LA GÜERA RODRIGUEZ

Las Travesuras de la Güera Rodríguez

María Ignacia Xaviera Rafaela Agustina Feliciana Rodríguez de Velasco Osorio Barba Jiménez Bello de Pereyra Fernández de Córdoba Salas Solano y Garfias mejor conocida como María Ignacia Rodríguez de Velasco o simplemente como la Güera Rodríguez (20 de noviembre de 1778 - 1 de noviembre de 1850) fue una criolla que figuró en la sociedad colonial mexicana por su belleza y riqueza, además de brindar su apoyo a la Independencia de México.

Nació en la ciudad de México el 20 de noviembre de 1778, hija del matrimonio entre Antonio Rodríguez de Velasco y María Ignacia Osorio Barba y Bello Pereira, conocida en la sociedad novohispana por su belleza y agudo ingenio. Guillermo Prieto, cronista de la época decía de ella: "La Güera no sólo fue notable por su hermosura, sino por su ingenio y por el lugar que ocupó en la alta sociedad”.

El Virrey Juan Vicente de Gümes Pacheco y Padilla, segundo conde de Revillagigedo sorprendió a la Güera conversando con un militar  de nombre José Jerónimo López de Peralta de Villar Villamil, motivo por el cual insistió en que contrajera  nupcias teniendo ella apenas 16 años y así se casó con su primer esposo, sin haberse abrazado ni besado ni acariciado sin haberse prácticamente conocido. Su primera noche fue un desastre el prácticamente se metió a la cama con botas y uniforme militar y ella con el traje de novia, a pesar de esa noche fatal concibió tres hermosas hijas, conocidas como las tres Gracias y un varón.

Aunque se dice que tuvo amores con Simón Bolívar la verdad es que la Güera no permitió siquiera ser tocada por él, aunque si trabaron una gran amistad. También se le relaciona con Alejandro Humboldt pero lo cierto es que este famoso personaje era sodomita y no le atraían las de su sexo.

Su primer amante fue el compadre de su marido el canónigo de la catedral Metropolitana don José Mariano Beristaín de Souza. Este hombre “santo” fue su maestro en las cuestiones del amor.

Al terminar una misa en el templo de La Profesa la Güera conoció al Dr. Mariano Seret, apodado el pelón yéndose a la cama con él ese mismo día. Después del doctor Seret la vida tenía que continuar y continuo con otro canónigo esta vez de la catedral de Guadalajara don Juan Ramón Cárdena; de este “hombre de Dios” se cuenta que a las doncellas que llegaban a confesarle sus pecados carnales las llevaba a la sacristía donde les decía que tenía que recorrer  los mismos caminos que sus novios para poderlas purificar, de otra manera sería imposibles perdonarlas, y entonces las poseía abiertamente ante los ojos del Señor, que obviamente todo lo sabía y nada podía ocultársele, más aun cuando se encontraba en su propia casa, en la casa de Dios.  

Cuando ya no extrañaba la ternura de los brazos de canónigo conoció a un joven artista, Francisco Rodríguez, él tendría unos dieciocho años cuando le pidió a la Güera que posara desnuda para él. Cuando la güera estaba posando desnuda y el pintor arreglando los pinceles el apetito carnal de la Güera pudo más que el deseo de ser eternizada en un lienzo, bajo de su pequeño pedestal para irlo a desvestir y disfrutar de los placeres del amor, antes que los placeres del arte.

Estos deslices llegaron a oídos de su marido el cual ni tardo ni perezoso le pidió el divorcio. Un 4 de julio llego el capitán Villamil pistola en mano a su hacienda en Tacuba dispuesto a matar a la Güera por a verle colocado una hermosa cornamenta en la testa, para fortuna de la Güera la pistola se encasquillo; a raíz de esto la Güera solicito a la Santa Madre Iglesia Católica de intento de asesinato, mas su marido se presentó ante el Virrey a pedirle que fuera recluida en un convento. El Virrey no dudo en ejecutar la solicitud, porque supuestamente tanto el doctor Beristaín como el doctor Cárdena, como Ignacio Ramírez _un clérigo presbítero del arzobispado de México_ con quien la Güera se había acostado un par de veces,   habían dicho que tenía relaciones inconfesables con hombres en su propia casa; de esta forma fue enclaustrada en el Colegio de Belén donde no se le permitía salir ni comunicarse absolutamente con nadie. Pero como lo que Dios une el hombre no puede disolver, la Güera siguió casada con Villamil hasta que Dios se apiado de ella llevándose a su marido en 1805, dejándola en absoluta libertad y con buena fortuna. Tiempo después contrajo nupcias con don Mariano Briones, quien ocupaba un alto puesto en el gobierno. Al poco tiempo de su enlace don Mariano murió de una pulmonía dejándola embarazada y una cuantiosa fortuna; al poco tiempo de nacer la criatura esta murió.

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