La Inteligencia Y El Deseo
landylizeth3 de Abril de 2014
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LA INTELIGENCIA Y EL DESEO
INTRODUCCIÓN
Al principio describe el libro como un manual de supervivencia para náufragos en el que nos enseña como mantenerse a flote, como construir una embarcación y gobernarla y como dirigirse a puerto, tres temas de suma importancia para aquellos que han tenido algún percance en la mar y que el autor utiliza como metáfora para la ética de supervivencia, la ética de la felicidad y la ética de la dignidad.
Estos tres conceptos conforman lo que el denomina los tres niveles de la ética constituyente, conceptos que describen como el hombre pasa estar regido por la ley del más fuerte para poder sobrevivir en un ambiente hostil como la naturaleza a la obtención de una serie de derechos, y sus correspondientes obligaciones, que le permite vivir en una sociedad civilizada.
DESARROLLO
El autor comienza igualando los conceptos de vivir y escribir antes de introducir al naufrago. Para poder crear algo es necesario encontrar un equilibrio entre seguir las estructuras fijas impuestas por el lenguaje y no aceptarlas. Por ello lo define como “una sabia mezcla de determinismo e invención”.
También reconoce que al mantener un buen estilo en la escritura se demuestra un gran talento creador, debido a que la tentación de dejarse llevar por el determinismo siempre está presente y escribir, al igual que vivir, exige un esfuerzo por nuestra parte. El mismo esfuerzo que el naufrago necesita para mantenerse a flote tanto en el estilo como en la vida. Un esfuerzo que “fracasaría si no se encarama en si mismo”.
Con está metáfora sobre el naufrago nos introduce la idea de la ética precaria, ética que sin nuestro apoyo daría al traste con el débil orbe de los valores y la dignidad humana.
Las fuerzas que animan al hombre a construir y destruir civilizaciones, al igual que al naufrago nadar y mantenerse a flote, son la inteligencia y el deseo. El autor describe la inteligencia humana como “una inteligencia animal transfigurada por la libertad”, porque a pesar de que la inteligencia de los animales les induce a realizar tareas monótonas, el hombre es capaz de controlar hasta cierto punto sus operaciones mentales guiado por su deseo.
La inteligencia de un hombre, le encamina a realizar ciertas pautas repetitivas como son la necesidad de pertenecer a comunidades o lograr el apoyo del grupo, lo cual es una reminiscencia animal de la pertenencia al rebaño, pero el deseo es capaz de alterarlas de forma inconsciente, lo que Aristóteles definió como inteligencia deseante. Por ello el autor se atreve a definir al ser humano como una sentimentalidad inteligente, porque sus sentimientos son capaces de alterar su propia realidad.
Las personas, al igual que los animales, tenemos en nuestro cerebro estructuras cerebrales para el asociadas al placer, dolor, deseo, aversiones. Lo cual induce a percibir los sentimientos como una elaboración cognitiva de las necesidades, necesidades que no paran de cambiar dependiendo de la realidad.
La inteligencia tiende ha “ser libre, ser sabia, ser inventiva”. En otras palabras, tiene tres funciones que son controlar su propio funcionamiento, conocer la realidad e inventar posibilidades. Y es está ultima, según el autor, la que nos lleva directamente a la ética.
La inteligencia tiene la capacidad de inventar posibilidades que no pertenecen al mundo de la fantasía sino al mundo real, ideas que nos permiten ampliar la realidad cuando son incorporadas a nuestros proyectos, en los que conjugamos realidad y posibilidades. Para apoyar esta idea se nos presenta el ejemplo del arquitecto del puente Alcántara, quien a base inventiva logro que la materia se venciera a si misma.
Entre los proyectos creados por la inteligencia los más universales, según Marina, son la consecución de la felicidad y alcanzar la perfección. Para bien o para
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