La vuelta de Martín Fierro (1879)

La vuelta de Martín Fierro (1879)

Capítulo XIII:

Este canto narra la historia del hijo de Fierro, comenta que vivió diez años entre extraños, hasta que lo encontró una tía que le dio todo lo que necesitaba y esto provocó que estuviese todo el día ocioso. Además, lo nombro heredero de los bienes que tenía. Al fallecer la anciana, heredaría todo, pero como era menor el Juez, oportunista, se aprovechó de la situación y le confisco la herencia hasta que sea mayor, dejándolo sin nada. En el libro menciona esta situación diciendo que “se quedó sin un solo trapo ni para el frio ni para el calor”. Este juez Le nombro un tutor y paso al cuidado de este.

Capítulo XIV:

El juez trajo a un viejo medio cimarrón (salvaje), muy renegado y muy ladrón que lo llamaban Vizcacha. Andaba rodeado de perros que eran todo su placer. Carneaba noche a noche alguna res (vaca, chancho, etc.) en el pago dejando allí el rezago, alzaba en ancas el cuero, que se lo vendía a un pulpero por yerba, tabaco y trago. Le tenía rabia a las vizcachas. -"Cuando el juez me lo nombro tutor me dijo que era un señor, me iba a enseñar a trabajar y darme la educación, pero en realidad era todo lo contrario. Vizcacha, según un amigo mío, mato a su mujer de un palazo porque le dio un mate frio. Soñaba siempre con ella y decía que ella desde el mismo infierno lo estaba llamando a gritos."

Capítulo XV:

Aquí recibe los consejos del viejo Vizcacha, que era su tutor, en los que le decía que hacer para no tener más problemas. Entre ellos comenta que tenía que hacerse amigo del juez y que no le lleve la contra, que no le tenga envidia a nadie, si deseaba vivir en paz que no se casara y que siempre era necesario llevar armas para protegerse. Luego de decirles estas palabras se queda dormido por la borrachera que tenía.

Capítulo XVI:

El viejo vizcacha cayó enfermo y empeoraba. Entonces le traje una curandera a ver si mejoraba. Al verlo dijo que tenía un tubérculo y no le dio mucho tiempo de vida. Vizcacha le pedía a gritos al diablo, que se lo llevara al infierno. Cuando ya no pudo hablar más, le ate una campana en la mano. Pero al poco tiempo falleció.

Capítulo XVII:

Este canto habla del tiempo posterior a la muerte del tutor del hijo de fierro: vizcacha. Cuando lo vio muerto, le dio un miedo terrible. Llamo al alcalde y a tres o cuatro de vecinos. Los vecinos le pedían a Dios que le perdone todo lo que había hecho. Sus amigos, mientras tanto, comenzaron a contar las maldades que hacía, como por ejemplo que le gustaba escupir asados ajenos. Esta costumbre se la quito un mulato desertor que le llamaban barullo, quien una noche, luego de que Vizcacha le escupiera el asado, lo intento

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