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Gonzalo Guerrero


Enviado por   •  12 de Enero de 2014  •  1.965 Palabras (8 Páginas)  •  262 Visitas

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Formas en la que los mayas adoraban a sus dioses refleja en la vida de Gonzalo Guerrero.

Como muchos pueblos del mundo, el maya necesitó y construyó un cuerpo de creencias religiosas para explicar el origen y la estructura de su vida, así como para justificar el papel que la humanidad juega en el mantenimiento del orden de esa realidad.

Ante la imposibilidad de explicar las causas que producen los más diversos fenómenos naturales y la existencia misma, crearon un mundo imaginario formado por seres sobrenaturales. A ellos se les otorgó el don de crear todo cuanto existe, desde las expresiones materiales hasta las espirituales, escribiendo en el cosmos la historia y el futuro de la vida.

A diferencia del pensamiento cristiano, en el cual la verdadera vida del hombre viene tras la muerte del cuerpo y mediante el arrepentimiento de los pecados, para los antiguos mayas la verdadera vida estaba aquí en la Tierra, y consistía en cumplir con la misión para la que fueron creados: venerar y alimentar a los dioses. Por lo tanto el hombre, dentro de la concepción de los pueblos mayas, fue el responsable de la pervivencia de su universo; un universo creado por aquellos seres que tenían el poder de crear todas las cosas y también de cambiar el curso de lo que acontecía en la vida.

Entonces podemos suponer que los mayas tenía el deber y obligación de adorar a sus dioses en todo momento a través de sus diversas costumbres, ya que esa era la razón por la cual existían y por la cual fueron creados, todo esto con el objetivo de agradar y alimentar a sus deidades mediante diversos rituales que pudieran permitir la conexión entre ambas estructuras (pueblo y dioses) para despertar y reavivar el poder de estos seres para que permitía preservar el orden y bienestar del pueblo.

Los mayas veían la vida como un ritual a cumplir, un ritual que debía hacer a sus dioses a los cuales debían de adorar por encima de cualquier cosa, teniéndolos en cuenta en todos sus rezos y súplicas; esos dioses eran el sentido de su existencia, pero también el sentido de sus desgracias y de su muerte. Esa era su misión en esta vida, rendirle tributo a aquellos ídolos que no eran más que estatuas inmóviles, pero con un gran sentido y significado que se puede ver en cada uno de sus actos, en cada una de sus ceremonias, significado que se puede interpretar como la celebración espiritual de la vida y de la existencia en su plenitud, pero a la vez, también se le puede interpretar como el miedo que se tenía a la desgracia de que el pueblo pudiera quedar devastado, incapacitado de resolver los problemas que se le presentaran, llevándolos a recurrir a sus protectores y salvadores, a aquellos seres que tenían el poder de cambiar el curso de las cosas para bienestar del pueblo y en los que la gente depositaba toda su confianza y fe.

Como en muchos otros pueblos de la antigüedad, la religión se filtraba en todas las actividades humanas y el maya no era la excepción, ya que su sociedad estaba basada en una religión politeísta, encargada de adorar a varios dioses mediante ritos agrícolas, ceremonias públicas y sacrificios que tenían una gran importancia día con día. Su importancia fue muy grande y esto lo podemos ver a través de la novela de Eugenio Aguirre que, con mucha perspicacia, logra relatar la vida de Gonzalo Guerrero, permitiéndonos ver a través de este personaje la importancia que tenían los dioses en la cultura maya y la manera tan peculiar que tenían para adorarlos.

Podemos ver en la descripción que hace Gonzalo Guerrero en la novela de Eugenio Aguirre (2012), en las ceremonias, los mayas siempre tenían presentes a sus dioses pidiéndoles misericordia y buena voluntad para con el pueblo; un claro ejemplo está en las ceremonias denominadas Hetzmek, que era una ceremonia equivalente a un bautizo, ésta consistía en colocar variadas ofrendas a los dioses y consagrar el rito a alguno de ellos; el niño o niña debía tener a sus padrinos, los cuales le enseñaban los diversos objetos que le serían útiles para sus diversas actividades cotidianas, también se les enseñaba las diferentes oraciones que tenían que hacerle a los dioses, como a Itzamná para que le diera al pueblo los beneficios del Sol, que no secara los campos y que no opacara al dios Chac, que era el dios de la lluvia. También pedían al niño que rezaran por la vida y la abundancia, y que los frutos de la tierra siempre fueran abundantes; los dos padrinos hacían lo mismo con el pequeño, después era entregado a sus padres para celebrar en un enriquecedor banquete (p. 139-141). Podemos ver como desde pequeños ya eran instruidos para venerar a sus dioses, se les inculcaba esa costumbre de rezar y orar, ese sentido de la espiritualidad que era la esencia de la vida maya.

Al igual, cuando llegaban las lluvias, el pueblo se alegraba y agradecía a los dioses, en especial a Chac, por su benevolencia y de esta manera las siembras se podían llevar a cabo, todo envuelto con una gran ceremonia llena de canticos y danzas que manifestaban la gran alegría por la prosperidad que la tierra les brindaba y por la buena voluntad de sus dioses, así las mazorcas crecían con gran altura y el pueblo agradecían también a su dios Yum Kax, dios del maíz, que era el pan y sustento de aquellos pueblos y razón fundamental de su sedentarismo (Eugenio Aguirre, 2012).

Todo esto manifestaba la gran alegría que vivían los pueblos mayas al ver la gran abundancia que había, agradecían en todo momento por los frutos que les brindaba la madre naturaleza encarnada en sus deidades y por las buenas épocas que

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