La Historia, Su Lugar Y Su Propósito

La historia, su lugar y su propósito.

En la educación, y durante los últimos años, la enseñanza de la historia ha sido objeto de discusión, y todo de alguna manera comienza en la pregunta ¿qué debemos enseñar a nuestros niños sobre el pasado? Y es difícil dar respuesta a ella, pues existen consideraciones políticas además de las educativas, pero debe tomarse como cuestión principal que la historia enseña valores y actitudes y, al hacerlo, porta un mensaje, que ayuda a los alumnos a comprender su pasado, y de esta manera comprenda la historia de manera que deba preocuparse no solamente de cómo fueron las cosas, sino por qué las cosas fueron como fueron, además de que no adopte únicamente un curriculum de la historia moldeado a gusto de las necesidades del gobierno “en turno”.

Pero, para qué estudiar historia, es importante que todos comprendamos la importancia de la historia, pues, como ya lo dijo Enrique C. Rébsamen, es una piedra angular para la educación nacional y debe despertar en los niños una gran admiración por nuestros héroes, profundo respeto a nuestras instituciones políticas y un noble estímulo patriótico. Aunque realmente se sigue discutiendo qué hechos o procesos incluir y cuáles no en los planes de estudio; de la misma manera, se han adoptado varias formas de la educación histórica, la primera es la narrativa de la construcción de la nación, la segunda se enfoca en el análisis de los problemas contemporáneos a partir de un contexto histórico y la tercera toma la educación histórica como el proceso por el cual los estudiantes llegan a comprender la historia como una manera de investigar desde la disciplina y por lo tanto aprenden a pensar históricamente.

Entonces, es importante, más que pensar en qué contenidos enseñar, el cómo enseñarlos, pues cotidianamente los maestros “enseñamos” la historia para que el alumno la memorice, pero realmente la historia no se debe memorizar, se debe comprender. Incluso, ha habido investigaciones que han demostrado la poca utilidad de una historia que tiene como eje la reproducción de datos, la cronología y la narrativa única, cerrada y excluyente.

En conclusión, debemos comprender pues que la enseñanza de la historia posibilita demostrar y confirmar que nuestra cultura nacional no posee una única fuente, sino muchas, que nuestro lenguaje y costumbres no se han desarrollado aislados, inmunes a los movimientos mundiales de los pueblos, que toda sociedad, siempre que se trate de supervivencia, tiene que responder y adaptarse a elementos sobre los que no posee ningún control; por lo que se debe hacer interesante la historia para enseñarla, se deben buscar estrategias adecuadas para que los alumnos puedan ir encontrando esos enlaces entre lo pasado y su presente, cómo afecta o beneficia un hecho histórico a su vida cotidiana, y que comprenda que

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