PANDILLAS DE NUEVA YORK

Es muy apreciable el carácter y la interpretación narrativa de los actores en la película Pandillas de Nueva York.

Nos ubicamos en la Nueva York de 1846, en donde se muestran turbulentos acontecimientos que dieron origen a la conformación de la principal democracia del mundo, por cierto nada limpio ni provistas de acontecimientos democráticos para aquella época.

Nueva York era la sede central de hospedaje de numerosas bandas mafiosas que buscaban el control de la ciudad a través de la violencia y la corrupción, las calles eran un escenario cotidiano del enfrentamiento a muerte por el poder absoluto entre los clanes que se hacían llamar nativos protestantes y los irlandeses católicos, autodenominado “conejos muertos” dispuestos a realizar cualquier acción mafiosa para conseguir sus objetivos. Podemos hacer un parangón con la Medellín de Pablo Escobar y nos daremos cuenta que las sociedades capitalistas las historias se repiten.

Esta es una historia cargada de complejidad histórica teñida de política, corrupción, ética romance, valores morales, honor, hombría etc.

La película trata, se puede decir que en una forma muy descriptiva como los bandos que se transan en contiendas representan unos ghettos los cuales defendían interese particulares organizados en crepúsculos de pandillas practicantes de una cultura criminal.

Podemos determinar sin temor a equivocarnos que las relaciones de hombre y convivencia ciudadana están enmarcadas por la multiplicación de una violencia fratricida que partiendo del sometimiento de sus conciudadanos por la fuerza la amenaza y la extorción lograban ejercer una influencia notoria en los barrios incipientes de una metrópolis agresiva y excluyente.

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