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Juan Pablo II


Enviado por   •  23 de Septiembre de 2012  •  1.706 Palabras (7 Páginas)  •  718 Visitas

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Juan Pablo II, el papa que marcó parte de la historia

contemporánea de México

José Antonio Román

La Jornada. 01/04/05.

http://www.jornada.unam.mx/2005/abr05/050401/051n1mun.php

Fecha de consulta: 26/04/05.

Figura del siglo XX, el papa Juan Pablo II influyó de manera determinante en muchos de los acontecimientos que definieron el rumbo del mundo en las pasadas dos décadas. México no fue la excepción. Desde su primera visita a nuestro país, en enero de 1979, Karol Wojtyla marcó el futuro de la relación entre la Iglesia católica y el Estado mexicano. Después de esa primera estancia, tres meses después de haber asumido el pontificado el 16 de octubre de 1978, ni la Iglesia ni el Estado serían los mismos.

La primera visita pontificia a México es el parteaguas en la vida contemporánea de la Iglesia católica en el país. Esta nueva y agresiva actuación de la institución eclesiástica -que tras la Guerra Cristera había sido confinado al rincón de la sacristía- fue alentada, por una parte, por los discursos de Juan Pablo II en los que exigía a la Iglesia una amplia presencia en la vida pública y, por otra, por el enorme poder de convocatoria mostrado durante los días de la estancia papal. Ni los obispos ni el gobierno se imaginaban de lo que podría ser capaz el nuevo Papa.

En los años siguientes, en la sociedad mexicana se observaron escritos, nombres, declaraciones y posturas de distintos obispos a lo largo de todo el país sobre los temas más diversos. Ningún tema escapó a la opinión de los jerarcas eclesiásticos. Basta recordar lo ocurrido en las elecciones estatales de Chihuahua a mediados de los años 80, cuando se enfrentaron Fernando Baeza, del PRI, y Francisco Barrio, del PAN. Se denunció un fraude electoral en contra de Acción Nacional, y el entonces arzobispo Adalberto Almeida y Merino amagó con la suspensión del servicio del culto público en la arquidiócesis chihuahuense. La amenaza fue contenida con la intervención ante el Vaticano del nuncio Girolamo Prigione y el entonces secretario de Gobernación Manuel Bartlett Díaz.

La Iglesia como interlocutora del gobierno

El gobierno mismo convirtió a la Iglesia católica en interlocutora, ya sea por su creciente presencia en la vida social del país o por los intereses en la búsqueda de una pretendida legitimidad de un gobierno que, como el de Carlos Salinas, llegó sumamente cuestionado al poder.

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Durante su campaña política, el candidato presidencial priísta, Carlos Salinas -al igual que Manuel J. Clouthier, del PAN, y Cuauhtémoc Cárdenas, del Frente Democrático Nacional-, se reunió en privado con los obispos católicos. Desde el inicio de su gobierno, Salinas abrió el debate en torno a las reformas constitucionales en materia religiosa. Además rompió el tabú e invitó a seis de los principales jerarcas eclesiásticos a su toma de posesión, al mismo recinto de San Lázaro. De principio a fin, la Iglesia católica estuvo presente en el gobierno salinista.

En ese sexenio ocurrieron la segunda visita de Juan Pablo II a tierras mexicanas; las reformas constitucionales aprobadas por el Congreso en diciembre de 1991; la asistencia de un numeroso grupo de obispos mexicanos a la cuarta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Celam) en Santo Domingo y el debate en torno al quinto centenario de la evangelización de América y su conquista, en 1992; el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, el lunes 24 de mayo de 1993; la tercera visita de Juan Pablo II a México, en esta ocasión a Mérida, en agosto de ese año; el surgimiento del EZLN en enero de 1994 y la participación del obispo Samuel Ruiz en los diálogos de paz.

Semanas antes de que concluyera el gobierno salinista se hizo público el encuentro entre el nuncio apostólico Girolamo Prigione y los hermanos Arellano Félix, narcotraficantes y presuntos responsables de la muerte del cardenal Posadas en el aeropuerto de Guadalajara.

Ya transcurrida la primera visita papal, ésa que marcó en 1979 la relación de la Iglesia y el Estado, debieron pasar 11 años para que el pontífice pisara nuevamente tierras mexicanas. En esta ocasión, de manera más planificada, con estancia de una semana completa y un lenguaje y un mensaje ex profeso para la Iglesia mexicana, la cual vivía la realidad de una negación jurídica, que no le impedía realizar su trabajo pastoral.

Durante los ocho días de estancia, que lo llevó a visitar varios estados, del 6 al 13 de mayo de 1990, en el ambiente siempre estuvo presente la necesidad de "adecuar" el marco legal y constitucional que normara la situación real de la Iglesia y dejar a un lado la "simulación" que había privado durante varias décadas. Ya desde diciembre de 1988 había comenzado el debate, y el presidente Salinas y el PRI cabildeaban las futuras reformas a los artículos 3, 5, 24, 27 y 130 constitucional, todos vinculados al tema religioso.

A su llegada a México, Juan Pablo II fue recibido por el presidente Salinas en calidad de "huésped distinguido" para trasladarse de inmediato, a bordo del papamóvil, a la Basílica de Guadalupe para beatificar a Juan Diego, el indio vidente de las apariciones del

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Tepeyac. Con las huellas del tiempo y el atentado en la Plaza de San Pedro, el 13 de mayo de 1981, a cuestas,

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