Manierismo
Juana MarchanInforme22 de Abril de 2019
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Manierismo
Juzgado durante siglos como una degeneración del arte renacentista, el manierismo seria reconocido por la crítica moderna como una fase necesaria dentro de la evolución artística, que planteo muchos de los problemas que harían surgir la estética barroca.
La actitud serena y sin problemas fue característica de la teoría del arte renacentista y que también corresponde a esta tendencia de armonizar las antítesis más evidentes.
Es característico de la conciencia cultural de la época ser revolucionaria y tradicionalista, sintiéndose impulsado a la separación y unificación de normas del pasado.
Según Norberg Schulz “Tras la serena perfección del Manierismo aparece como su antítesis. Desaparece la armonía y el orden, y las formas se cargan de tensión y de conflicto. Si bien sigue empleándose el mismo lenguaje clásico, los significados existenciales concretados por las obras de arte son muy diferentes” “La concepción del espacio sufrió una profunda transformación. Subsistía la idea de una continuidad espacial general (…) se transforma en una relación dinámica de elementos contrastantes”. [1]
Según Roth el orden clásico apareció en la arquitectura florentina en 1418 en la obra de Brunelleschi. Para 1500 la arquitectura florentina había alcanzado su esplendor, una fase caracterizada por la serenidad, la claridad formal y la precisión en la reinterpretación de las formas arquitectónicas clásicas, esta etapa de madurez recibe el nombre de alto renacimiento. El objetivo era alcanzar la caridad y un estado de equilibrio y orden racional absoluto. La seguridad que proporcionaba las representaciones equilibradas, armónicas e idealizadas del arte renacentista, que eran expresión del hombre, el cual tenía una concepción de sí mismo como medida de todas las cosas, empieza a caer.
Los artistas renacentistas fueron por la búsqueda de una mayor expresividad formal, mediante la introducción de sutiles tensiones y de un nuevo e intencionado sentido lúdico en el diseño. Los artistas perdieron la creencia en la armonía del mundo, el equilibrio de las cosas ya no era el medio apropiado para plasmar una idea del mundo. Abandonaron las composiciones primordiales y circulares típicas del renacimiento, rompiendo con los modelos de composición clásico y generando efectos y composiciones asimétricas. Esta tendencia se conoce como manierismo.
El arte manierista busca un nuevo idioma, lo cual llevo a un tratamiento de los cuerpos humanos, las piernas y los brazos extremadamente largos, cuerpos retorcidos, enroscados, contradiciendo todas las leyes tradicionales de la proporción. El colorido, la luz y el espacio se enfatizaron de manera similar, lo que llevo a perspectivas forzadas. El fin del manierismo era crear imágenes que no fueran representaciones de este mundo, y en las que se percibiera una esfera divina.
Según Hauser “La crisis del renacimiento que denominamos manierismo, es un periodo de transición en un sentido mucho más estricto que la mayoría de las otras épocas históricas. La crisis del renacimiento se encuentra apresada entre dos fases unitarias de la historia occidental: entre la estática Edad Media cristiana y la dinámica Edad Media de las ciencias naturales”[2]. También puede explicarse como una crisis del humanismo. Hauser atribuye el surgimiento del manierismo como una crisis en los campos político, económico y especialmente en el espiritual. El hombre pone en crisis el humanismo, de la armonía entre el orden divino y el orden humano, cuerpo y alma. Por primera vez el arte se corre de la naturaleza.
“En la teoría del arte ocurre un cambio que corresponde a la general crisis intelectual frente al naturalismo, o , como se diría en terminología filosófica, el dogmatismo ingenuo del renacimiento, el manierismo plantea por primera vez, en relación con el arte, la cuestión de la teórica del conocimiento: se experimenta de pronto como problema la relación del arte con la naturaleza (…) El manierismo abandono esta teoría de la copia, el arte crea, acorde con la nueva doctrina, no según la naturaleza, sino como la naturaleza”[3] Hauser 1998.
La aparición del manierismo significa uno de los cortes más bruscos en la historia del arte, corriéndose de la actitud serena y característica del arte renacentista y su tendencia a armonizar.
Va a crear cánones artísticos nuevos, apartándose de la naturaleza.
Como dice Hauser “(…) el manierismo se alejaba de tal medida del ideal estilístico clásico, que su aparición y su compresión solo eran posibles por la superación radical de una teoría del arte regida por los principios del orden y de la regularidad, de la armonía y economía de los medios de expresión, del racionalismo y realismo en la reproducción de la realidad”[4]
El manierismo ha sido tomado como una estética de la deformación, de la exageración, de la ornamentación y de la complicación, basada en preconceptos intelectuales más que en percepciones visuales.
Miguel Ángel y su afinidad al manierismo, con su tendencia a incluir en límites relativamente angostos figuras de grandes dimensiones y también con su acentuación de la desproporción entre contenido y espacio.
Un ejemplo claro es el Sepulcro de los Medici (1521-1534) cuyos rasgos manieristas como la desproporción entre las figuras yacentes y sus soportes, la poca dimensión y el declive de la tapa del sarcófago de la que cumpliendo con la ley de gravedad, las figuras tendrían a caerse; y como dice Wolfflin, los conceptos del arte clasicista, cortan las figuras, la línea de balaustrada que bruscamente expresan la contradicción entre los elementos arquitectónicos y plásticos en el espacio.
Según Roth se alcanza la liberación mediante la muerte, tal como lo indican las propias palabras de Miguel Ángel “la muerte es el fin de una prisión oscura”.
El tema general es la relación entre el hombre y Dios, interpretada como un conflicto entre el alma y el cuerpo, entre la materia y el espíritu.
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Según Hauser “El manierismo lleva a una disolución de la estructura renacentista del espacio y a la desintegración de la escena representada en una serie de ámbitos espaciales (…) conduce a una atomización de la estructura de la obra, en la cual las dimensiones y la situación espacial de las distintas figuras no puede ponerse en ninguna relación lógica con su importancia dentro de la composición. Con la lógica se pierde también en el manierismo la armonía espacial del renacimiento, la relación cómoda y agradable entre la ocupación del espacio y el ambiente espacial. (…) las figuras se aglomeran en una esquina o bien se pierden en regiones demasiado amplias, ilimitadas e indefinidas.” [5]
La columnata de los Uffizi o el Vestibulo de la Laurenziana, el espectador no se siente en una zona equilibrada y serena, sino al contrario se siente confuso.
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Patio de Los Uffizi de Vasari. Vestúbulo de la Laurenziana.
El patio de los Uffizi, al contrario de los patios del renacimiento como lo fueron por ejemplo el Palazzo Farnese en Roma que llevan características de limitación, de serenidad y finalidad, el patio de los Uffizi está orientado en sentido longitudinal, causando la impresión de una calle abierta. La tendencia de profundidad del patio se acentúa más al final donde está perforado sin ofrecer al usuario aquel punto de serenidad. El patio funciona como un corredor, pero no llega el espacio abierto, sino que es cortado repentinamente. El gran arco no constituye un límite firme ni permite a la mirada extenderse. No se entiende si es un lugar cerrado o está en medio de la calle, uno de los lados produce con su columnata la impresión de un patio, mientras que el otro produce el efecto de fachada.
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En el vestíbulo de Laurenciana (1524), Miguel Ángel hace desaparecer el equilibrio, la unidad, el ritmo armonioso de la arquitectura clásica. La rara dimensión de la escalera en comparación al espacio tan reducido, los marcos gruesos de las ventanas ciegas, la grandes consolas aunque no cuenten con una función, las columnas insertas en los nichos, tan carentes de función como las consolas, o como la articulación de las paredes que causan la impresión de una fachada de un palacio. En el patio de los Uffizi se deja la duda si se tiene adelante el frente de un patio o la fachada de una calle, mientras que en el vestíbulo, la fachada se encuentra forzada dentro de un espacio interior.
En él centro de la sala arranca una escalera de tres tramos paralelos que se juntan en el nivel superior, creando la ilusión óptica de una profundidad mayor de la real, convirtiéndose en un elemento importante de la experiencia de este espacio, en abierta contradicción con Alberdi “Cuantas menos escaleras hayan en un edificio y menor sea el espacio que ocupen, menos molestias causarán” generando este lugar intolerable.
Cada unidad de la biblioteca es tratada como un lugar por sí mismo, con un carácter individual.
Las columnas y pilastras superpuestas están situadas en nichos profundos, de este modo el muro comprendido entre los miembros parece penetrar en el espacio interior con una poderosa fuerza plástica y los elementos de la articulación parecen aprisionados. Según Miguel Ángel el cuerpo es considerado como prisión del alma, dándole un significado simbólico, un elemento como la escalera provoca esa resistencia que es preciso vencer para llegar a la biblioteca que está en el nivel superior, sus peldaños parecen brotar de la puerta de la biblioteca como una cascada que rechaza al visitante. Una vez superada la escalera es posible ingresar en el ambiente calmo y armonioso de la biblioteca, no habiendo conflicto.
“La arquitectura de la biblioteca tiene un significado simbólico, la zona primera y más baja representa los conflictos de la existencia terrenal, la lucha individual del alma para alcanzar el significado existencial.”[6] Roth.
“La mayoría de las edificaciones del manierismo, son incómodas, nada prácticas e inadecuadas para el fin en que en cada caso están destinadas” “(…) en la arquitectura del manierismo domina el principio del alargamiento. (…) cuentan entre sus formas más características el corredor, la galería, y el patio que se extiende como una calle, y de aquí también, los accesos largos y estrechos que conducen a aposentos interiores, o a la puerta de un palacio. Estos accesos intrigan, despiertan la curiosidad y se muestran, al final, como engañosos: el visitante descubre que el acceso es más corto de lo que parecía” “(…) elimina la ilusión total y trae al recuerdo el carácter ficticio de la representación, es decir, hace que el espectador adquiera conciencia del auto engaño indispensable para la vivencia artística (…) desde el manierismo hay en cambio, un problema del espacio. Se trata de la relación problemática entre las dos distintas especies de medios espaciales, de cómo se accede a la una desde la otra (…)”[7] Hauser.
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