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Juan Montalbo


Enviado por   •  23 de Abril de 2014  •  1.555 Palabras (7 Páginas)  •  323 Visitas

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El pensamiento religioso de Montalvo: Mercurial Eclesiástica

Obra escrita en París en 1884, con la cual Juan Montalvo responde al Arzobispo de Quito Ignacio Ordoñez; por haber censurado y prohibido la lectura de los SIETE TRATADOS. Con venganza y odio político, el Arzobispo Ordoñez considerándose ofendido él y el Clero, toma tal decisión autoritaria, quizá por defender oscuros intereses clericales a los cuales el Caballero de la pluma con pensamiento y alma nacidos para la batalla literaria, disciplinó con sus escritos de fuego, los oscuros sentimientos del clero. Con elegancia y pulcritud Montalvo desencadena despiadadamente tanto la vida como la Pastoral de José Ignacio Ordoñez.

El Obispo a través de una Pastoral marca a Montalvo como hereje, impío de los dogmas de la fe católica, motivos suficientes para reñir su obra despectivamente. Entonces, sí, el cuestionador sentirá el peso del incomparable crítico en la Mercurial Eclesiástica.

La época del ilustre escritor ambateño se ve marcada, por una hegemonía clerical que manejaba al país como si se tratara de su propia hacienda. El poder Legislativo se encontraba a manos de la aristocracia clerical, imponía leyes como la pena de muerte, efectuaban el destierro, la persecución; es decir creaban un ambiente de malestar social, siempre apoyados por la dictadura de turno.

El poder económico se concentraba en manos de la Iglesia, poseían joyas, eran dueños de los latifundios, cobraban los famosos diezmos, los cuales eren autorizados por la Constitución.

Bajo estas premisas y rodeados de un ambiente en donde el fanatismo religioso reinaba, los pocos hombres de pensamiento liberal de aquellos tiempos; juntaban su hombro para neutralizar la intervención de los religiosos en las cuestiones del Estado, razones por las cuales se entablan un sin número de querellas políticas encarnizadas.

Esta situación predominante de la clerecía en el Ecuador, usurpando poderíos que no le competían ejercer, otras funciones que no sean las que deben cumplir; hizo que Montalvo que coexistió esta experiencia creyera incorrecta tal situación. Por un lado los gobernantes de la Iglesia, aristócratas, conservadores y teocráticos. Por otro lado el Cervantes de América Libre Pensador, demócrata, verdadero cristiano; la paradoja estaba bien definida.

La obra inicia con una crítica a José Ignacio Ordoñez, Arzobispo de Quito quien censura sin sentido ni gloria sus SIETE TRATADOS, tachándola de inmoral, herética y blasfemia. Pero a Juan esto no le importa; pues grandes hombres de la sociedad mundial de aquel tiempo sostienen que: el libro es pura moral y profunda filosofía.

Menciona Montalvo que él es un hombre sencillo, y que por el mismo hecho no menciona los calificativos benevolentes que le otorgan aquellos sabios en Literatura; los cuales rondan es su cabeza cual música arrulladora y lisonjera.

Montalvo y la teoría de la libertad: Todas las obras montalvinas

La libertad del pensamiento ha constituido siempre la libertad política; y estas dos libertades por maravilla no habrán traído consigo la libertad civil, grupo adorable y seductor como el de las tres Gracias. A medida que el absolutismo toma pie las tres libertades se separan: cuando descuella con todas sus fuerzas, cuando oprime con cien brazos, como dice Montesquieu, no deja sombra de ellas, bórranse, destrúyense, el lienzo queda limpio para recibir la imagen del tirano.

El que eche por la senda de la tiranía, impida las sociedades, conculque el derecho de reunión: los que se resignen a la esclavitud, dejen de reunirse, vivan aislados, o reúnanse mezquinos para matar el alma y el tiempo en miserables distracciones. Si juegas mientras te remachan los grillos, ¿con qué derecho te llamas ciudadano? Los dignos de libertad bregan hasta el último instante por defenderla; y si a pesar de su ahínco la perdieron, viven para recobrarla algún día, viven pensativos y angustiados, y solo les anima la esperanza; y si la pierden también, su alma está triste hasta la muerte.

Queréis “la libertad de pensar, hablar, trabajar, aprender y enseñar”, vosotros los enemigos de la libertad del pensamiento, la palabra, el trabajo, el aprendizaje y la enseñanza. ¿Cómo sucede que venís a querer lo que no queréis de ninguna manera?

Libertad de pensar es libertad de formar conceptos, opiniones; y este santo derecho es mortal para la fe: vuestro gran principio es la fe, el anonadamiento de la razón; luego no trabajáis por el imperio de esa libertad, sino por su ruina y olvido. La libertad de raciocinio va derechamente a la libertad de conciencia: esta es prohibida por vuestro soberano, y así no podéis quererla sin caer en rebelión y apostasía, o sois juguetes miserables de la ignorancia que no da con el toque de las dificultades. Nada os conviene menos para vuestros fines que la libertad de pensar: si esa libertad fuera de vuestras máximas, no habríais echado al fuego infame de la inquisición a los que han cometido el crimen de pensar libremente; no mandaríais a empellones al infierno a

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