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PENSAMIENTO BOLIVARIANO


Enviado por   •  16 de Noviembre de 2012  •  2.251 Palabras (10 Páginas)  •  482 Visitas

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PENSAMIENTO BOLIVARIANO

INTRODUCCION

Hoy, ante los difíciles momentos por lo que atraviesa no sólo América sino también los otros continentes, el ideario bolivariano, sigue en pie para guiarnos en este mundo tan turbulento.

Tenemos el fatal error de imputar sistemáticamente la culpa de todos nuestros males y miserias a terceros, sin darnos cuenta que los únicos culpables hemos sido nosotros mismos por haber actuado cada uno según su intereses, divididos, sin cohesión alguna en nuestros fines y objetivos; pretendiendo sin embargo ser oídos. América hispana está fragmentada, desordenada; en ella no existe una hegemonía capaz de levantarnos a un sitial más importante en la armonía de las naciones del mundo. La unión hará nuestra fuerza, y nos hará formidables a todos.

Un estado que interiormente, éste dividido, con entelequias que contribuyan a su destrucción, con seres que no tengan una conciencia ciudadana, con dirigentes que no depongan sus intereses partidistas ante el interés nacional; no puede nunca presentar ante el mundo una imagen de fuerza, de poder y de solidez; y mucho menos puede pretender unirse a otros en similares condiciones internas para protegerse mutuamente. Esto no pueden lograrlo porque en sí mismos no existe la unión.

Nuestros esfuerzos serán en vano si no extinguimos el fomento de los disturbios, consolidamos más nuestras fuerzas y facilitamos la mutua cooperación de los pueblos a sostener su causa natural.

En el contexto de los cambios producidos en la vida económica, social y espiritual europea se produce en el siglo XVIII un amplio movimiento conocido como la Ilustración o siglo de las luces, cuyo fin era criticar la ideología feudal y las supersticiones, y combatir por la tolerancia de las creencias, la libertad de pensamiento científico y filosófico, por la razón y contra la fe, por la ciencia y contra la mística, por la investigación, por la crítica y contra la apología.

En los círculos intelectuales burgueses de Francia el movimiento ilustrador sustenta nuevas concepciones sobre el universo, el hombre, la sociedad, la religión y la economía. Proclama la razón y la naturaleza como base de la existencia, considera que el progreso y la felicidad son las metas de la humanidad. Paralelamente en Gran Bretaña se inicia la industrialización. La nueva manera de pensar y la aparición de las máquinas y la producción industrial están en la base de los grandes procesos revolucionarios de este siglo.

El pensamiento político en los Estados Unidos está ampliamente determinado por la tradición liberal de las instituciones inglesas y por la influencia de la filosofía de las luces.

Bolívar no imita ni sigue ciegamente determinadas corrientes; él presenta una concepción de incuestionable originalidad y fuerza. A diferencia de los ideólogos americanos, Bolívar encarna el programa de la democracia orgánica, jerarquizada y técnica, frente a las corrientes del democratismo individualista o de la reacción monárquica.

Cuando un país, organización o partido se presenta desunido, los enemigos del mismo aprovechan la ocasión para sembrar entre sus miembros la cizaña y la discordia; sin embargo, las maquinaciones que tienden a evitar una alianza sólida y duradera entre nuestros países caerán pronto en el vacío, pues comprendemos su necesidad para el progreso de nuestros pueblos, además tenemos un mismo origen, una misma raza, una misma lengua, etc. Es momento de trabajar por la unión, por la lucha en común, de dejar a un lado nuestro egoísmo ante los intereses soberanos de nuestros pueblos. Solo la unión que tenga por génesis el firme convencimiento de nuestros pueblos de que esto es lo que nos hará fuertes, será lo único que logre otorgarnos el triunfo en nuestra lucha, la felicidad y la liberación de ese vasallaje económico a que estamos sometidos.

El Libertador quería que entre nuestros pueblos hermanos existiese un lazo de unión, pues amó fervorosamente a la América, luchó por su gloria y su libertad. Si bien es cierto que Bolívar ha muerto, la providencia hizo de él un genio visionario, cuyas sentencias, ideas y pensamientos han sido capaces de trasbordar los tiempos. Quiso ver entre nosotros un cuerpo capaz de orientar nuestras luchas. El, al igual que nosotros hoy, vio como una imperiosa necesidad la unión a fin de rescatar a América Latina de la servidumbre.

Bolívar trabajo por libertar el Continente Suramericano y por ver realizada la Conferencia de las Repúblicas Americanas en la Ciudad de Panamá; la cual se llevo a cabo con la esperanza de que las nuevas naciones se reunieran en una asociación permanente para su defensa colectiva.

Todos los pueblos americanos están conscientes de la urgente necesidad de aunar esfuerzos, de correr nuestra suerte juntos, de planificar unidos la solución a nuestros problemas, de colaboración mutua, de ayuda y solidaridad efectiva con los problemas que enfrente el continente por defender sus derechos.

El gobierno del pueblo no es el gobierno que sólo ve los intereses mezquinos de unos pocos, olvidando las necesidades de la inmensa mayoría. Muchos creen que democracia es hacer lo que quieren, cuanto se les ocurra y atropellar los legítimos derechos de los ciudadanos pretendiendo engañarlos los “solemnes”. El Libertador es nuestro máximo exponente del despego a todo lo que fuera coacción, restricción de la libertad, poder y tiranía. Es necesario luchar por un mundo más justo, por este mundo que reclama desesperado el concurso de todos en el laborioso trabajo por el bienestar de los pueblos, por su gloria y su libertad.

Las vacilaciones, las restricciones, los cambios, no solamente de rumbo, sino de estado de espíritu del Libertador Simón Bolívar, ante la tremenda realidad de América, le dan un profundo sentido humano en que estriba, precisamente, su incomparable grandeza. Un Bolívar infalible, impecable, rectilíneo, extraño a las influencias del medio.

Los contrastes que se encuentran en el pensamiento de Bolívar no son sino el reflejo del contraste que existía en la realidad americana. El panorama espiritual y político de Hispanoamérica presenta estas antinomias: la de nuestra tradición de régimen absoluto y el ideal democrático de la revolución; de la solidaridad continental basada en la lengua y en la cultura, y el nacionalismo de profundas raigambres geográficas, sub-étnicas y psíquicas; la de relación democrática del ambiente de la época y la necesidad de un gobierno estable y fuerte; de la necesidad de una clase media independiente, de pequeños propietarios, y la realidad del latifundio y del proletariado intelectual y burocrático; de la igualdad

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