LA GUERRA CRISTERA
ROBERTINVALLA17 de Febrero de 2012
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“LA GUERRA CRISTERA”
La Guerra Cristera (también conocida como Guerra de los Cristeros o Cristiada) en México fue un conflicto armado que se prolongó desde 1926 a 1929 entre el gobierno de Plutarco Elías Calles y milicias de laicos, presbíteros y religiosos católicos que resistían la aplicación de legislación y políticas públicas orientadas a restringir la autonomía de la Iglesia católica.
La Constitución mexicana de 1917 establecía una política que negaba la personería jurídica a las iglesias, subordinaba a éstas a fuertes controles por parte del Estado, prohibía la participación del clero en política, privaba a las iglesias del derecho a poseer bienes raíces, desconocía derechos básicos de los "ministros del culto" e impedía el culto público fuera de los templos. Algunas estimaciones ubican el número de personas muertas en un máximo de 250 mil, entre civiles, efectivos de las fuerzas cristeras y del Ejército Mexicano.
El mayor error que pudo cometer el Gobierno de Calles fue creer que la Iglesia en México estaba compuesta por beatas, ancianos y niños. Los asesores del Presidente mexicano le convencieron de la debilidad del cuerpo eclesial y de la falta de reacción del pueblo si forzaba a suspender el culto, logrando que los católicos se quedaran sin Eucaristía y sacramentos, y con los templos e iglesias cerrados a cal y canto.
Entre agosto y diciembre de 1926 se producirán 64 alzamientos armados, sin conexión alguna entre ellos; todo espontáneo. Poco a poco se crea un movimiento cristero algo más organizado que llegará a contar con 30.000 hombres. Sin dinero ni armas, los campesinos cristeros, con una estrategia de guerra de guerrillas, van arrinconando al ejército de Calles y se hacen fuertes en buena parte del país.
La rebelión armada en la entidad estuvo encabezada, entre otros líderes, por José Velasco, que el 1 de noviembre de 1926 se levantó en Calvillo. En este movimiento participaron por lo menos dos sacerdotes, algunas religiosas que escondían a los rebeldes, algunos hacendados y, sobre todo, grupos de clase media y pueblo que manifestaban su oposición al gobierno. En general, en la parte oeste del estado había cristeros, aunque incursionaban en casi toda la entidad y en otros lugares de Zacatecas y Jalisco. Su principal baluarte era la región de Calvillo y la Sierra Fría.
Todo a causa de que en ese mismo año el presidente Plutarco Elías Calles promovió instrumentos sobre el artículo 130 de la Constitución para ejercer severos controles, buscando limitar o suprimir la participación de las iglesias en la vida pública. Algunas de estas reglas estaban claramente enfocadas contra el culto católico, como el obligar a los ministros a casarse y prohibir las comunidades religiosas.
En señal de duelo, muchas iglesias del país suspendieron el culto y el clero, convenció a los feligreses de boicotear al gobierno, como el no pagar impuestos, minimizar el consumo de productos comercializados por el gobierno, no comprar billetes de la Lotería Nacional, ni utilizar vehículos a fin de no comprar gasolina. Esto afectó de forma severa a la economía nacional e inspiró la radicalización de algunos de los grupos conformados por los católicos mexicanos.
Los ciudadanos católicos formaron la Liga Nacional para la Defensa de la Libertad Religiosa en marzo de 1925. Su objetivo era lograr la libertad de culto por medios legales, pero fue declarada ilegal y operó de manera clandestina.
Esta radicalización creció como movimiento social con el objetivo de reivindicar los derechos de libertad de culto en México. Este movimiento creyó en resolverlo a través de un conflicto militar y era independiente de los obispos.
En enero de 1927, las primeras guerrillas, compuestas por campesinos, comenzaron
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