Liberalismo moderado. Alfredo Jocelyn Holt

EL LIBERALISMO MODERADO CHILENO DEL SIGLO XIX

ALFREDO JOCELYN-HOLT

El gran acierto de la política chilena del siglo 19, fue haber sido moderada y liberal, haber auspiciado progreso sin que ello significara inestabilidad, haber permitido ciertos grados de pluralismo en una sociedad tradicional, haber podido congeniar tolerancia y orden.

En el concepto de liberalismo moderado la libertad está concebida como distancia de toda desproporción. Ni autoritarismo, por un lado, ni excesos libertarios por el otro; un camino medio que aspiraba evitar tanto la obsesión con la tradición como los trastornos derivados de una crítica indisciplinada.

Los parámetros tradicionales que organizan la sociedad, hasta ese momento corporativos y ecolásticos, son sustituidos por un ideal de decoro y carácter normativo, regular, armónico, donde predominan líneas puras, desprovistas de decoraciones excesivas tan caras a cierta naturalidad espontánea y orgánica.

Se trata del espíritu moderado, receloso frente a la radicalización generada por la revolución francesa. Este liberalismo moderado tiene también como trasfondo la cristalización de una institucionalidad política contemporánea, cuyo más aclamado exponente fue el modelo inglés. Institucionalidad fundada en la libertad de asociación, en el derecho a participar libremente de elecciones, y en la idea que de no haber una oposición legítima no se está frente a un verdadero orden.

Todo esto presupone niveles mayores de alfabetización y libre circulación de ideas que apuntan a incluso algo más profundo, a conductas capaces de sublimar agresividad. Una sociedad burguesa auspicia un ámbito público confiable que asegure tranquilidad, permita retirarse al mundo privado a fin de exponenciar productividad y ahorro, a la vez que disfrutar de goces domésticos sin derroches ni desbordes.

En el contexto de Amlat la moderación liberal cobró sentidos distintos, porque los extremos eran otro. Era un continente altamente convulsionado, marcado por el colapso del imperio español con su saldo de sorpresa, orfandad y consiguiente imprevisión, aturdido por prolongados periodos de guerras de alcance continental, aunque crecientemente expectante e ilusionado por influencias novedosas, no españolas, a menudo, asociadas a un flujo significativo de migrantes europeos.

Esta moderación liberal constituyó una aspiración concordante con el anhelo post independencia, de forjar estados naciones autónomos.

En el caso chileno el fracaso del autoritarismo se volvió evidente hacia a fines del decenio presidencial de Montt, se quebró el núcleo conservador entre los conservadores laicos (Montt varistas) y conservadores clericales. Posteriormente hubo una coalición fallida entre los conservadores clericales y la oposición liberal, llamada Fusión liberal conservadora.

La opción del liberalismo moderado se volvió dominante desde los dos gobiernos de José Joaquín Pérez.

Los antecedentes del liberalismo moderado:

El panorama político chileno desde 1840 revela una progresiva fragmentación que amenazaba con quebrar el orden político. El liberalismo se volvió más doctrinario y radical, extremando el discurso progresista. Surgió también el tradicionalismo al amparo de la jerarquía eclesiástica. Además, se perfilaron dos nuevos centros económicos: El norte chico y Valpo. Ninguno de los grupos era capaz de representar a la elite por sí solo.

El parlamentarismo permitió el libre juego de las crecientes diferencias, el que se expresaran abiertamente, y el que pudieran perseguir sus propios objetivos autónomos, sin que ninguno se impusiera al otro, y sin que, el grupo dirigente dejara de hablar con una sola voz.

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