(República, democracia, representación.)
Sl'M.\RIO
29.-La república. 30.-La democracia. 31.-Restricción del sufragio; principio
mayoritario. 32.-Régimcn representativo. 33.-EI desprestigio de la
democracia.
. 29.-Según el artículo 40 de la Constitución, nuestra forma de gobierno
es la de una república representativa, democrática y federal.
En el presente capítulo estudiaremos, por una parte, el concepto
de república, y, por la otra, los íntimamente conexos de democracia
y representación.
El término "república" ha tenido a través de los tiempos las denotaciones
más disímbolas, desde la muy general que engendró en
Roma su etimología ("cosa pública") hasta la particular y más concreta
que le dio Maquiavelo, al oponer conceptualmente la república
a la monarquía. Consideramos que en este último sentido emplea el
vocablo nuestra Constitución. A partir de la independencia hasta el
triunfo definitivo de la República, varias veces se sostuvo dentro de
la ley (Plan de Iguala, Tratados de Córdova, Imperio de Iturbide),
en el campo de la polémica (Gutiérrez de Estrada y el periódico El
Tiempo) y por medio de las armas GImperio de Maximiliano) , el
~rincipio monárquico. En la posición contraria, el partido liberal hizo
fIgurar siempre como elemento esencial de su programa la forma republicana
de gobierno. La acepción que entonces se le dio a la pala?
ra "república" es la que le corresponde cuando a la hora del triunfo
Ingresó en el texto constitucional. Para nuestro estudio interesa exclusivamente,
por lo tanto, deslindar el concepto de república en relación
con el de monarquía.
Republicano es el gobierno en el que la jefatura del Estado no es
vitalicia, sino de renovación periódica, para la cual se consulta la voIUntad
popular. El régimen republicano se opone al monárquico por
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96 DERECHO cO:'\~lTn!CION¡\1. :\IEXICANO
cuanto en éste el Jefe del Estado permanece vitaliciarnente en su encargo
y lo transmite, por muerte o abdicación, mediante sucesión
dinástica, al miembro de la familia a quien corresponda según la ley
o la costumbre. Síguese de lo expuesto que, mientras en el régimen
republicano debe atenderse para la designación a la aptitud del designado,
en el régimen monárquico es la circunstancia fortuita del nacímiento
lo que otorga la titularidad de jefe del Estado.
Es precisa y únicamente en el jefe del Estado ("presidente" en la
república; "rey", "emperador", en la monarquía) donde ocurren las
notas características de la república o de la monarquía. En los titulares
de los demás poderes puede haber en ciertos casos origen hereditario
(por ejemplo, en el Senado o Cámara Alta de algunos países)
o bien duración vitalicia en el cargo (por ejemplo, entre nosotros, los
ministros de la Suprema Corte), sin que por ello se menoscabe la
calidad de republicano de que inviste al régimen el solo hecho de la
renovación periódica, mediante consulta al pueblo, del jefe del Estado.
La doble posibilidad que ofrece el sistema republicano, de seleccionar
al más apto para el cargo supremo y de que en la selección intervenga
la voluntad popular, es lo que vincula estrechamente a dicho
sistema con la democracia, en grado tal que con frecuencia se mezclan
y confunden sus conceptos en la moderna teoría del Estado. Sin
embargo, la monarquía es compatible con la democracia y con el régimen
constitucional, como acontece en las modernas monarquías europeas.
donde los titulares efectivos del gobierno emanan de la designación
popular y cuyas facultades, por otra Parte, están constitucionalmente
limitadas, al igual que las del monarca. De aquí que monarquía Y
absolutismo. conceptos afines en otro tiempo, hayan dejado de serlo desde
que, a partir del siglo pasado. los reyes hubieron de aceptar, como
otorgadas o como recibidas, las Cartas Constitucionales. Con todo, las
monarquías van desapareciendo del escenario contemporáneo. Supervivencia
histórica en los países de vieja tradición dinástica, allí mismo son
desplazadas por la república. que es de mejor esencia democrática. En
las nacionalidades nuevas, nacidas al abrigo de los ideales modernos, la
monarquía no pasó nunca de planta exótica; así lo demostraron en
América el trono del Brasil y los dos ensayos trágicos de México.
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