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Enviado por   •  1 de Octubre de 2013  •  2.285 Palabras (10 Páginas)  •  399 Visitas

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Las culturas de América del Norte

Máscara del cisne y la ballena blanca. Cultura Inuit (Estados Unidos/Canadá)

Época: América

Inicio: Año 3000 A. C.

Fin: Año 1500

(C) ARTEHISTORIA

Comentario

El final del Pleistoceno hacia el 8000 a.C. y las profundas transformaciones ambientales que ocurrieron, dejaron en América del Norte un amplio mosaico de nichos ecológicos a los que el hombre respondió con otras tantas posibilidades adaptativas. En esta ocasión, debido seguramente a la inmensidad del territorio a analizar, y a una gama superior de posibilidades ecológicas, la región no constituye un Área Cultural -como en el caso de Mesoamérica, el Área Andina o el Área Intermedia- ni será analizada de manera conjunta como Centroamérica, ya que las respuestas constatadas fueron muy variadas, dando lugar a desarrollos y adaptaciones muy diferentes. Los antropólogos han definido un total de diez Áreas Culturales -aunque existen diferencias entre ellos-, algunas de las cuales fueron a su vez subdivididas en función de la conjunción de ciertos rasgos específicos de importancia. Atenderemos en esta explicación a las siguientes áreas: Ártico y Subártico; los bosques orientales; las grandes llanuras; Gran Cuenca y Meseta; la Costa Noroeste y, por último, California y el Suroeste.

Las áreas Ártico y Subártico comprenden pueblos y culturas diversas.

Las comunidades que poblaron, supuestamente a partir del 40.000 a.C., esta región, la emplazada más al norte del continente americano, desarrollaron sistemas de vida muy variados, relacionados con la diversidad ecológica y la explotación de sus territorios. En sitios costeros durante la primavera y el verano fueron cazadas focas, ballenas y morsas, las cuales constituyeron su sistema básico de alimentación, aunque en invierno se dedicaron a la caza del caribú y el buey almizclero, utilizando para ello el arco y las flechas. Las Tradiciones Norton, Dorset y Thule se adscriben a este sistema de subsistencia.

Desde un punto de vista tecnológico, tuvo lugar una muy especializada manufactura de instrumentos de hueso y de marfil procedentes de animales marinos, destacando objetos como pectorales, cuchillos, pulseras y pendientes, en muchos de los cuales hay decoración incisa que hace referencia a la fauna local, a las actividades de caza y pesca, o a algunas de sus divinidades más importantes. En algunos de estos instrumentos, son comunes representaciones de hombres con trineos y rebaños de caribús que son perseguidos por cazadores, así como también pescadores en canoas consiguiendo animales marinos.

Los pueblos aleutinos desarrollaron también una excelente tradición en la talla de la madera a base de máscaras y bastones de mando de carácter ritual y político, emparentada en cualquier caso con los trabajos en madera de finalidad utilitaria muy comunes en la zona. En un sistema económico en que el transporte constituye una preocupación importante, se hacen corrientes los trabajos en cestería y bolsas en las que se incluyen decoraciones a base de colores que hacen referencia a su mundo simbólico.

Con respecto a otra área cultural, la correspondiente a los bosques orientales, es preciso señalar que al final del Arcaico se origina un espectacular desarrollo protagonizado por la cultura Adena (700 a.C.-400 a.C.), a la que siguen los desarrollos Hopewell (100 a.C.-400 d.C.). Son los constructores de montículos que, basados en el cultivo del maíz y otros productos secundarios, y en sucesivos contactos con grupos establecidos en el norte de Mesoamérica, incluirán en sus registros arqueológicos objetos muy complejos.

Los montículos se construyen a partir de grandes amontonamientos de piedras y tierra hasta formar inmensos círculos, cuadrados, pentágonos y, en ocasiones, llegan a simular animales, como serpientes, osos, águilas y pájaros. También los grupos Adena levantaron montículos funerarios, en cuyo interior se colocaron individuos -por lo general, reducidos a cenizas- junto a ricas ofrendas. Algunos objetos de cobre, como brazaletes, collares y anillos, ponen de manifiesto la existencia de relaciones comerciales con comunidades que se asientan más al norte, en particular aquellas que habitaban el lago Michigan.

Los grupos Hopewell complicaron aún más las costumbres funerarias Adena, construyendo algunos montículos funerarios que superaron los 500 m de diámetro, que fueron colocados en torno a espacios urbanizados y unidos mediante calzadas. Otras construcciones, sin embargo, tuvieron una naturaleza ritual, como es el caso del gran Montículo de la Serpiente en Ohio.

En tales recintos funerarios aumentó la presencia de objetos de cobre comerciados con comunidades del lago Michigan, pero también se importaron conchas del Atlántico y del Caribe, mica de los Apalaches y otras materias primas como cuarzo, ópalo, calcedonia, esteatita y una amplia variedad de piedras duras, que fueron transformadas en objetos en los que representaron la fauna de la región.

Hacia el 800 d.C. la complejidad Hopewell se trasladó hacia el sur, dando lugar a la Tradición Mississipeña, la cual tiene su fundamento en la introducción de nuevas variedades de maíz desde el norte de México. El éxito alcanzado por estas nuevas actividades de subsistencia, y por medio de la reactualización de algunas de las viejas rutas de comercio Hopewell, permitió la formación de densos asentamientos urbanos, algunos de los cuales como Moundville y Cahokia, alcanzaron una extensión de 13 km2 y albergaron 10.000 habitantes. En su interior, plazas, montículos, pirámides, murallas y grandes estructuras, recuerdan el esplendor de las grandes ciudades de Mesoamérica.

Los Apalaches por el este y la Gran Cuenca por el oeste delimitan un inmenso territorio de tierras templadas, muy fértiles, denominado por algunos investigadores como Grandes Llanuras. Tradicionalmente, ésta fue una región de pastizales que no tenían fin, donde prevaleció el bisonte hasta la etapa de superposición occidental, pero también otros animales de menor tamaño, como venados, conejos y una amplia variedad de roedores. Existe, no obstante, una fuerte variación ecológica de norte a sur y de este a oeste en esta inmensa región.

La riqueza alimenticia de estos pastizales, el tamaño del territorio, y la variedad de las comunidades asentadas en ella, hizo que la caza y la recolección de semillas y tubérculos fuera su actividad principal,

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