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Los Deshabitados


Enviado por   •  31 de Julio de 2013  •  1.869 Palabras (8 Páginas)  •  1.017 Visitas

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LOS DESHABITADOS [EL CONTEXTO SOCIAL EN LA CREACIÓN LITERARIA]

Por proceso [de creación literaria] entiendo yo el desarrollo de una obra literaria a partir del momento de su nacimiento. Hay en esta observación una suerte de convencionalismo, en realidad sería difícil precisar, aun para el escritor, el momento en el que nace una obra literaria. Sin embargo creo yo que este proceso comienza con una gran semejanza al proceso también de la concepción; algo fuera de nosotros, a modo de semilla se introduce en nuestra sensibilidad y pone en movimiento nuestra imaginación. Ese algo se desarrolla dentro de un proceso de tiempo inevitable, transcurrido el cual la obra tiene que surgir, tiene que objetivizarse, tiene que hacerse algo real. Esa semilla o germen del proceso de la creación literaria puede ser una persona, o personaje ya en la obra literaria, puede ser un ambiente, puede ser una idea. Después diré con más detalle porqué las obras que nacen de una semilla-idea suelen nacer más bien muertas. Cuando nace de una persona es porque esa persona ha logrado destacarse del conjunto, pero el hecho de destacarse del conjunto está íntimamente ligado a algo que ocurre en la sensibilidad del escritor. Algo hay en él que hace que esa persona tome una significación distinta de las otras personas. Es este carácter notable que le presta el escritor a la persona lo que hace que esta persona se constituya en un hecho aislado, significativo, simiente de una obra literaria. Aquí, a modo de anécdota y de ejemplo, quisiera referirles una experiencia de mi infancia: de chico, solía yo entretener mis ratos de ocio, que eran los más, visitando a un zapatero que tenía su taller en la vecindad; de este hombre recuerdo el nombre: Oliverio, un nombre curioso además para el lugar donde yo vivía; recuerdo su oficio: zapatero, pero lo que no voy a poder olvidar nunca es que este hombre trabajaba ocho o diez horas al día disputando con varios pájaros sus elementos de trabajo, las estaquillas, este trozo de fósforo con que suelen arreglar un zapato envejecido tenía que encontrar el zapatero, más bien que en su mesa de trabajo, en el pico de uno de los pajaritos que estaba rondando su mesa. Este es un hecho que a mi me impresionó tanto que algún día será materia de algo con cierto valor literario.

He anotado este detalle nada más que a modo de ejemplo de cómo una persona a veces, o un rasgo de su carácter, o una manía u ocupación, nos impresionan de tal modo que han dejado a modo de simiente que debe germinar después, transcurridos los años, en una obra literaria, o en el principio de una obra literaria. Muchas veces se ha polemizado, se ha teorizado, sobre el personaje como hecho primigenio de la obra literaria, de donde sale este personaje. Desde luego, quisiera advertir que esta noche, por literatura yo voy a entender de un modo un poco gratuito, casi exclusivamente el género novela. La novela contemporánea prescinde de algo que parecía indispensable en la novela de otro tiempo, es el retrato clásico del personaje, la descripción minuciosa de su aspecto externo, de su atuendo al que solían agregarse algunas manías y costumbres.

Bueno, no se si este segundo tiempo de la conferencia que ya es de charla les parece a ustedes bien, a mi personalmente me gusta más que la primer parte. Si es de interés de ustedes alguna referencia a esta segunda obra de título El combate, pues voy a darla así, de una manera más sucinta, más breve. Se trata en realidad de un ex-oficial, inutilizado para el ejercicio de su carrera por un accidente propio de su profesión, un hombre al que lo había guiado siempre el ideal de persona humana claramente descrita en la filosofía de Nietzsche, es decir, la voluntad de poder, el hombre de dominio. Naturalmente, inhabilitado ya para el ejercicio de su carrera, este hombre sufrió un golpe y tuvo que refugiarse en una actividad extraña que es la de entrenador en un reñidero de gallos. El cree ver en esa especie zoológica, la realización de un ideal de vida humana que él no vio en los demás ni en sí mismo.

En ese mismo reñidero viven con él un anciano, él es un ex-entrenador al que los años lo han enternecido y ya le parece ese un espectáculo muy cruel, entonces se ha dedicado más bien a criar gallinas que a su vez tienen pollitos y se multiplican, y no le gusta aquél espectáculo. Este hombre, que es miembro de esa parte de la humanidad que Ortega y Gasset define como “los que quieren”, haciendo uso desde la filosofía a la ducha fría, mantener un dominio constante de sí mismo y de la situación en torno, es un hombre que no se embriaga nunca, que vive vigilante de sus actos y que no admite ser derrotado. Es en síntesis, una especie de personificación del hombre producto de un racionalismo exacerbado, de aquellos que creen que la vida se puede reducir a un teorema o a una figura geométrica. Afortunadamente la vida es mucho más compleja que eso y entonces este hombre ve que día a día avanza su ceguera y que ha de quedar definitivamente derrotado. No puede soportar esta idea y decide matarse, lo hace tomando un veneno, tiene una agonía de tres días. Durante esa agonía él tiene alucinaciones y ensoñaciones caprichosas, incoherentes, y al final se da cuenta que un hijo que él había engendrado con una mujer de muy poco atractivo físico que habitaba en el mismo lugar, en un momento de embriaguez, un pecado más, una derrota más en su vida, está próximo a nacer.

La última escena lo muestra a él en su aposento, agónico, y al viejecito aquél enternecido,

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