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Gobiernos elitistas


Enviado por   •  13 de Junio de 2016  •  Ensayos  •  1.314 Palabras (6 Páginas)  •  280 Visitas

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ

ESTUDIOS GENERALES LETRAS

TRABAJO INDIVIDUAL

Título:

Gobiernos elitistas en la política peruana durante la segunda mitad del siglo XX

Nombre:         

Angelo Posso Farje

Tipo de evaluación:

Curso:         Taller de escritura e interpretación de textos

Horario:         0114

Comisión:

Profesor:         Talía Tijero Neyra

Jefe de Práctica:

SEMESTRE 2016-1

Esquema

  1. Introducción
  2. Elitismo en los partidos políticos y reacción poblacionaria
  1. Renovación de dirigencias por parte de dos partidos políticos importantes
  2. Hartazgo de la población por la concentración de poder
  1. Consecuencias del liderazgo concentrado
  1. Falta de mecanismos estructurados en la formación de líderes
  2. Rol de organismos públicos, sector empresarial y universitario
  3. Violencia
  1. Síntesis

Para el desarrollo del elitismo, es necesario tener una noción puntual de lo que son las élites. Según Baras, con este término se hace alusión a una minoría destacada en lo social, cultural o en una actividad. Además, distrubuye minuciosamente en tres los tipos de élite: social económica y política, refiriéndose así en este último a los dirigentes que ocupan posiciones de predominio frente al Estado. (Baras, 1997)
Por otra parte, Pasquino cree que esta palabra es aplicable a todos aquellos que destacan en sus respectivos sectores de actividad, mientras que un reducido grupo de ellos son los dirigentes (Pasquino, 2000).
De manera panorámica es conceptualmente entendido como el gobierno de los pocos y fue  rechazado arrogantemente por el sector poblacional peruano. Sirvió, por este par de motivos, de catapulta a Alberto Fujimori a la presidencia peruana y de los momentos trágicos suscitados en la década de los noventa.
El elitismo es puesto en práctica sin discriminación en diferentes tipos de organizaciones políticas y sociales, sea puesto en campo nacional como en el regional y el local. (Baras, 1997 y Rubio, 1993)
Nacionalmente, los partidos políticos están compuestos por personalidades comunmente vistas y reconocidas. La población traduce el significado de partido político con nombres propios que se han adueñado de las dirigencias y de las que han tomado un lugar casi vitalicio con muy poca renovación en sus cargos. A pesar de que se lleven a cabo elecciones normales y que exista una pluralidad de partidos, los habitantes sienten un cansancio de las propuestas al practicarse el elitismo, y es que, según Rubio, las fuerzas políticas son lideradas por sujetos que le imprimen un sello indeleble con planteamientos comunes ya escuchados con anterioridad, es decir, son repetidos una y otra vez hasta generar el hartazgo de la población. Como si fuera poco, de manera peor aún, la no renovación de cargos facilita la corrupción y violencia al ejercer la autoridad como si fuese propia. (Rubio, 1993)


Al remontarnos netamente en las elecciones de 1990 y dejando de lado el hartazgo ya explotado en la población, es palpable históricamente el intento de renovación en dos de los partidos más populares y con gran acogida del momento, sin embargo, la represión dirigencial se impuso frente a estos suspiros de cambio en los partidos políticos a vista de todo el pueblo peruano.
Acción Popular, tuvo un congreso partidario en mayo de 1991, muchos jóvenes tenían grandes chances de liderar el partido y así sustituir a la “vieja guardia”, no obstante, estos últimos recurrieron como última instancia a Fernando Belaunde Terry para que impulsara una lista que al ser presentada por él no requiera de votación y se suponga elegida por consenso. El Partido Aprista Peruano escogió por popularidad a Alan García Perez como secretario general, indicando así que los partidos son antidemocráticos y elitistas en el Perú, y desplazó a Luis Alva Castro, dejándolo fuera de la carrera al parlamento. (Rubio, 1993)
La renovación dirigencial es vital para la política peruana, Rubio sostiene que las consecuencias de no tenerlas son fatales. Al no existir recambios, los cargos de conducción partidaria, es decir, los líderes de los partidos en conjunto con los de representación política se transforman en cotos privados que facilitan la permanencia en el poder y el surgimiento de regímenes violentos y corruptos, además de formarse una detentación y ejercicio de la autoridad como si fuese propia. Asimismo, afirma el envejecimiento de ideas puesto que son repetidas por los mismos candidatos cada cierto tiempo, son propuestas hechas y ejecutadas por ellos mismos, es aquí donde se genera un problema temporal ya que las propuestas deben ser acorde a la situación del país en esos momentos, no se puede ofrecer algo que no concuerda con el país o que no lo beneficiaría en esos momentos sobresalientes. Rubio finaliza este punto viéndolo desde una perspectiva de violencia institucional pues limita la renovación de propuestas que el país necesita y lo encierra en lo mismo de siempre, todo comandado desde las élites políticas. (Rubio, 1993)

Este hartazgo de la población se vió reflejado en las elecciones del noventa. Ya totalmente cansados de lo mismo de siempre, suprimidos por una crisis económica muy grande y el azote del terrorismo, el cual ya para ese entonces se encontraba generalizado y con intentos revolucionarios en la toma del poder, apareció un japonés hábil y calculador, que según Jochamowitz, tenía desde un inicio sentimientos totalitarios con planes de llegar al poder a toda costa, sin importarle las mentiras, traiciones, muertes, etc. (Jochamowitz, 1997)
Siguiendo en la misma línea y en la misma forma de candidatura hallamos a Vargas Llosa, quien para entonces no había tenido participación alguna en política de manera arraigada y tenía formas de pensar distintas a la del electo presidente. Era democrático y liberal, con intenciones de cambios rapidos económicos, de politicas económicas inclusivas, de restablecer la economía y generar el bienestar del pueblo peruano. Totalmente lo contrario a Fujimori o quizá parecido en algunos aspectos pero con la principal diferencia en que uno es demócrata y el otro totalitario. (Jochamowitz, 1997)
Sin embargo, este no fue el único síntoma de hartazgo poblacional político ya que en las elecciones municipales de 1989, Lima eligió como su alcalde a un propietario y animador de un canal de televisión, que hasta ese entonces (noviembre) no habia tenido participación política activa. Ganó de manera justa y en contienda abierta a todos los partídos políticos con suposición de base sólida para la alcaldía. (Rubio, 1993)
Es decir, en síntesis, estas dos manifestaciones de rechazo poblacional son vistas como una búsqueda de cambio por parte la población en querer pasar de un elitismo partidario y electoral a la práctica de una real democracia. (Rubio, 1993)

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