Nace La República

Nace La República

De la noche a la mañana los romanos se quedaron sin rey ni gobierno. Algunos pensaron en elegir un nuevo monarca y reemplazar uno malo - como el soberano Tarquino – por uno mejor. Pero la mayoría no estaba de acuerdo en darle tanto poder a una persona.

Por esta razón, en vez de un gobernante, decidieron elegir a dos, a los que llamaron Cónsules. Cada uno tenía el poder de veto en las decisiones del otro, es decir, estaban obligados a ponerse de acuerdo a gobernar. Además, durarían solo un año en sus cargos y sus decisiones debían contar con la autorización del Senado.

De esta forma, desarrollaron una nueva forma de organización política a la que llamaron República que se caracterizó por dividir las tareas de gobierno entre varios actores, para así lograr un equilibrio de poder que impedía cometer abusos.

En Roma funcionó así: el Senado, la institución más importante, discutía y aprobaba leyes que los Cónsules debían hacer cumplir. Los Tribunales de Justicia, en tanto, dirimían si una persona había cometido o no un delito, que debía ser penado por la Ley.

A partir del siglo III a.C. la República romana consiguió el control político y militar de la “península itálica”. Sin embargo, la conquista del sur de Italia hizo que los intereses de Roma entraran en conflicto con los de Cartágo, una potencia Cártago con centro en el norte de África, capaz de arrebatarle a Roma el control del Mediterráneo.

Tras su victoria sobre Cartágo, inició una gran escalada de conquista: la península ibérica, el norte de África y Grecia, entre otros territorios, hasta que logró el control político y militar del mundo mediterráneo.

Sin embargo, a medida que Roma crecía, aumentaron las disputas internas por el poder y las nuevas riquezas. Pocos pensaron en el bienestar general, en la “cosa pública”. Comenzó un período de la corrupción y enfrentamientos entre distintos bandos durante el siglo I a.C. de hecho se produjeron varias revueltas populares y hechos de violencia dentro de las filas del ejército, que terminaron por derrumbar a la República.

En su reemplazo, los romanos decidieron entregarle todo el poder sin control ni contrapeso a Octavio Augusto, con quien se inició el período del Imperio Romano.

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