ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Informativo


Enviado por   •  18 de Septiembre de 2013  •  487 Palabras (2 Páginas)  •  259 Visitas

Página 1 de 2

Banquetes romanos; auténticos festines

Los placeres de la mesa

Los eventos estrella por excelencia que practicaban los romanos era la cena, momento en el que se desarrollaban los verdaderos banquetes. Éstos se celebraban en privado, pero también en público, en determinadas festividades o dedicatorias a altos dignatarios.

Típico banquete romano amenizado con danzas y música

El lecho era un elemento imprescindible en el marco de los banquetes privados celebrados por los nobles, y la distribución jerárquica constituía una clara expresión de las preferencias del anfitrión.

Los comensales se acomodaban, tumbados, con el codo izquierdo sobre un cojín. En época republicana las mujeres no podían adoptar la misma postura que los hombres, por lo que permanecían sentadas junto al lecho de su esposo.

Un esclavo (nomenclator) se encargaba de nombrar a los invitados e indicarles su sitio.

Frente a los tricliniums se disponía una mesa circular presta para recibir los manjares que componían el banquete.

Los grandes banquetes se componían de siete platos o fercula. Para abrir boca se comenzaba con los entremeses (gustatio), compuestos por alimentos ligeros. A continuación se servían tres entradas y dos asados que saciaban a los más hambrientos.

Los postres (secundae mensae) invitaban a los presentes a trasladarse de lugar para degustar el vino.

Una vez terminada la cena se comenzaba la commissattio, una especie de borrachera protocolaria que consistía en beber las sucesivas copas de un trago siguiendo las instrucciones de la persona que la presidía.

En el transcurso de los banquetes, la comida solía ser amenizada con música o exhibiciones de bailarines y equilibristas. Antes del postre se jugaba a las adivinanzas o se abría el techo para dejar paso a un inmenso arco del que colgaban frascos de perfume. Pese a que se utilizaban cubiertos y vajilla, no era un signo de mala educación coger la comida con las manos; de hecho, las buenas maneras aconsejaban comer con la punta de los dedos, procurando no ensuciarse mucho las manos y menos la cara.

Tampoco estaba mal visto llevarse a casa los restos de comida que habían sobrado. El eructo en la mesa era una cortesía justificada por los filósofos.

Algunos menús llegaban a ser tan abundantes que, en mitad del banquete, los comensales se retiraban al vomitorium para introducirse plumas de pavo real en la garganta, así conseguían vomitar la comida y de esta forma podían luego seguir comiendo y resistir hasta los postres.

Los banquetes se prolongaban durante horas, véanse en este mosaico la cantidad de desperdicios que iban

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (3 Kb)  
Leer 1 página más »
Disponible sólo en Clubensayos.com