La pregunta ¿historia para qué?
despiertamePráctica o problema7 de Octubre de 2012
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Historia ¿Para Qué?
La pregunta ¿historia para qué?
Es una interrogante en la cual se pone a debate de manera explícita el problema, función o utilidad del saber histórico se Pone en problema de la función del saber histórico. Marc Bloch con tal pregunta también se abre el asunto de la legitimidad de ese saber. El problema que plantea es nada menos que de la legitimidad de la historia. La distinción entre legitimidad y utilidad ambas parecen entremezcladas.
En la guerra de Peloponeso Tucídides escribe: “mi intención no es componer una farsa o comedia que dé placer si no una historia provechosa que dure para siempre”. Su intención (elaborar una historia provechosa) se realizaría en la medida en que la investigación permitiera “saber la vedad de las cosas pasadas”
La importancia del discurso histórico posee una función social. No hay discurso histórico cuya eficacia sea puramente cognoscitiva; todo discurso histórico (se escribe) en una determinada realidad social.
La tendencia a identificar utilidad y legitimidad del discurso histórico tiene con frecuencia su origen en la idea de que la historia sigue un curso ineluctable: los historiadores procura formular reglas de conducta- en los comienzos, por ejemplo, de esta disciplina en Grecia y Roma. Utilidad y legitimidad no son magnitudes equivalentes.
Marx no consideró jamás el estudio del pasado como una actividad intelectual en sí, que tuviera su fin en sí misma, lo que contaba para él era pensar históricamente, políticamente. El estudio del pasado no era para Marx indispensable sino al servicio del presente.
La función de la historia se limitó conservar en la memoria social un conocimiento perdurable de sucesos decisivos para el funcionamiento de las instituciones políticas y eclesiásticas así como valores y símbolos populares.
El estado dispone de numerosos canales mediante los cuales impone una versión del movimiento social idónea para la preservación del poder político. La ocultación en uno de los procedimientos más corrientes en este dispositivo de control del pasado por el poder.
El conocimiento del pasado tiene su punto de partida en el presente, “la historia es una dialéctica de la duración gracias a ella, es el estudio de lo social, del pasado y del presente ambos inseparables. Son en buena medida los acontecimientos contemporáneos del que permiten profundizar en el conocimiento del pasado. La historia necesariamente interroga por las cosas que sucedieron en tiempos anteriores a fin de ofrecer respuestas a los problemas de hoy.
La función teórica de la historia y su función social (organiza el pasado en función de los requerimientos del presente) son complementarias. Ahora bien, ¿se justifica la antigua tradición según la cual, la historia está obligada a juzgar los acontecimientos y sus protagonistas desde criterios morales, nacionales o partidarios? El problema no radica en el desplazamiento del discurso histórico presidido por la pregunta ¿Por qué?
Los juicios de valor son inherentes a la función social de la historia pero ajenos a su función teórica. Un aspecto decisivo del oficio de la historia consiste, precisamente, en vigilar que la preocupación por la utilidad no resulte en detrimento de su legitimidad.
“Aquellos que quisieren saber la verdad de las cosas pasadas y por ellas juzgar y saber otras tales y semejantes que podrán suceder en adelante, hallarán útil y provechosa mi historia; por qué mi intención no es componer farsa o comedia que dé placer por un rato, sino una historia provechosa que dure para siempre”
Este pasaje muestra hasta qué grado estaba convencido Tucídides de que su intención se realizaría en la medida en que la investigación permitiera saber la verdad de las cosas pasadas, en este caso verdad y utilidad son sumamente correspondientes
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