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LA DIVERSIDAD CULTURAL EN EL DESARROLLO DE LAS AMÉRICAS


Enviado por   •  23 de Septiembre de 2013  •  22.564 Palabras (91 Páginas)  •  525 Visitas

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Serie de Estudios Culturales Nº 9

Organización de Estados Americanos

LA DIVERSIDAD CULTURAL EN EL DESARROLLO DE LAS AMÉRICAS

Los pueblos indígenas y los estados nacionales en Hispanoamérica

Rodolfo Stavenhagen

Latinoamérica en el mundo multicultural

1. En el mundo globalizado de hoy, la diversidad cultural está al orden del día. Se habla isistentemente de pluralismo cultural y multiculturalidad, de culturas híbridas y sincretismos culturales, del derecho a la diferencia y de las políticas culturales diseñadas para respetar la diversidad y promover el entendimiento mutuo entre culturas. La Declaración Universal sobre Diversidad Cultural, adoptada por la UNESCO en noviembre 2001, afirma que la diversidad cultural como realidad de nuestro mundo debe expresarse en las políticas de pluralismo cultural para la inclusión y participación de todos los ciudadanos.

2. La economía no se queda atrás. Los consorcios fabricantes de artículos y servicios de consumo identifican --y crean—nichos culturales para sus productos y orientan su publicidad hacia estos mercados específicos para aumentar ventas y beneficios. La “diversidad cultural” es una estrategia para conquistar mercados. En Estados Unidos, por ejemplo, los afronorteamericanos y los “hispánicos” constituyen más que grupos o comunidades étnicas—ahora son categorías específicas de consumidores. En las grandes ciudades globales de nuestro continente, los barrios chinos, italianos, griegos, árabes, africanos, indios, mexicanos etc. son espacios de “identidades” mantenidas y construídas en base a tradiciones y prácticas culturales, relaciones sociales y mundos simbólicos diferenciados pero al mismo tiempo compartidos. Pero también son promovidos por los medios y las superempresas. Sin duda el mayor impacto sobre estas identidades lo han tenido las industrias culturales de audio y video (radio, TV, cine) que generan corrientes masivas de sonidos e imágenes, es decir mensajes, para todos los gustos y todas las particularidades. Si bien esta oferta proviene sobre todo de unas cuantas empresas altamente concentradas, su producción incorpora elementos de numerosas tradiciones culturales y étnicas, y sus destinatarios son igualmente heterogéneos y diversificados.

3. La nueva importancia que se atribuye a la heterogeneidad cultural tiene consecuencias profundas para las políticas culturales y educativas, así como las económicas y comerciales. Hay quienes afirman que en este mundo globalizado vamos hacia la uniformización cultural por lo que estarían en juego las identidades nacionales de los países, y al peligrar estas peligraría también la soberanía nacional. ¿Qué importancia habremos de atribuir al pronóstico de que pronto habrá una sola cultura “universal”, que todos los países se están “americanizando”, que las distintas culturas nacionales tendrán que desaparecer irremediablemente, o que a final de cuentas lo cultural está subordinado nada más a las leyes de la demanda y la oferta del mercado? ¿O bien, por el contrario, qué significa la teoría muy de moda actualmente que el mundo está profundamente dividido por fracturas culturales y religiosas que conducen inevitablemente a un choque de civilizaciones? Ante estas previsiones se puede advertir, más bien, la coexistencia de múltiples tendencias y corrientes culturales que se entrecruzan y entrelazan en el escenario mundial. El fenómeno cultural tiene muchas vertientes, y para tener un panorma más claro de lo que está en juego será preciso analizarlo desde distintos ángulos. Los hechos culturales son complejos porque en ellos intervienen tanto las voluntades humanas individuales como los procesos colectivos y el peso de los fenómenos estructurales e históricos.

4. Todo lo anterior no es ajeno al continente americano. Al despuntar el siglo XXI con su nuevo y preocupante tamiz de guerra de religiones y sus fundamentalismos excluyentes como parámetros para normar las relaciones internacionales (“Jihad vs. Cruzada”), lo cultural adquiere renovada relevancia. Ni los esencialismos irreductibles e irreconciliables ni la fusión amorfa de identidades y culturas corresponde a la realidad de nuestros días, y la región americana constituye a su manera un buen ejemplo de esta problemática contemporánea.

5. Por razones de espacio limitaré mi discusión en los párrafos que siguen a la región conocida actualmente como Latinoamérica, especialmente la de habla hispana.

El pasado que nos acompaña

6. Las primeras culturas del continente americano datan de unos 40,000 años y pertenecen a pueblos cazadores y recolectores nómadas, que migraron del norte hacia el sur en sucesivas oleadas migratorias que tuvieron su origen en las estepas asiáticas antes de atravesar el estrecho de Bering. Nada ha quedado de las teorías que alguna vez postulaban la originalidad de un "hombre americano". La unidad de la especie humana es un hecho científicamente irrefutable y los espacios americanos se fueron poblando a lo largo de decenas de miles de años como lo fueron también otras partes del mundo a partir de un origen común de la especie humana que probablemente se encuentra en Africa.

7. La sedentarización de los pueblos nómadas ocurrió en estas tierras como en otras regiones, acompañada de avances tecnológicos en la agricultura, la construcción de edificios en piedra y tierra, el desarrollo de la alfarería, la cestería, los tejidos en telares, y probablemente una organización social ligada a la vida en asentamientos permanentes con manifestaciones religiosas y políticas de las que poco se sabe actualmente. Hace alrededor de cuatro mil años se fueron identificando ciertas áreas en las que ocurrió la primera gran revolución histórica de este continente, la domesticación de especies silvestres de plantas alimenticias. El maíz y el frijol en el norte y la papa y la quinoa en el sur fueron la base de complejos económico-alimenticios que siguen caracterizando en gran medida los modos de vida de las poblaciones sobre todo rurales de Mesoamérica y de la región andina respectivamente, y que constituyen un aporte original y permanente de los pueblos autóctonos americanos a la cultura humana. (La domesticación de una variedad de arroz ocurrió más tarde en algunas zonas de América del Norte).

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