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LA FAMILIA, PRIMER ÁMBITO DEL COMPROMISO.SOCIAL


Enviado por   •  4 de Junio de 2015  •  Tesis  •  1.037 Palabras (5 Páginas)  •  728 Visitas

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LA FAMILIA, PRIMER ÁMBITO DEL COMPROMISO.SOCIAL

a) Célula vital de la sociedad.

El matrimonio y la familia son instituciones presentes en todas las culturas en razón del importante papel que cumplen efectivamente, en la humanización. Aristóteles sostiene que la familia es la comunidad establecida por la naturaleza para atender las necesidades cotidianas de las personas. También la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia consideran la familia como la primera y fundamental sociedad humana, titular de derechos naturales y únicos, la Iglesia ha destinado hermosas y amplias páginas a la institución familiar, también por lo que respecta a su función social, indicándola como célula vital de la Iglesia y de la sociedad.

Las familias deben convertirse en “protagonistas” de la vida social, influyendo en las decisiones institucionales, mediante la propuesta de soluciones idóneas y el empeño en que se lleven a cabo.

Juan Pablo II cita: «El trabajo es el fundamento sobre el que se forma la vida familiar.

En efecto, la familia es, al mismo tiempo, una comunidad hecha posible, gracias al trabajo y la primera escuela interior de trabajo para todo hombre». Tampoco puede olvidarse la importante ayuda, en términos económicos y en apoyo moral, que puede ofrecer la familia a quien está en el paro o e una situación laboral precaria.

b) La tutela social de las familias.

Sólo un entorno social favorable a las familias, hará que éstas puedan promover un verdadero desarrollo social. Además de lo que, en este campo, corresponde a las estructuras sociales, también se debe insistir en la responsabilidad de las personas, sobre todo de los cristianos: «El matrimonio y la familia constituyen el primer campo para el compromiso social de los fieles laicos.

c) Derechos y deberes sociales.

Un modo concreto de promover la función social de la familia es el reconocimiento, cultura política y jurídica de sus derechos. La dignidad, los derechos y los deberes de las familias derivan de la misma naturaleza de la institución familiar. Los derechos de las personas, aunque expresados como derechos del individuo, tienen una dimensión fundamentalmente social que halla su expresión innata y vital en la familia.

Derechos y deberes precedentes al Estado.

La comunidad política tiene el deber de honrar a la familia, asistirla y asegurarle especialmente:

– la libertad de fundar un hogar, de tener hijos y de educarlos de acuerdo con sus propias convicciones morales y religiosas;

– la protección de la estabilidad del vínculo conyugal y de la institución familiar;

– la libertad de profesar su fe, transmitirla, educar a sus hijos en ella, con los medios y las instituciones necesarios;

– el derecho a la propiedad privada, a la libertad de iniciativa, a tener un trabajo, una vivienda, el derecho a emigrar;

– conforme a las instituciones del país, el derecho a la atención médica, a la asistencia de las personas de edad, a los subsidios familiares;

– la protección de la seguridad y la higiene, especialmente por lo que se refiere a peligros como la droga, la pornografía, el alcoholismo, etc.;

– la libertad para formar asociaciones con otras familias y de estar así representadas ante las autoridades civiles.

El reconocimiento y la práctica de eso derecho exigen un empeño constante por parte de todos los componentes de la sociedad, especialmente de las familias.

2. Santuario de la vida y escuela de sociabilidad.

a) Familia y amor.

La familia recibe la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor. El profundo y constante amor conyugal, paterno-materno y filial es la mejor escuela para aprender una vida de donación y servicio, indispensable para el buen desarrollo social. Actualmente se han generalizado diversas actitudes morales, culturales, psicológicas y económicas –consecuencia de la falta de un verdadero amor– que causan graves perturbaciones en las familias: propagación del divorcio y de las uniones de hecho, desidia y abusos de niños y adolescentes, notable incremento de trastornos mentales y de los suicidios (también entre los más jóvenes). Todos estos trastornos derivan, en gran parte, de un deterioro del amor en las relaciones humanas que, a su vez, tiene su origen en el debilitamiento del amor familiar.

b) Santuario de la vida.

La familia es la célula vital de la sociedad, y lo es en diversos ámbitos. En primer lugar, es la célula vital en la esfera biológica, en cuanto la familia es el lugar propio para procrear las personas, que son las que mantienen en vida la sociedad. Un papel crucial de la familia en este terreno es, por tanto, favorecer una cultura abierta a la vida. «Sólo el sentido del amor y de la entrega de los esposos hacen percibir positivamente el donde la vida porque además podrán transmitirle aquellas claves con las que la vida merece ser vivida.

c) El derecho-deber a la educación de los hijos.

Las intervenciones del Magisterio en esta línea han sido muy numerosas; y han ilustrado con frecuencia que la familia es el marco apropiado para preparar las personas a la vida social. Debe, por tanto, evidenciarse el notable papel de la familia en la formación de los hijos, también en lo que respecta a la convivencia social. La trascendencia de esta formación deriva de la misión propia de la familia, que es la de custodiar, manifestar y comunicar el amor.

d) Aspectos de la educación familiar

La tarea de los padres es facilitar la plena maduración de la prole; en ese sentido, deben impartir una educación que no se limite al crecimiento económico o social; su objetivo debe ser el desarrollo integral de la persona. El Concilio Vaticano II subraya que «la verdadera educación se propone la formación de la persona humana en orden a su fin último y al bien de las varias sociedades, de las que el hombre es miembro y de cuyas responsabilidades deberá tomar parte una vez sociedad y el Estado tienen con la familias.

e) Relación entre la familia y las otras instituciones educativas.

La labor educativa parte de la familia, pero no se limita a ella: necesita la colaboración de otras instituciones, los padres tienen el derecho y el deber de velar por la formación que se imparte en los diversos centros educativos de sus hijos, incluso en aquellas cuestiones que parecen neutrales desde el punto de vista de los valores; deben buscar establecimientos educativos que estén en consonancia con sus ideas.

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