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Narcotrafico


Enviado por   •  7 de Febrero de 2012  •  10.204 Palabras (41 Páginas)  •  466 Visitas

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EL OCASO DE LOS BELTRÁN LEYVA

El cártel de los hermanos Beltrán Leyva fue tan poderoso y violento como efímero. Se empezó a configurar en el sexenio de Ernesto Zedillo, después de la muerte de Amado Carrillo Fuentes, y se consolidó en la administración de Vicente Fox Quesada, cuando consiguió relaciones que los llevaron hasta Los Pinos. Luego vino su final abrupto después de que le declaró la guerra al cártel de Sinaloa y se alió con Los Zetas. Ahora solo queda Héctor, el H, y hasta ahora no es más que una sombra en el misterio.

La muerte de los hermanos Beltrán Leyva como organización criminal empezó el 21 de enero de 2008 con la detención súbita de Alfredo, el menor de los seis hijos varones de don Carlos Beltrán Araujo y doña Ramona Leyva. Fue este hecho el que provocó la explosión del cártel de Sinaloa y desató la guerra en una familia mafiosa que estaba en ese momento disputando el control del narcotráfico en todo el país.

No había organización más poderosa. La conformaban Joaquín el Chapo Guzmán, Ismael el Mayo Zambada, Ignacio Nacho Coronel, Juan José Esparragoza, el Azul, los hermanos Beltrán Leyva, liderados por Arturo, el Barbas, y los hermanos Cázarez Salazar, encabezados por Víctor Emilio.

El presidente Felipe Calderón Hinojosa había declarado su guerra al narcotráfico desde que asumió el poder y entre golpes a los cárteles y acuerdos con algunos de ellos, no dejaba de presionar a las organizaciones criminales.

2007 fue un año donde predominaron los enfrentamientos en varias zonas del país, sobre todo en Tijuana, Baja California y Michoacán, y los decomisos de drogas y destrucción de plantíos. En Sinaloa ocurrió un hecho inédito, pues se registró la destrucción de al menos mil hectáreas de mariguana en pie que estaba siendo cultivada en tierras de riego, la mayoría localizada en el centro de Sinaloa.

Nunca, desde la Operación Cóndor, realizada por el gobierno del ex presidente José López Portillo en varios estados de la república, los narcos sinaloenses habían sentido tanta presión. Aún así, seguían siendo los grandes barones en el tráfico de drogas a los Estados Unidos, Europa, Asia y África. Y juntos, gracias a la expansión de sus negocios legales por todo el mundo, a través de los cuales lavan la plata, un monstruo difícil de destruir.

Pero fue el propio Gobierno quien inició el camino de las negociaciones con los capos de Sinaloa. Por lo menos desde mayo de 2007 se tuvo conocimiento en Culiacán de los primeros contactos entre altos mandos militares y los líderes del cártel. Nunca se precisó si estos encuentros estaban avalados por la Presidencia de la República, pero los contactos fueron del más alto nivel.

Aún así, la lucha contra el tráfico de drogas no se detuvo. Continuaron los decomisos y la destrucción de plantíos en los valles y en la sierra. Pero los mecanismos del entendimiento entre capos y Gobierno fueron los mismos. Había pasado un año y la guerra de Calderón no había rendido frutos en cuanto a aprehensión de narcos importantes.

Y es aquí donde se estima que la detención de Alfredo Beltrán Leyva fue una entrega del cártel, una cuota que había que pagar para seguir operando y en lo cual, se dijo, su propio hermano (Marcos) Arturo había estado de acuerdo.

La detención del Mochomo, ocurrida la madrugada del 21 de enero de 2008, se percibió como el primer golpe fuerte para el cártel de Sinaloa, aunque después los signos indicarían que el Gobierno federal había llegado a acuerdos con los capos de Sinaloa para dejarlos operar con la condición de que redujeran sus niveles de exposición pública: reducir desmanes, ejecuciones, asesinatos de policías, ataques al Ejército…

Este hecho fue el parteaguas, marcó un antes y un después del cártel más poderoso de América hoy día. Y anticiparía su destino. Arturo Beltrán emplazaría pronto a sus socios para que rescataran a su hermano de la cárcel. Él pondría dinero, hombres y armas, lo que fuera necesario. Pero la petición le fue negada. Y entonces se produjo el rompimiento, la explosión. A partir de la última semana de abril, dos maquinarias de matar se declararon una guerra que a la postre bañaría de sangre al país entero.

El fin del Barbas

Al momento del rompimiento, el Chapo Guzmán y los hermanos Beltrán Leyva compartían territorios en varias zonas del país. Juntos habían conquistado Guerrero, en la última fase con el apoyo de Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, sicario de cabecera del Barbas. Como cártel habían decidido quitarle Tamaulipas al cártel del Golfo y su brazo armado, Los Zetas y por esa razón decenas de sicarios del Chapo y de Arturo Beltrán se habían trasladado a esa entidad. También empezaron a pelear Nuevo León. Cuando la guerra estalló, los enfrentamientos entre ellos empezaron a arrojar bajas de ambos lados. Guerrero se ensangrentó y en la narcoguerra, policías de todas las denominaciones y militares aportaron su cuota de ejecutados. En estos saldos se inscriben los federales asesinados en Culiacán en dos hechos ocurridos con tres días de diferencia en junio de 2008 y los ocho soldados decapitados en Guerrero en diciembre del mismo año. Igual el asesinato del comandante de la Policía Federal, Édgar Eusebio Millán Gómez, en mayo de 2008, apenas iniciada la guerra, crimen que se atribuyó a Arturo Beltrán.

A partir de la ruptura, Arturo Beltrán fue acosado por el Gobierno. Coincidencia o no, pero fue en diciembre de 2008 cuando, bajo el gobierno de George W. Bush, Estados Unidos fichó formalmente a Marcos Arturo Beltrán Leyva como jefe del cártel, bajo una ley de narcóticos estadounidense.

El capo empezó a alzarse como jefe narco en el sexenio de Ernesto Zedillo después de la muerte de Amado Carrillo Fuentes y adquirió relevancia en el sexenio de Vicente Fox, a partir de que se hicieron públicas sus relaciones con Los Pinos a través del coordinador de giras presidenciales, Nahúm Acosta Lugo.

Pero fue hasta que rompió con sus antiguos socios y amigos de Sinaloa que los Estados Unidos lo pusieron en la mira. Un año después, el 3 de diciembre de 2009, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos congeló los activos del cártel de los hermanos Beltrán Leyva en territorio estadounidense. La restricción abarcó a 22 personas y diez compañías vinculadas a la organización.

En la disposición del Tesoro no se dio a conocer la identidad de los individuos y compañías presuntamente vinculados a los Beltrán Leyva, pero precisó que la organización controla compañías relacionadas con transporte aéreo

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