Levantamiento Campesino 32

El 20 de enero de 1932 inició en El Salvador un levantamiento popular indígena y campesino, auténtica lucha de clases que nos llama casi un siglo después, a escuchar y aprender de “la otra historia”, aquella contada desde abajo y desde las víctimas.

Era el tiempo de la dictadura del General Maximiliano Hernández Martínez, contra él se sublevó el pueblo inconforme con la injusta distribución de las riquezas y contra este pueblo arremetió el dictador con una de las peores matanzas del continente -nuestra patria grande- el 22 de enero de 1932.

Pero las causas de ésta legítima sublevación nos llevan a recordar la invasión y dominación ibérica, y la independencia de los criollos y algunos mestizos con la corona española en 1821, hechos que marcaron la desigualdad en estas tierras y en sus habitantes.

También recordar la crisis financiera mundial de 1929 que hizo caer los precios del café, y El Salvador dependiente de esto, vio disminuidas sus exportaciones mientras aumentaba la cantidad de personas explotadas y despedidas de las haciendas, en su mayoría indígenas, campesinos y campesinas.

Justamente en un contexto como este, marcado por la desigualdad surgen las primeras personas organizadas en cooperativas y federaciones proletarias que buscaron defender sus intereses comunes y derechos fundamentales, y especialmente nace en 1930 el Partido Comunista Salvadoreño (PCS) quien acompañó la insurrección del 32.

La dictadura militar intentó aniquilar la lucha social y política reprimiendo, persiguiendo, masacrando e incrementando el descontento popular, llevando a las masas concientes de indígenas, campesinos y campesinas a levantarse en contra de la opresión oligárquica en 1932.

Pero fue principalmente el problema agrario que motivó la insurrección de la clase proletaria cansada de bajos salarios, la injusta distribución de la tierra y el acaparamiento de las riquezas en manos de unas cuantas familias oligárquicas salvadoreñas.

Iniciado el levantamiento, la dictadura militar liderada por el general Martínez y apoyada por la oligarquía, respondieron con una matanza que dejó inciertamente a casi treinta mil muertos, donde la mayoría de las personas ejecutadas eran indígenas, destruyendo así gran parte de una cultura que ahora nos exige justicia y reconocimiento.

La dictadura militar de ese tiempo, intentó inutilmente “legitimar” la masacre diciendo que la insurrección fue el resultado de una manipulación internacional del comunismo guiado por la extinta Unión Soviétiva.

Pero los miles de campesinos, campesinas indigenas masacrados en Izalco, Nahuizalco, Ateos, Juayua, etc. Seguramente nunca supieron la existencia de la extinta Unión Soviética.

La historia nos exige subrayar que el incipiente movimiento comunista salvadoreño si participó durante el levantamiento, por eso el levantamiento también fue comunista, pero eminentemente campesino e indigena.

Los motivos de la lucha campesina e indigena coincidía con los motivos de la lucha del Partido Comunista Salvadoreño (PCS) y desde esa perspectiva el levantamiento fue una lucha de clases originada en las mismas contradicciones del sistema.

78 años después de este genocidio, persisten incrementadas las causas del levantamiento, la historia nos exige recordar y replantear la lucha, y en este contexto complejo que vive El Salvador, se necesitan soluciones también complejas pero prácticas, venidas desde abajo.

Arturo Araujo

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Arturo Araujo (* Santa Tecla, 1878 – † San Salvador, 1 de

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