La Melancolía En Las Artes Plásticas De Occidente
caligarita1917 de Marzo de 2014
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Xavier Soro Llacer. La melancolía en las artes plásticas de occidente. Universidad Politécnica de Valencia. 2007. 125 pp
Éste libro recapitula el tema de la melancolía vista desde la perspectiva del arte y su forma de representarse a lo largo del tiempo. El autor, Xavier Soro, nos adentra al concepto de emociones y sentimientos en primer plano para comprender lo que es hoy el temperamento melancólico y la relación que pueda guardar con los filósofos griegos de la antigüedad. Uno de los temas principales que sugiere Soro es la relación que debe existir entre el ser melancólico con la búsqueda del Yo, de su identidad y de su confrontación con todo aquello que lo rodea.
Las emociones
En este capítulo se hace una descripción de las emociones y sentimientos. Es frecuente confundir esos dos conceptos, sin embargo esto no quiere decir que su significado sea el mismo, Soro nos menciona que una emoción son las variaciones de los sistemas motor, respiratorio y circulatorio por efecto de un estímulo, ya sea interno o externo, mientras que los sentimientos son la racionalización de una emoción básica, de este modo la tristeza es una emoción mientras que la melancolía es una sentimiento. De acuerdo a esto se reconocen en la lectura cinco emociones básicas, las cuales son: alegría, tristeza, ira, miedo y asco, las demás emociones se denominan mixtas.
La intensidad y tono de la emoción que experimenta un sujeto depende de la historia particular y del carácter del individuo. En estos casos la estimulación viene del mundo exterior aunque también es posible que al pensar en algo ajeno se estimule una emoción. El sentimiento que se evoca se acompaña de diferentes expresiones faciales, dirección de la mirada, postura corporal, aumento de ritmo cardiaco, contracciones estomacales, etc.
Es por esto que Soro nos menciona que las emociones se componen de elementos que afectan la conducta y constituyen su apariencia externa, lo que propicia la comunicación entre dos o más individuos, también alude a los factores fisiológicos como la respiración y la dilatación pupilar como agentes que intervienen de igual forma en la acción expresiva de las emociones.
De acuerdo al autor, la tristeza es un desencadenante de la melancolía. La visión de la expresión facial de la tristeza consiste en tener los ojos dirigidos hacia abajo y los músculos del rostro relajados, asi que por mimesis se reproduce la tristeza en el que observa. Es por esto que Soro reconoce tres sistemas de respuesta que funcionan como un todo dentro de la producción de una emoción, una es el factor de respuesta fisiológico/adaptativo, otro es el factor conductual/expresivo y el último el factor cognitivo/subjetivo.
Para el mayor entendimiento del tema tan complejo de las emociones, Soro desarrolla las distintas teorías de los sentimientos postuladas por distintos autores, algunos defienden que las emociones se producen por una apreciación cognitiva de la situación y otros mencionan que las emociones son la consecuencia directa de la percepción de cambios de nivel corporal. Esas teorías son la de James-Lange, la de Cannon- Bard y la de Jame Papez, esta última es la más aceptada ya que se acerca a la relación que hacían los filósofos griegos de la melancolía con la bilis negra y con una acción postural característica de la misma que se observa en las distintas representaciones artísticas de las diferentes épocas.
La melancolía
Para entrar de lleno al tema que persigue este libro, el autor sintetiza las diferentes concepciones a lo largo del tiempo sobre la melancolía. De acuerdo a los distintos estudios científicos realizados sobre la melancolía y de la apreciación de esta como enfermedad mental, se han utilizado desiguales términos para denominarla, actualmente se le asocia más con la depresión que conlleva distintos estados de ánimo.
El autor hace referencia a los filósofos griegos que desarrollaron la teoría de los cuatro humores producidos por el cuerpo humano: sangre, bilis amarilla, flema y bilis negra, y su correspondencia respectiva con los cuatro temperamentos: sanguíneo, colérico, flemático y melancólico. Los filósofos griegos consideraban a la melancolía inminentemente asociada a la depresión, fue conocida también como “mal de Saturno” debido a la influencia de los astros en el alma. Sin embargo, durante la edad media se le concibió como un pecado, hasta que en el renacimiento se reinventó ese concepto convirtiendo al ser melancólico en un “genio”. Hasta el siglo XVII, se comenzó a estudiar a la melancolía desde el punto de vista psicológico, y ya en el siglo XIX fue tratada como una enfermedad psiquiátrica.
Soro comenta que la base original de la concepción de la melancolía fue la parte del cuerpo denominada bilis negra que como ya mencionaba anteriormente forma parte de los cuatro humores, éstos tenían cierta correspondencia con las cuatro edades del hombre y con los elementos cósmicos. Para desarrollar la teoría del humoralismo, Soro se apoya en los pensamientos pitagóricos que definían la salud como equilibrio de distintas partes y la enfermedad como el predominio de una sola.
De acuerdo a lo anterior, vemos que el humoralismo nace en el 400 a.C. influenciado principalmente por Empedocles quien estableció y sostuvo una unidad del macrocosmos y microcosmos. El tratado más importante y que fue decisivo en la concepción de los cuatro humores “De la naturaleza del hombre” atribuida a Hipócrates, introdujo la sangre en el sistema aunque no se tratase de un humor sobrante, y distinguió a la bilis en dos. Estos humores se aseveraba, estaban siempre presentes en el cuerpo pero prevalecía cada uno de acuerdo a las estaciones del año. Además si se combinaban entre sí producían salud, por el contrario se podían contraer enfermedades. De acuerdo a este estudio el humor más saludable fue el sanguíneo y opuestamente el melancólico lo cual desembocó en un mayor estudio del mismo.
El autor dentro de su libro analiza el tratado de Aristóteles “Problema XXX” el cual menciona que la bilis negra se encuentra en todos los hombres aunque no necesariamente se convierta en un estado corporal malo. Se aborda que dependiendo de la cantidad de bilis negra y su temperatura se producen distintos estados de carácter en el hombre, por ejemplo si la bilis se enfriaba o calentaba en los llamados melancólicos naturales se producían personas necias o alocadas. Soro menciona que Aristóteles establece el concepto de genio que se retomará después.
Es por lo anterior y también por las observaciones de la medicina, la biología, entre otras, que nace una nueva ciencia denominada fisiognomía que se encarga de estudiar el comportamiento de las personas y que sirvió para el establecimiento de un esquema bien cimentado de los cuatro temperamentos, es decir el aire es caliente y húmedo, el agua es fría y húmeda, el fuego es caliente y seco, la tierra es fría y seca, cada uno de estos elementos eran comunes a las sustancias componentes del organismo humano y así se establecían también distintos caracteres. A consecuencia de este esquema, se estableció una sistematización de los caracteres para cada temperamento, la persona sanguínea se vio como una persona alegre, animada, de buen carácter y agraciada; el colérico se vio como violento, brusco y exaltado. El melancólico sin embargo, se llenó de propiedades desfavorables y se comenzó a fundir con las características del flemático.
Estas imágenes corresponden a los grabados de Virgil Solís, los cuales se describen en el libro de Soro, a partir de esta época se ve a la persona melancólica como un ser reflexivo, somnoliento, triste y olvidadizo.
Es asi como el autor afirma que la melancolía se sigue concibiendo como enfermedad si el hombre es melancólico por naturaleza, y transitorio para aquellos que no tuviesen esa naturaleza.
Soro comenta que el planeta Saturno se relacionó también a la bilis negra, ya que se le dieron las cualidades de frío y seco debido a su alejamiento del sol. De acuerdo a la mitología griega, Saturno se vio como un ser triste, preocupado y reflexivo; por haber sido desterrado y por haber sacrificado a sus hijos se le relacionó con la locura. Aunque también se le considero un planeta poderoso por su inteligencia debido a su cercanía con los dioses.
En este apartado, Soro muestra dos descripciones de la representación artística del dios Saturno, una donde la figura se nota inexpresiva con un manto que solo deja ver su cara, los pies y una mano sosteniendo un hoz que representa el poder.
En el segundo tipo de representación, Soro describe la imagen de El Sepulcro de Cornutus que se encuentra en el vaticano, en esta la figura de Saturno deja reposar su mano derecha con gesto de cansancio sobre la rodilla, mientras que la cabeza inclinada se apoya en la izquierda. El autor menciona que todos estos factores influyeron en la consecuente representación del símbolo del ser melancólico.
La representación de la melancolía en la historia del arte
Soro hace primeramente un breve recorrido por la manera de ver la melancolía durante la antigüedad clásica, menciona que en esta época la melancolía se vio relacionada con la dislocación de la conciencia, la tristeza, la depresión, lo extraño, etc., fue asi que se le concibió como un síntoma de “extasis divino” correlacionado a la locura. Los griegos representaban ese éxtasis en cerámica organizada en franjas paralelas, como lo es la siguiente pieza denominada Heracles y el toro de Minos.
El autor menciona que la melancolía paso a representarse con una posición muy característica: un individuo en posición
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