Lecumberri
CARMENRV28 de Enero de 2013
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INTRODUCCION
Después de revisar las opciones que se tenían para llevar a cabo una investigación relacionada a la materia y buscar también en los recuerdo más profundos de mi vida, se llega a la conclusión de hacer esta investigación sobre una penitenciaria, una de las más importantes en la vida de nuestro país, Lecumberrti, esto debido a que marco la vida, la de los seres más queridos de mi vida, mis padres y hermano mayor.
Esta cárcel fue pensada y aprobada en una de las épocas más brillantes del país, claro esto era solo para unas cuantas familias, el porfiriato se caracteriza por los adelantos que trajo consigo, pero también fue el regreso a la esclavitud disfrazada de “trabajo”, época en la que la autoridad era impartida por verdaderos rufianes.
Esta prisión aunque no se diga fue una continuación del ferrocarril, ya que fue elaborada de acero, en techos, paredes, camas, pisos y puertas.
Verdaderamente espero que esta humilde investigación a alguien le sirva.
CONTENIDO
TEMA PAGINA
OBJETIVO ……………………………………………………………….……….… 4
ANTECEDENTES …………………………………………………….………….…... 4
ENFERMEDADES ……………………………………………………………….….. 11
MARCO TEORICO …………………………………………………….……………. 14
SISTEMA PROGRESIVO TECNICO ……………………………………………… 15
ARQUITECTURA …………………………………………………………………… 16
GOYO CARENAS ………………………………………………………………….. 18
ENTREVISTA ………………………………………………………………………… 19
FOTOGRAFIAS DE BELEN …………………………………………………..… 23
FOTOGRAFIAS DE LECUMBERRI …………………………………………....… 24
CONCLUSIONES ………………………………………………………………..…. 25
NOTIMEX …………………………………………………………………………….. 26
OBJETIVO
Conocer la forma en que era manejada la Prisión de Lecumberri y por que es considerada la mas importante en la historia de nuestro país.
ANTECEDENTES
Comenzaba un siglo, Porfirio Díaz estaba en el poder y decía que seria el siglo de las luces.
La obra pública daba testimonio de una grandeza mexicana. Un dictador glorificado gobernaba a espaldas de un pueblo.
Las tierras de la Republica estaban en manos de novecientas familias, la industria y los ferrocarriles en manos extranjeras.
Si bien es cierto que en la época de Porfirio Díaz, México vivió una economía esplendida, claro solo para unos, llego el progreso al país con el teléfono, el automóvil, el pavimento, la potabilización del agua y sobre todo el ferrocarril, también es cierto que los mexicanos vivieron un retroceso en la vida ya que el gral. Díaz con una habilidad que nadie puede negar, se apropio de todos los elementos del poder que había en el país, excepto la nación misma.
Creo una maquinaria cuyo lubricante fue la carne y la sangre del pueblo. Premio a todos excepto al pueblo; este fue el sacrificio. Tan inevitable como la oscuridad de la noche, en contraste con la gloria luminosa del dictador vino la degradación del pueblo: la esclavitud, el peonaje y todas las miserias que acompañan a la pobreza; la abolición de la democracia y de la seguridad personal de la creadora de la previsión, del respeto a uno mismo y de la ambición digna y honrada, en una palabra desmoralización general, depravación.
El botín mas grande que enriqueció a Díaz y a los miembros de su familia inmediata, a sus amigos y a sus gobernadores, a su grupo financiero y a sus favoritos extranjeros, fue durante mucho tiempo la confiscación de la tierra del pueblo. Hay que hacer notar que el robo de tierras ha sido el primer paso directo para someter de nuevo al pueblo mexicano, a la servidumbre como esclavos y peones.
En esa época los rurales eran policía montada, seleccionada generalmente de entre los criminales; tenían buen equipo y eran relativamente bien pagados, empleaban sus energía en robar y matar por cuenta del gobierno.
Existía también la “acordada” era una organización secreta de asesinos, una especie de policía que dependía de cada estado. La acordada solía eliminar a los enemigos del gobernador o de los jefes políticos o de los políticos sospechosos, a los bandidos o a cualquier sospechoso.
La Ley Fuga fue una forma de asesinar muy utilizada en los diversos cuerpos de policía en México, tuvo su origen en un Decreto del Gral. Díaz que autorizó a la policía para disparar sobre cualquier prisionero que tratara de escapar, se usó como uno de los medios de dar muerte a personas contra quien el gobierno no tenia pretexto para ejecutar legalmente.
En esa época existían dos prisiones en México, cuyos horrores las colocan muy por encima de las demás, son la de San Juan de Ulúa y la de Belén
Prisión más representativa e importante de la ciudad de México durante la segunda mitad del siglo XIX: la cárcel de Belem, durante esos años dicha prisión fue el blanco de los más encarecidos esfuerzos por mejorar sus condiciones internas. Ya en 1900, su importancia decaería con la inauguración de la flamante penitenciaría del Distrito Federal, lo que habría de relegarla a un segundo plano en cuanto a los esfuerzos por mejorar sus condiciones internas.
Belem, heredera de la cárcel en su acepción moderna (castigo). En ella se emplearon ciertos mecanismos para configurar, a partir del tipo delincuente, al hombre “necesario”, es decir, al prototipo moderno que demandaba la sociedad mexicana de la segunda mitad del siglo XIX y que debería ser un hombre instruido, laborioso, laico de pensamiento, higiénico; en suma, ideales secundados por la élite mexicana.
Los mecanismos “modernizantes” que se instauraron en la cárcel de Belem partieron
de modelos comprobados y utilizados en los sistemas penitenciarios occidentales. Por tanto, en la cárcel, se instalaron talleres, escuelas y se permitió el auxilio espiritual a través de misas y de recibir consejo de sacerdotes católicos; poco
después se iniciarían de manera más decidida una serie de disposiciones encaminadas a sanear la higiene dentro del penal.
Los proyectos penitenciarios que políticos mexicanos estudiaron durante la primera
mitad del siglo XIX para explorar la posibilidad de adoptarlos en México, partían de un principio básico: la implementación de ciertos mecanismos de resocialización criminal. Luego de que la cárcel fuera adoptada como el castigo por excelencia, por encima y en sustitución de los castigos infamantes como los azotes, las mutilaciones y las vejaciones que se hacían en plazas públicas; se reparó en que el encierro por sí mismo no bastaría para lograr el arrepentimiento y la reincorporación social y útil del infractor, por ello se desarrollaron mecanismos para lograr el nuevo propósito de la cárcel: la enmienda.
Dos de los sistemas penitenciarios en boga, utilizados durante buena parte del siglo XIX, fueron el de Filadelfia y Auburn.
Dos políticos mexicanos, Manuel Payno en 1845 y José María Luis Mora en 1846, realizaron viajes de exploración al extranjero en busca de un sistema penitenciario que pudiera adoptarse en México. Manuel Payno fue comisionado por el entonces ministro de Instrucción Pública, Mariano Riva Palacio, para realizar un estudio sobre cárceles en los Estados Unidos2. Mientras José María Luis Mora era embajador en Inglaterra fue comisionado por el gobierno de Valentín Gómez Farías para estudiar algunas cárceles de ese país. El resultado fue un estudio titulado Memoria sobre Cárceles Inglesas.
Los resultados obtenidos en ambos estudios, arrojaron una serie de características penitenciarias que se deberían de tomar en cuenta para mejorar las condiciones carcelarias en México. La primera y fundamental: espacios grandes y adecuados que garantizaran la limpieza del aire. Así, se dispuso que estos establecimientos se fundaran a las afueras de las ciudades, lo que además, garantizaría que las enfermedades o epidemias generadas en ellos no representaran una amenaza para la salud de las comunidades o ciudades aledañas.
Otro principio de salud que los establecimientos penitenciarios deberían incluir, fue el la utilización de celdas individuales: una para cada prisionero, con lo que habría de cumplirse el aislamiento celular prescrito, cuando menos en el sistema de Filadelfia y Auburn. Ya que el aislamiento se consideraba un pilar para la regeneración, se puso énfasis en que se cumpliera ese principio. A su vez, cada celda debería de contar con lo estrictamente necesario: además de la cama, un excusado y un lavamanos, una frazada, una almohada más lo que el reo necesitara para su aseo personal.
La alimentación también fue un aspecto en el que Payno hizo especial énfasis. Pudo observar en sus visitas a las penitenciarías de Estados Unidos que los alimentos se servían en cantidades suficientes para mantener en un buen estado de salud a los reos.
El auxilio espiritual
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