La Independencia De Mexico
viryss9223 de Febrero de 2014
7.082 Palabras (29 Páginas)301 Visitas
Inicio de la Guerra de Independencia de México
La etapa de inicio de la Guerra de Independencia de México corresponde al levantamiento popular encabezado por Miguel Hidalgo y Costilla. Descubiertos por los españoles, los conspiradores de Querétaro no tuvieron otra alternativa que ir a las armas en una fecha anticipada a la que planeada originalmente. Los miembros de la conspiración se hallaban sin una base de apoyo en ese momento, por lo que Hidalgo tuvo que convocar al pueblo de Dolores a sublevarse en contra de las autoridades españolas el 16 de septiembre de 1810. Los insurgentes avanzaron rápidamente hacia las principales ciudades del Bajío y luego hacia la capital de Nueva España, pero en las inmediaciones de la Ciudad de México retrocedieron por orden de Hidalgo. Los siguientes encuentros entre los insurgentes y el ejército español —llamado realista— fueron casi todos ganados por estos últimos. Los desencuentros entre Hidalgo e Ignacio Allende, que estaban a la cabeza de la insurgencia, aumentaron después de las derrotas.
Los sublevados tuvieron que huir hacia el norte, donde esperaban encontrar el apoyo de las provincias de esa región que también se habían lanzado a las armas. Los líderes de la insurgencia fueron capturados en Acatita de Baján (Coahuila). Una vez arrestados fueron conducidos a Chihuahua. En esta ciudad fueron fusilados Hidalgo, Jiménez, Allende y Aldama, cuyas cabezas fueron enviadas a Guanajuato para que fueran expuestas en las esquinas de la alhóndiga de Granaditas.
La conspiración de Querétaro y el Grito de Dolores
Ignacio Allende y Mariano Abasolo estuvieron entre los simpatizantes de los conjurados de Valladolid. Cuando ésta fue descubierta, organizaron una nueva conspiración que tuvo su sede definitiva en Querétaro. Las reuniones se realizaban de manera clandestina en casa del corregidor, Miguel Domínguez. Allende estaba al frente de los conjurados, entre quienes se encontraban el propio corregidor, Miguel Hidalgo y Costilla, Juan Aldama y Josefa Ortiz1 El grupo de conjurados buscaría en primera instancia la destitución de los españoles en puestos de gobierno, apoyados por un levantamiento que iniciaría el 1 de octubre.
La conspiración fue denunciada el 9 de septiembre por José Mariano Galván. Otras denuncias llegaron a oídos del comandante Ignacio García Rebolledo, que dispuso el cateo a la casa y la aprehensión de los hermanos González. Josefa Ortiz envió como mensajero Ignacio Pérez para avisar a los conspiradores en San Miguel el Grande, después fue presa en compañía de su marido y otros conspiradores.3 El aviso de la Corregidora llegó a Juan Aldama, y fue él quien lo llevó hasta Dolores el 16 de septiembre. Con ayuda de presos que liberaron de la cárcel, los insurgentes capturaron al delegado Rincón y se dirigieron al atrio de la iglesia. En ese lugar, Hidalgo convocó a los asistentes a levantarse contra el mal gobierno.4 Hidalgo arengó a la población, acto que es conocido como Grito de Dolores y se considera el inicio de la guerra por la independencia mexicana.5 Al paso de los días algunos de los presos de Querétaro fueron puestos en libertad, aunque otros sufrieron el destierro.
Campaña militar Entre 1786 y 1788, en Nueva España se había producido una de las crisis agrícolas más grandes de su historia, provocando una hambruna en la que murieron cerca de 300 000 personas. Entre 1808 y 1809 una grave sequía en El Bajío había reducido las cosechas, por consiguiente los alimentos habían cuadruplicado sus precios. Por otra parte, las guerras en Europa habían provocado escasez y desempleo.7 Ante esta situación los campesinos vieron en Hidalgo a un líder que podría conducirlos a una vida mejor. Fue así que los insurgentes lograron conseguir adeptos rápidamente.8 Contaba además con los refuerzos que pudieran proveerle Allende y Mariano Abasolo, oficiales del Regimiento de Dragones de la Reina en San Miguel el Grande.9 Acompañado de esta tropa, cuya magnitud se desconoce, se dirigieron primero a Atotonilco, donde tomaron el estandarte de la Virgen de Guadalupe, que fue considerado el emblema del movimiento.10 Ahí nuevamente Hidalgo arengó a su tropa, con el grito de "¡Viva la Virgen de Guadalupe , viva Fernando VII!", la población respondía "¡Viva la América y mueran los gachupines!".
Al paso de los insurgentes por las poblaciones del oriente de Guanajuato se unieron mineros y peones de las haciendas aledañas, algunos pocos llevaban armas de fuego, pero la mayoría estaban armados con machetes, lanzas, palos, garrotes, hondas y piedras. El 21 de septiembre, cuando llegaron a las inmediaciones de Celaya, su fuerza era de veinte mil hombres. Seguidos por los soldados y la masa del pueblo, Hidalgo y Aldama marcharon a la cabeza del contingente enarbolando un retrato de Fernando VII. Al llegar a la ciudad, sonó un disparo y la plebe comenzó a realizar un saqueo en la ciudad. Los soldados comandados por Aldama intentaron inútilmente contener la acción.12 En esa población, Miguel Hidalgo fue nombrado capitán general, quedando al mando del ejército por encima de Allende —que sin duda era más hábil en lo que se refiere a táctica militar— a quien se le nombró teniente general.13 De Celaya, los insurgentes salieron con rumbo noroeste y en su camino se apoderaron de Salamanca, Irapuato y Silao. Cuando llegaron a las inmediaciones de Guanajuato, el 28 de septiembre, el número de los rebeldes había aumentado considerablemente.14 La mayor parte de las clases altas urbanas de Nueva España vieron al principio con buenos ojos la revolución encabezada por Hidalgo, pero a medida que se evidenció que los jefes insurgentes no podían contener a sus seguidores, el apoyo se fue desvaneciendo, incluso el mismo Ignacio Allende empezó a ver con recelo a Hidalgo, a quién más tarde acusaría de haberse dejado llevar por la plebe.
Toma de Guanajuato
Artículo principal: Toma de la Alhóndiga de Granaditas
Ignacio Allende.
El intendente de Guanajuato, Juan Antonio Riaño, se dio cuenta que la mayor parte de los habitantes de la localidad eran mineros que esperaban unirse al levantamiento insurgente, por lo que decidió parapetarse con seiscientos hombres en la Alhóndiga de Granaditas, uno de los edificios más fuertes y gruesos de la ciudad. Envió cartas solicitando apoyo militar al recién llegado virrey Venegas, al presidente de la Real Audiencia de Guadalajara y a Félix María Calleja, quien era jefe de las tropas realistas de San Luis, pero la ayuda no llegó a tiempo.16 Hidalgo, que había mantenido una amistad con Riaño, antes de dar la orden de ataque le solicitó la capitulación, pero el intendente se negó17 e iniciadas las hostilidades fue de los primeros hombres en morir.18 Sin poder penetrar el edificio, Hidalgo pidió a un indio minero, conocido como «el Pípila», quemar la puerta principal. Éste cargó una losa en la espalda a manera de escudo, logrando incendiar la puerta de la alhóndiga para abrir paso a los insurgentes.19 en 153 De este modo, a las cinco de la tarde, se logró la toma de la Alhóndiga de Granaditas. Durante el desorganizado asalto los sitiadores sufrieron más de dos mil bajas. Cuando las hostilidades cesaron —a manera de venganza por la muerte de sus compañeros— la plebe asesinó a más de doscientos cincuenta españoles, dando inicio a un saqueo por la ciudad que duró hasta el día siguiente. Hidalgo pudo contener el desorden publicando un aviso que conminaba a pena de muerte a los saqueadores.20 Durante su estancia, los insurgentes reorganizaron sus tropas añadiendo dos nuevos regimientos de infantería y se fundieron cañones para incrementar la artillería. José María Liceaga fue nombrado coronel y José Mariano Jiménez se añadió a la causa.
Toma de Valladolid
Artículo principal: Toma de Valladolid
En la Ciudad de México, el virrey Venegas publicó un bando ofreciendo una recompensa de diez mil pesos por las cabezas de los líderes de la insurrección.22 Se giraron instrucciones para cercar la rebelión, Félix María Calleja partió desde San Luis y el gobernador militar Roque Abarca envió brigadas desde Guadalajara.23 En Valladolid el obispo de Michoacán Manuel Abad y Queipo, a pesar de ser amigo de Hidalgo, desaprobó las acciones de los insurgentes, publicando un edicto en el que calificó a Hidalgo y sus compañeros como perturbadores del orden público, sacrílegos y perjuros, por lo que los excomulgó.24 El arzobispo de México, Francisco J. Lizana y el obispo de Guadalajara Juan Ruiz de Cabañas se sumaron a la postura de Queipo. El 13 de octubre, el inquisidor de México, Bernardo de Prado y Obejero, ratificó la excomunión, haciéndola extensiva a todo aquel que aprobase la sedición, recibiese proclamas, ayudase a los insurgentes o que mantuviese comunicación con ellos.
Mientras tanto, el 8 de octubre, Hidalgo inició el avance por el Valle de Santiago, Salvatierra, Acámbaro, Zinapécuaro e Indaparapeo, reclutando más gente e incrementado su fuerza a sesenta mil hombres.26 El coronel Diego García Conde que había partido de la Ciudad de México para defender la plaza de Valladolid, cayó prisionero de los insurgentes en Acámbaro. En Valladolid solamente se encontraban setenta hombres al mando de Agustín de Iturbide, quien al ver el panorama decidió huir hacia la capital. Hidalgo le propuso unirse a la rebelión, pero éste rehusó el ofrecimiento. El propio obispo Abad y Queipo trató inútilmente de organizar la resistencia, y sin lograr su objetivo abandonó el lugar. Una pequeña comisión, compuesta por el capitán
...