Origen Del Megalitismo: Un Fenómeno Expuesto A Continuo Debate

Origen del Megalitismo: un fenómeno expuesto a continuo debate.

El fenómeno megalítico, al igual que los diferentes procesos históricos, ha sufrido una evolución teórica en cuanto a su origen y difusión. Los primeros estudios analizaron estas prehistóricas edificaciones en función de la tipología así, a finales del XIX, autores como Fergusson (Thomas, 2012: 55) propusieron que debía existir un nexo cultural entre la arquitectura funeraria en piedra del oeste de Europa y la existente en el norte de la India. Por lo tanto que al tratarse de un proceso que compartía unas características similares, en puntos tan alejados del globo, debía tener una raíz común, una misma sociedad (Thomas, 2012: 55). Gordon Childe, a mediados del XX, postuló sobre esta premisa, que el megalitismo era un fenómeno introducido en Europa occidental siguiendo un proceso de difusión, (al igual que el Neolítico), por unos “misioneros megalíticos” que representaban a la “aristocracia espiritual” de aquellas comunidades y que con posterioridad se esparcieron por Europa, (Thomas, 2012: 56).

Esta “tesis orientalista” (AA.VV. n.p.: 5), tuvo un gran peso en los estudios sobre megalitismo debido a que se argumentó que existía una cierta “involución” en la que las tumbas arquitectónicamente complejas y sofisticadas poco a poco daban paso a formas más simples y burdas, a medida que los grados de habilidad y eficacia declinaban (Thomas, 2012: 56). Es decir, a la vez que el megalitismo se regionalizaba se copiaba y simplificaba lo que los “misioneros megalíticos” habían introducido con anterioridad. Además se cimentó sobre la creencia de que fue una cultura funeraria que se desarrolló en sociedades de base agrícola, donde los “misioneros megalíticos” se habían impuesto al campesinado neolítico (Thomas, 2012: 56). 
 Frente a la visión de un origen oriental, pero dentro de la opinión de que el megalitismo es un proceso sujeto a una difusión desde una cultura especifica al resto de Europa, se encuentran las “tesis occidentalistas” (AA.VV. n.p. 5) consideran que el megalitismo es un fenómeno surgido desde Occidente y difundido después por el resto de Europa. Esta postura se contrapone a la “orientalista” por romper con la idea de “involución”, de una degeneración de la técnica, apostando por una evolución desde sencillos monumentos a construcciones de grandísima complejidad.

Pero los estudios dieron un giro debido a la introducción de técnicas de datación absoluta, como el análisis C14, pasando de unos argumentos en función de la tipología a observar las cronología de una forma más precisa. Así se dató que las construcciones existentes en la zona noroccidental de Europa eran más antiguas que sus supuestos precedentes en el Mediterráneo oriental, ya fueran las pirámides egipcias o las tumbas egeas de falsa cúpula (Thomas,

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