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La historia que no fue


Enviado por   •  19 de Septiembre de 2013  •  Tesis  •  1.680 Palabras (7 Páginas)  •  405 Visitas

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La historia que no fue

Por el sendero de lo inverosímil

Edición de Setiembre 2008

¿Qué habría sido del Perú si Abimael Guzmán llegaba a Palacio?

Por Raúl Behr

http://perueconomico.com/ediciones/34-2008-sep/articulos/383-por-el-sendero-de-lo-inverosimil

Cierta o no, una de las leyendas más publicitadas en la China Popular fue la de un sexagenario Mao Tse Tung nadando 17 kilómetros del río Yangtsé a velocidad olímpica. Tan inverosímil como que el “Presidente Gonzalo” hubiera emulado tal gesta en el Amazonas fue la posibilidad de que Sendero Luminoso tomara el poder.

Pero, por un momento, omita las razones teóricas y prácticas por las que esto jamás hubiera pasado. Olvide también que la Encuesta del Poder ya no ubica a Guzmán como el tercer hombre más poderoso del país como en 1992 (estuvo entre los 10 primeros desde 1983). Imagínelo en Palacio. ¿Cómo habría sido la “República Popular del Perú”?

Hipótesis 1: el Sendero camboyano

Iván Hinojosa, historiador y ex miembro de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR), considera improbable que Sendero hubiera tomado el poder, al margen de sus métodos sanguinarios y la enorme destrucción que provocó. Pero, puesto ante la disyuntiva de imaginar un gobierno senderista, considera que -salvando las diferencias de contexto- la experiencia más similar es la Camboya de Pol Pot (1975-1979), incluso más que la propia China de Mao (1949-1976).

Tanto para Sendero como para el Khmer Rouge, todo lo que representara al “Viejo Estado” debía ser destruido para edificar una nueva estructura. Su pilar fundamental era la reeducación de la sociedad. Lo urbano, en su visión, era impuro: la ciudad representaba la corrupción, la desviación, la dependencia extranjera.

Su objetivo más radical era eliminar el concepto de “ciudad burguesa”, enviando a la población a trabajar la tierra para facilitar su control, hacerla autosubsistente y, fundamentalmente, para “purificarla”. “Es la idea de convertir al país en una enorme plantación”, como señala Hinojosa. Ello habría implicado la desaparición del mercado, de la moneda y de todos los símbolos (celebraciones, bandera, monumentos) que representaran el antiguo orden, para reemplazarlos por un proyecto de colectivización agrícola forzada.

Cuando un movimiento causa tanto terror, la gente imagina que, de llegar al poder, sus militantes saldrán a las calles a masacrar civiles para saciar su apetito asesino. Es una imagen algo distorsionada. En realidad, donde muere la gente, como señala Hinojosa, es en los “laboratorios sociales”: “Cuando llevan a la gente a trabajar la tierra, se mueren cientos de miles en el desplazamiento. No hay, además, suficientes tierras de cultivo, se acaban las existencias y la gente empieza morir, ya sea de hambre o por los trabajos forzosos a los que son sometidos”. Las ejecuciones, por ende, suelen darse bajo una lógica tan práctica como tenebrosa: si no hay comida para todos, algunos tienen que morir para que alcance.

En Camboya los resultados fueron catastróficos. Aunque las cifras siguen siendo discutidas, se estima que casi un cuarto de la población (cerca de dos millones de habitantes) murió en el proceso. Muchas familias fueron separadas e, incluso, los matrimonios fueron disueltos para desprender a la población de antiguos lazos que afianzaran su individualidad.

Pese a las similitudes teóricas con el proyecto polpotiano, Sendero difícilmente hubiera podido aplicarlo. Las diferencias saltan a la vista: Camboya era un país principalmente rural, que había sufrido una reciente y brusca migración hacia las ciudades por un factor externo: los bombardeos norteamericanos de 19691. Estos, además, habían destruido la infraestructura del país, incluyendo su poder militar. En el Perú, en cambio, la migración a las ciudades fue progresiva y por factores económicos concretos: los migrantes ya estaban insertados en la economía urbana. Para Sendero, por ejemplo, Lima hubiera sido inmanejable. Además, el ejército peruano, pese a sus carencias y a las graves violaciones a los derechos humanos, tenía mucho más hombres y armamento2. No hubiera podido derrotarlo, y aún haciéndolo, no habría podido disolverlo para rearmar otro.

Según Hinojosa, Sendero habría tenido que generar una destrucción aún mayor que la polpotiana para “poder adecuar al país a su diagnóstico”. Descarta que estableciera alianza alguna. Su ideología era inflexible: “Ser de izquierda o de derecha era irrelevante para Sendero; para ellos, todos eran de derecha”.

Hipótesis 2: el Sendero pragmático

Aunque coincide con Hinojosa en la imposibilidad de que Guzmán tomara el poder, la imagen de un hipotético gobierno senderista que tiene Carlos Tapia, también ex miembro de la CVR, es distinta. Él cree que Abimael habría sido más pragmático, y establecido alianzas con “sectores de la burguesía nacional”.

Su tesis encuentra asidero en las propias declaraciones de Guzmán a la CVR sobre el atentado en Tarata: ”Tarata fue un craso error político, porque si desde noviembre de 1991 planteamos oficialmente que hay que ganar a la burguesía nacional, ¿qué sentido tiene golpear en Tarata?”. Asimismo, entrevistado por Vladimiro Montesinos en la Isla San Lorenzo poco después de su captura, el líder senderista afirmó que, dado el fenómeno de la globalización, un gobierno suyo hubiera tenido que ser “pragmático, adecuarse un poco a la situación”.

Aunque estas palabras

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