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La breve y accidentada historia del STUHM


Enviado por   •  13 de Abril de 2015  •  Síntesis  •  1.433 Palabras (6 Páginas)  •  189 Visitas

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México. Los trabajadores de la armadora automotriz Honda en El Salto, Jalisco, son considerados por las autoridades laborales un peligro para la paz social por organizar un sindicato independiente, y por ello les retiró el registro como organización, denuncia José Luis Solorio, secretario general del Sindicato de Trabajadores Unidos de Honda de México (STUHM).

En dos años de su existencia oficial, el STUHM enfrenta continuamente obstáculos legales e ilegales por parte de la empresa y las autoridades para impedir que represente a los trabajadores, “pues podemos ser el ejemplo para que otros obreros se organicen por sus intereses”, considera Solorio.

En el embate contra el STUHM se encuentran involucradas autoridades laborales, pues un funcionario de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje es, al mismo tiempo, apoderado del sindicato que tiene el contrato colectivo con Honda y es afín a la empresa transnacional, acusan integrantes del sindicato independiente.

La breve y accidentada historia del STUHM

Honda es una empresa de capital japonés que posee, entre otras, una planta armadora de autos y motocicletas en el municipio de El Salto, donde emplea a cerca de 2 mil 400 obreros, y otra en Celaya, Guanajuato. Desde la fundación de la planta en Jalisco, la empresa cuenta con sindicato de protección (como se llama a aquellos que actúan a espalda de los trabajadores y en contubernio con los patrones para su beneficio), informa Raúl Pallares, secretario de Actas y Acuerdos del sindicato independiente y despedido de la empresa.

“Desde que te contratan, tienes que firmar una hoja de afiliación a un sindicato, que es de la Confederación de Trabajadores de México (CTM). Cuando preguntas por tu representante sindical, te dicen que no lo necesitas y que todo se resuelve con el gerente de recursos humanos”, describe Solorio.

Un grupo de trabajadores comenzó a reunirse para construir una asociación que sí los representara. El primer intento fue en 2008, pero el hostigamiento de la empresa los obligó a desistir. En 2010, retomaron la organización de manera clandestina, “fuimos de casa en casa de los compas para que no nos identificaran, pero la empresa nos descubrió y despidió a tres de nosotros a finales de abril, dentro de los cuales está Pallares”, relata el secretario general. Pero el sindicato ya estaba constituido.

El primer núcleo de trabajadores se conformó con solamente 44 personas para no arriesgar al despido a más obreros. Tuvieron razón: en cuanto entregaron los papeles con los nombres de los afiliados, comenzaron los despidos. Esta vez le tocó, entre otros seis, a Solorio, quien no aceptó la liquidación ofrecida por Honda.

Después de la constitución del STUHM vino un viacrucis en las instancias oficiales para poder disputar la titularidad del contrato en la planta y para conservar su registro como sindicato. En agosto de 2010, les negaron la toma de nota –una constancia por la que la autoridad laboral da fe del cumplimiento de ciertos requisitos y que solamente se pide en México- y les pidieron cumplir requisitos no previstos en la ley, como proporcionar el acta constitutiva de la empresa. El STUHM se amparó y la Secretaría del Trabajo recurrió el amparo, pero el sindicato independiente ganó esta batalla en agosto de 2011 y comenzó a prepararse para disputar el contrato, ya con cerca de la mitad de los trabajadores afiliados a su causa.

Los tropiezos contrastan con el camino llano que tuvo el sindicato de la CTM, que en tan sólo 30 días logró cambiar su registro de local a federal y consiguió 500 afiliados con apoyo de la empresa, que hizo contrataciones para obligar a los nuevos obreros a afiliarse al sindicato charro, relatan Solorio y Pallares. El STUHM se enteró del cambio cuando la Junta les notificó que su demanda por el contrato no procedió pues el sindicato titular ya era otro. Los obstáculos siguieron a través de cambios de domicilio del sindicato de la CTM para evitar su notificación de la demanda. Cuando el STUHM logró la notificación (“nos tuvimos que hacer cargo de los gastos con tal de que las autoridades fueran al domicilio del sindicato”, recuerda Solorio), entró un tercer sindicato afín a la empresa para reclamar también el contrato colectivo, esta vez a través de la priista Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos (CROC). La intención de la CROC “fue entorpecer el proceso, pues más adelante, en cuanto nos cancelaron

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