HECHOS HISTORICOS MEXICO
Myrka228 de Octubre de 2013
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HECHOS SOCIALES, POLÍTICOS Y ECONÓMICOS MÁS RELEVANTES DE NUEVO MÉXICO.
En la Revolución iniciada la noche del 15 de septiembre de 1810 por Miguel Hidalgo y Costilla se buscó la reivindicación de las clases sociales, con los ideales liberales de libertad e igualdad. Esta concluye en 1821 con la firma del Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba, el primero fuente del partido federalista y el segundo del conservador.
La instauración del Primer Imperio Mexicano con Agustín de Iturbide deja claro el triunfo conservador, que después de once años, este movimiento logra finalmente la independencia económica, ahora los privilegios y el poder lo detentan los criollos.
Quienes tendrían el acceso a los puestos de principal jerarquía en la nueva nación, ya no les importaba más la reivindicación de las demás clases sociales oprimidas. Un claro ejemplo de esto es cuando años más tarde, en 1824 en la Constitución de la primera República Federal, se dejan fuera las acciones para integrar a los grupos indígenas a la ciudadanía y se decide dejar ese trabajo al tiempo. Han pasado a la fecha 186 años, y esos grupos de ciudadanos aún carecen de los más elementales beneficios que por derecho les corresponden.
Muestra de la ausencia del sentido social respecto a la fuerza de trabajo, es la continuidad de las organizaciones productivas junto con sus condiciones deprimentes en la incipiente industria, en el campo y en las minas. A inicios de la época virreinal era reclutada la población indígena para trabajar en unidades productivas (trapiches u obrajes). La fuerza de trabajo era excesiva y en el caso de fabricación de objetos de uso común, se daba generalmente el trabajo a indios y también a los negros y mulatos.
Los trabajadores del campo (administradores, peones, jornaleros) representaron un factor relevante en la actividad económica para la evolución de la hacienda. Se conformaba por trabajadores permanentes que gozaban de estabilidad laboral y trabajadores temporales que vivían en total abandono en su paga y en sus condiciones económicas y sociales, esta última, situación predominante en el país. No existía un convenio entre trabajadores y patrón, que resguardase a los primeros para ser objeto de un trato humano. Había también trabajadores alquilados, que eran eventuales y permanecían alojados en cabañas provisionales.
También existían puestos de escribientes, ayudantes de tienda, cobrador, sacristán, maestros de escuela, trojeros, sobrestantes de la obra, supervisores, capataces, rayadores, caporales y pastores responsables de cabezas de ganado y monteros (cuidaban obras de riego) entre otros; con mejores prestaciones económicas, sin embargo estos puestos representaban la minoría de las actividades económicas reservadas para criollos y mestizos.
En épocas de mano de obra excedente, se generaba el endeudamiento del peonaje, lo que promovía la huída de los trabajadores, cuando se sabían endeudados eran obligados a pagar sus deudas según sistemas establecidos, nada favorables al trabajador.
La industria minera en México representó una deprimente tragedia social que agobiaba a los mineros mexicanos con el uso de herramientas inmanejables y pesadas (rudimentarias), el uso de explosivos, las distancias recorridas por largos túneles y las escalerillas para salir del socavón con cargas muy pesadas. Los accidentes eran de lo más común, estas entre otras calamidades era la cotidianeidad de los mineros mexicanos.
La caída del trabajo en las minas repercutió en más desempleo y en el descenso del consumo, los trabajadores y los propietarios de minas, fueron abandonando los centros mineros, a partir del movimiento independentista.
Las haciendas bloqueadas por el movimiento independentista y las fábricas paradas, causaron que la actividad textil se deprimiera. Los desempleados se afiliaron a los insurgentes.
Cabe destacar que el tipo de organizaciones de trabajo mencionadas en los párrafos anteriores siguieron vigentes en el México independiente.
Se da la formalización de la Independencia, desde un aspecto jurídico político
permanecen los fueros y privilegios de las clases dominantes, sin embargo deja sin consumarse, como se relata en párrafos anteriores, su verdadero contenido social, de justicia y de transformación profunda del régimen de explotación. La revolución continuó durante 55 años por el poder; en los que liberales y conservadores alternándose en el gobierno centraron más su interés en poseerlo, que en estimular el crecimiento y desarrollo económico de la nueva nación.
Una historia de 55 años en los que la participación de las logias masónicas fue
determinante en la vida política del país, escuelas de los primeros partidos políticos, la Yorkina con aquellos interesados en la instauración de una República Federal, identificados con los intereses de EEUU; y la Escocesa con los que propugnaban por una República Centralista e identificados con Europa, ambas corrientes hicieron pagar el precio de esos apoyos a todo el país, con guerras e invasiones que dejaron ver los intereses intervencionistas y de mercado de las potencias extranjeras.
Las clases sociales después de 1821, se pueden agrupar en empresarial, eclesiástica, oficialista, popular y la pequeña burguesía intelectual1. La empresarial estaba constituida por comerciantes, industriales, mineros y grandes hacendados. La clase eclesiástica tuvo algunos cambios, por el predominio criollo y la radicalización de ideas entre algunos de sus miembros.
La clase oficialista estaba formada por oficiales del ejército y por la burocracia. La república iba a tener el ideal liberal de lograr un ejército profesional pequeño, respaldado por la gran milicia. Los sueldos que recibían situaban a los miembros del ejército en diferentes clases de la sociedad mexicana. Cada partido que tenía el poder quería tener el apoyo del ejército.
La burguesía intelectual exigía una verdadera transformación social, era la clase comprometida con el ideario de justicia inicial de la Guerra de Independencia y que en este periodo está fuertemente centrada en abolir la esclavitud, suprimir fueros y privilegios de la Iglesia y el ejército, establecer las libertades individuales y un congreso representativo del pueblo.
La clase popular estaba constituida por todos los que no formaban parte de las clases mencionadas es decir, la mayor parte de la población: rancheros, indios, peones, trabajadores de las minas, obreros, sirvientes, vendedores ambulantes, dulceros, voceadores de periódicos, eloteros, lecheros, aguadores, etc. Esta clase representaba las verdaderas condiciones del pueblo mexicano.
El país, como las clases sociales era de contrastes. Había suntuosos palacios, sus almacenes ostentaban artículos de lujo: sedas, encajes, vinos, alhajas pero las calles tenían un empedrado que apenas permitió rodar a los soberbios carruajes y estaban llenas de inmundicias que despedían un olor irrespirable.
Las distracciones más populares eran el juego de pelota, las peleas de gallos a las que era tan afecto Santa Anna y sobre todo las corridas de toros. Entre toda aquella gente tan heterogénea había un poco de todo, ricos y pobres, cultos e ignorantes, progresistas y tradicionalistas, racionales y supersticiosos.
Por lo general los niños de familias ricas estudiaban en su propio hogar con tutores especiales. Los niños de familias pobres asistían a escuelas parroquiales, donde aprendían a leer y contar, así como el catecismo. Las niñas asistían a las Amigas donde les enseñaba a leer, la doctrina y las labores propias de su sexo.
En México, la compañía Lancasteriana se fundó en 1822 con la apertura de las escuelas. Pronto se extendieron escuelas mutuas por todo el país, y el método fue declarado oficial para las escuelas gratuitas municipales. Las mesas tenían unas cajillas llenas de arena donde los niños escribían con un palito, y solo hasta que habían aprendido bien se le permitía usar tinta y papel, materiales muy caros.
En otros niveles educativos los mejores colegios coloniales siguieron siendo el núcleo principal de la enseñanza media, como el de San Juan de Letrán, donde se formaron jóvenes inquietos que ocuparían puestos importantes en la vida del país hacia mediados de siglo. Muchos de los viejos colegios coloniales, secularizados en parte, se convirtieron en lo que serian los colegios nacionales e institutos científicos y literarios de los estados, que habían de influir en la formación de la primera generación republicana.
El general Guadalupe Victoria fue electo presidente y tomó posesión del mando el 10 de octubre de 1824; el primer presidente de la naciente República Federal, era un militar. Salvo rarísimas excepciones, todos nuestros presidentes de esa época fueron generales. Hubo dos repúblicas federales, producto de Constituciones como la de 1824 y la de 1857, ésta última muy avanzada en su momento, en la que se establecen los derechos del hombre, sus garantías individuales y ascienden a rango constitucional las leyes de reforma promulgadas hasta entonces, dirigidas principalmente a eliminar los fueros eclesiásticos y militares. Sin embargo la inconsistencia política manifiesta en ese periodo produjo también repúblicas centralistas con marcos legales arbitrarios como Las Siete Leyes Constitucionales (1836) y las Bases de Organización Política de la Nación (1843), sustento de las dos dictaduras de Antonio López de Santa Anna, considerado
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