JORGE ALESSANDRI
samuelbruna9 de Junio de 2014
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COLEGIO SAN VIATOR
OVALLE
COLEGIO DE CALIDAD EN CLAVE DE EVANGELIZACIÓN
Piñera y Alessandri: diferencias y semejanzas
OPINIÓN — 7 DE FEBRERO, 2010
Desde 1938 en adelante, la derecha fracasó muchas veces en su intento por volver a La Moneda. En 66 años de historia (1938-2005) sólo apenas por seis años el país fue gobernado por un presidente derechista. Ahora, con Piñera tendremos una segunda experiencia, por los próximos cuatro años. Los candidatos de los partidos Conservador y Liberal, derrotados en las diez elecciones siguientes, fueron: Gustavo Ross (1938), Carlos Ibáñez (1942), Fernando Alessandri R. (1946), Arturo Matte (1952), Julio Durán (1964), Jorge Alessandri R. (1970), Hernán Büchi (1989), Arturo Alessandri B. y José Piñera (1993), Joaquín Lavín (1999) y Sebastián Piñera (2005).
La excepción ocurrió en 1958 cuando triunfó Jorge Alessandri Rodríguez, por escasos 33.000 votos de diferencia ante Salvador Allende, los mismos que retuvo el Cura de Catapilco, financiado por los alessandristas. Luego que en 1970 volvieran a fracasar por sexta vez, el Partido Nacional, Patria y Libertad y los gremios empresariales conspiraron con los militares golpistas, el respaldo de Washington y la cúpula DC, para romper la institucionalidad democrática e instalar la dictadura pinochetista, de la cual usufructuaron 17 años.
Participaron con numerosos ministros como Jarpa, Fernández, Cáceres, Büchi, José Piñera, subsecretarios como Novoa y Cardemil, embajadores, jueces incondicionales, rectores universitarios y alcaldes nombrados a dedo. Aprovecharon para formar sus futuros dirigentes, como Lavín, Longueira o Coloma; implantaron la Constitución antidemocrática que nos rige y el modelo económico neoliberal; y hasta cambiaron los nombres de sus partidos, ahora la UDI y RN, cuyas doctrinas y prácticas se parecen como dos gotas de agua a los antiguos conservadores y liberales, obviamente adaptados a las condiciones de los nuevos tiempos. Desde entonces proviene su fuerte penetración ideológica y política, continuada post dictadura, gracias a la complacencia de las cúpulas de la Concertación.
Ha pasado medio siglo desde el gobierno de Jorge Alessandri. La inmensa mayoría de los electores actuales no habían nacido o eran niños. Ciertos opinólogos difunden teorías sobre una nueva derecha, diferente de la alianza liberal-conservadora de aquellos años y distinta de la colaboradora de la dictadura, una nueva derecha liberal y popular, moderna y democrática. De ésta se reclutarían los mejores, sin considerar sus pertenencias a partidos. Ser multimillonario, financiero, director, asesor o ejecutivo de grandes compañías serían las mejores credenciales para gobernar porque son capaces y exitosos y “no tienen necesidad de robar”. Nada nuevo bajo el sol. Lo mismo decía la propaganda de Jorge Alessandri: era honesto, preparado para dirigir el país, gobernaría por encima de los partidos, elegiría a los mejores técnicos, era independiente y no tenía compromisos con nadie.
Alessandri triunfó con un tercio de los sufragios. Como entonces no existía la segunda vuelta, el Congreso Nacional lo ratificó. Si hubiera existido balotaje habría sido casi imposible su entrada a La Moneda. Los sufragios de Allende, Frei y Bossay, es decir, la izquierda y el centro unidos sumaban casi el doble de los que obtuvo la derecha. Incluso la sola suma de los electores de Frei y Bossay, es decir de los candidatos centristas, habría bastado en una hipotética segunda vuelta para cerrarle el paso a la Presidencia.
Para sacar adelante sus proyectos legislativos, dado que no tenía mayoría parlamentaria, Alessandri recurrió al sector derechista del Partido Radical, el cual apoyó con reticencias sus medidas, hasta que, a raíz de la fuerte baja de liberales y conservadores en las parlamentarias de 1961, tuvo que llamar a los radicales al gabinete ministerial y cederles cargos públicos. El independiente Alessandri tuvo que entregarse a los partidos. Pero, la alianza entre la derecha y el centro tampoco tuvo éxito. Sufrió una catastrófica derrota en Curicó -el histórico “naranjazo”- en vísperas de la elección presidencial de 1964. La derecha, que aspiraba a continuar en el poder con el radical Durán, se derrumbó. Liberales y conservadores corrieron a apoyar a Frei Montalva, para evitar que la izquierda accediera a La Moneda con Salvador Allende.
El “gobierno de los gerentes”
No es muy distinta esa táctica derechista de entonces de buscar el apoyo radical para sus fines, a la llamada política de los consensos que la derecha post Pinochet aplicó a los partidos concertacionistas para frenar las reformas democráticas, ni con la pretensión de Piñera de continuarla ahora, desde el gobierno, con llamados a la DC, al PRI o a políticos proclives a la derecha.
Con el pretexto de conseguir la “estabilidad monetaria”, Jorge Alessandri se sometió a las directrices del Fondo Monetario Internacional a cambio de préstamos que aumentaron la Deuda Externa, aplicó una fuerte devaluación de la moneda, eliminó controles de precios, redujo los empleos públicos, limitó los sueldos y salarios e impuso nuevos impuestos a los consumidores mientras otorgaba franquicias a los empresarios y al capital extranjero.
Para llevar a la práctica su doctrina de “liberalización económica”, como la llamaba, se rodeó de ejecutivos y asesores de grandes empresas, como el triministro Roberto Vergara, por lo que fue motejado por el pueblo como “el gobierno de los gerentes”. Este se valió de Facultades Económicas Extraordinarias que el Congreso le cedió, con la anuencia de los radicales. Así dictó una serie de Decretos con Fuerza de Ley (DFL) con los que favoreció a los empresarios pesqueros del norte, encabezados por Angellini, a grandes capitalistas de la construcción y a inversionistas extranjeros mediante contratos-leyes, como en el caso del cobre, Chilectra y otros. Para repatriar el dinero de chilenos colocado en el exterior, creó los “bonos dólares”, libres de pago de impuestos y de investigación sobre su procedencia, lo que dio origen a grandes negociados. Fraudes y latrocinios tuvieron lugar con las ayudas recibidas del exterior por el terremoto de 1960. Otorgó facilidades a los importadores y redujo la protección a la industria nacional. El plan de estabilización provocó la reducción de la demanda interna. Las ventas disminuyeron. Hubo cierre de industrias. La cesantía aumentó a los niveles más elevados desde la crisis de los años treinta. Entretanto, los bancos obtenían cuantiosas ganancias gracias a los usurarios intereses que cobraban a las pymes. La fijación arbitraria del valor del peso, mientras la inflación interna lo barrenaba, aceleró las contradicciones. La crisis económica llegó al paroxismo cuando la Caja Fiscal ya no pudo pagar la deuda externa. Todas las operaciones de comercio exterior fueron suspendidas por veinte días. Esta crisis causada por la política alessandrista fue muy similar a la crisis de la deuda que, en mayor escala, provocaron Pinochet y los Chicago Boys en los años 80.
El liberalismo de Alessandri lo llevó a intentar privatizar la ENAP, la ETC (Empresa de Transportes Colectivos), LAN y otras empresas públicas, y a frenar la labor de la CORFO. Congeló el presupuesto de la educación pública, pero aumentó la subvención a los colegios particulares. Puso toda clase de trabas al ejercicio de los derechos sindicales y trató de crear una central paralela a la CUT para debilitarla.
Desde el primer día, el gobierno de los gerentes se encontró con la firme oposición de comunistas, socialistas y otros grupos incorporados al Frente de Acción Popular (FRAP). La Central Unica de Trabajadores (CUT) asumió la defensa resuelta de los derechos de los asalariados. Las huelgas y manifestaciones callejeras de los más diversos sectores adquirieron envergadura. Entre las grandes paralizaciones masivas y de larga duración sobresalieron las de los profesores y de los mineros del carbón. El Paro Nacional de Noviembre de 1962 fue reprimido con tal violencia que seis manifestantes y vecinos fueron masacrados en la Población José María Caro. En el gobierno proliferaron tendencias autoritarias. La derecha intentó el reforzamiento del poder presidencial, en desmedro del Congreso, mediante una reforma constitucional que fue repudiada. Con su ministro Ortúzar –el mismo que colaboró con Pinochet en la redacción de la ilegítima Constitución del 80- Alessandri propuso la llamada “ley mordaza” para acallar las críticas de los medios opositores.
La misma ideología de clase…
En resumen, a la luz de estos hechos es fácil comprobar las semejanzas entre el perfil ideológico de la derecha alessandrista de esos años y la derecha piñerista actual. El liberalismo de entonces tiene su continuidad en el neoliberalismo de nuestros días. Las similitudes entre la derecha de ayer y la de hoy se basan en la misma ideología de clase que las inspira: es la ideología funcional a los intereses de los plutócratas de ayer y de hoy, del capital financiero, la fracción de la burguesía predominante en todas las esferas del poder. La historia sí se repite, aunque cambien los protagonistas (algunos nuevos ricos, otros millonarios por herencia) pero no de la misma manera, sino que a veces como tragedia y luego como farsa, como advertía Marx. Estas son las lecciones de la historia y hay que tomarlas en cuenta.
Al mismo tiempo, las diferencias existen y hay que considerarlas. Grandes cambios han ocurrido entre esos años y ahora. En la correlación de las fuerzas políticas de aquel entonces, la izquierda era más fuerte y pujante
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