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PRÁCTICA IV: REVOLUCIÓN RUSA


Enviado por   •  8 de Diciembre de 2021  •  Ensayos  •  9.402 Palabras (38 Páginas)  •  78 Visitas

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Lucía Vázquez Larrubia Grupo 88

PRÁCTICA IV: REVOLUCIÓN RUSA

I. Desarrolle cinco errores políticos del zar Nicolás II, desde su matrimonio hasta su ejecución.

Nicolás II era descendiente de una antigua dinastía rusa, los Romanov, que gobernaron Rusia desde 1613 hasta 1918. Este heredó los dominios de sus antepasados Pedro “El Grande” y Catalina “La Grande”. En aquellos días, Rusia era el imperio más extenso del mundo, desde el mar Báltico hasta el Pacífico, con más de 130 millones de ciudadanos. Su padre, Alejandro III,  trató de enseñarle las labores del gobierno, sin demasiado éxito, pues Nicolás durante su reinado se interesó poco por los asuntos de estado[1]. Con el tiempo, se observó que Nicolás II no estaba preparado para regir un país con tales profundas desigualdades sociales, principalmente por su poca experiencia política. Finalmente, el Zar y su familia fueron fusilados por los bolcheviques en Ekaterimburgo el 17 de julio de 1918.

Ya desde el inicio de su reinado se ganó la desconfianza del pueblo ruso, principalmente tras la celebración de su coronación el 14 de mayo de 1896 en La Catedral de la Dormición (Moscú)[2]. Cuatro días después se celebraron una serie de festejos tradicionales rusos, en las cuales los campesinos rusos se reunían para homenajear a los nuevos zares: aplaudirles, darles la bienvenida como patrones, y recoger los regalos que se daban en su nombre: un brötchen, una pieza de salchicha, pretzels, pan de jengibre y una taza. Hubo una gran desorganización en este evento y no se supo prever bien el número de población que acudiría al evento, por lo que no hubo seguridad suficiente ni personal de ayuda en caso de emergencia. Esto derivó en una gran aglomeración de gente que comenzó: a caerse, empujarse y lastimarse. Estos sucesos (Tragedia de Khodynka) tuvieron un trágico final: lo que había comenzado como una alegre celebración, culminó con 1389 muertos y 1300 heridos. Los nuevos zares pensaron en no acudir al baile que se celebraría esa misma noche en la Embajada Francesa, pero finalmente decidieron asistir. Esta decisión sentó muy mal al pueblo ruso, el cual, al ver la falta de empatía del Zar tras el trágico suceso, le apodó: Nicolás el Sangriento.

Tomando de referencia el reinado de su padre, Alejandro III y los consejos de su esposa la zarina Alejandra, decidió gobernar de forma autoritaria cuando desde distintos sectores políticos se le reclamaban profundas reformas. Asimismo, que el Zar rechazara en varias ocasiones realizar mejoras y reformas sobre todo de tipo social, disgustó enormemente a las clases más bajas. El hecho de que Nicolás II no escuchara a su pueblo fue el desencadenante de la mayor parte de sus errores políticos, los cuales condujeron al final de la dinastía Romanov. Esto último fue uno de los muchos fallos políticos de los que su madre, María Fiódorovna, ya le había advertido anteriormente.  

Así, el 22 de enero de 1905, Gueorgi Apollonovich (Gapón), un sacerdote de San Petersburgo se puso al frente de una manifestación obrera pacífica, presentando ante el Palacio de Invierno un escrito que solicitaba mejoras políticas y laborales. Nicolás II, que en ese momento se encontraba en su residencia habitual, Sarskoie Selo, a unos kilómetros de la ciudad, no se presentó a recibirlo, sino que dejó el control total de la situación en manos de la policía, la cual, pidió ayuda al ejército (los cosaco) que, sin saber qué hacer, acabó disparando a los protestantes, matando un gran número de personas. A este suceso se le conoce como: Domingo Sangriento.

Por otro lado, el matrimonio real tuvo cuatro hijas y un hijo, Alekséi, el heredero al trono. Trágicamente, el Zarévich padecía hemofilia, una enfermedad congénita, que provocaba graves dolores por pequeñas heridas, y aseguraba en la mayoría de los casos una muerte segura a temprana edad. Los zares desesperados por encontrar una solución para salvar la vida de su hijo oyeron hablar, a través de Anna Výrubova (una amiga de la zarina), de Grigori Rasputín, un monje sanador conocido por ser capaz de realizar milagros. Fue contratado para vivir en palacio con la familia Romanov y así poder curar a su hijo siempre que lo necesitase. Sin saberlo, al contratarlo y hospedarlo en el palacio, Nicolás había cometido una de las peores decisiones de su reinado. Pues, Rasputín acabó destruyendo la monarquía rusa desde el interior. A través de los numerosos encuentros íntimos que tuvo con la Zarina, Rasputín tuvo una gran influencia en las ideas de Alejandra sobre el ejército y las acciones políticas. Con esto último consiguió que la Zarina transmitiera estas ideas a su esposo y le manipulara para que las llevara a cabo. En el momento en el que el pueblo ruso se enteró de la infidelidad de la Zarina, el Zar se convirtió en el hazmerreír de Rusia, y su esposa fue vista como un monstruo. Todo esto acabó con el respeto, la confianza y la buena imagen real que los Romanov habían mantenido durante siglo[3].

Muchos allegados del Zar veían como única solución para salvar Rusia: la muerte de Rasputin, finalmente este fue ejecutado por el príncipe Félix Yusúpov en diciembre de 1916. Con este acto, el pueblo creyó que el Zar al dejar de estar bajo la influencia de Rasputín, realizaría reformas para que cambiara la situación del país; sin embargo, nada cambió.

Otra de las causas a las que se atribuye la incapacidad de gobernar del Zar es por haberse dejado asesorar por su tío Sergio Aleksándrovich[4], conservador y fiel seguidor de la monarquía autoritaria que llevaba trescientos años liderada en Rusia por su familia. Las prioridades que Sergio tenía y aconsejaba a Nicolás, no concordaban con lo que el pueblo ruso necesitaba y pedía. Una serie de malas decisiones llevaron al imperio ruso a su autodestrucción, dejando cientos de miles de rusos asesinados.

La familia real creía sinceramente (e ingenuamente) que el pueblo llano le adoraba, por ello trató de recurrir a las victorias militares para recuperar prestigio. Tenía grandes y ambiciosos proyectos de conquista, como la anexión de los estrechos, Persia, Tíbet, Corea y Manchuria. Alguno de ellos ya lo había puesto en práctica, como la ocupación de Manchuria en 1900. La operación, que había sido un éxito, se complicó cuando en 1903 envió algunas tropas rusas a Corea. Japón, potencia en auge, también tenía intereses en el país, reaccionó y en 1904 animado por su primo Guillermo II de Alemania, Nicolás II declaró la guerra a Japón[5]. El imponente, pero desorganizado y desmotivado ejército ruso se vio superado por las eficaces tropas japonesas, y también la armada en la batalla de Tsushima (mayo de 1905, pocos meses después del Domingo Sangriento). Movilizó a todos los cuerpos de los que disponía, incluida la Flota del Báltico (la flota peor preparada para este conflicto) y terminó por ser derrotada dando final a la guerra ruso-japonesa (1904 -1905), propiciando a su vez tensiones con Alemania y Francia, anteriores aliadas rusas.  Como era de esperar, miles de hombres murieron en el campo de batalla, lo cual sólo hizo que el pueblo se reafirmara en su idea de que el Zar era un líder sanguinario que no se preocupaba por sus súbditos. Finalmente, Nicolás II tuvo que pedir la paz, aceptando algunas pérdidas territoriales y extendiéndose el descontento por todo el país.

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