Porfiriato
fabiolaibf2 de Mayo de 2014
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PORFIRIATO
Después de sus hazañas contra la intervención francesa, Porfirio Díaz era un militar popular, poderoso y con ambiciones políticas. Cuando Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada se reeligieron, Díaz se levantó en contra de ellos al grito de no reelección, primero con el Plan de la Noria y luego con el Plan de Tuxtepec. Conquistó el poder en 1877 gracias a su victoria en la batalla de Tecoac. Las elecciones para presidente de 1878 casi resultaron mera formalidad, pues Díaz ganó con el 97% de los votos. La época del porfiriato se refiere al tiempo que Porfirio Díaz estuvo en el poder período que comprende de 1877 a 1911.
SITUACIÓN POLÍTICA
Porfirio Díaz no estaba dispuesto a compartir el poder y, sobre todo, estaba decidido a eliminar a quienes podrían enfrentarse a su mandato. Al principio de su gobierno, el nuevo hombre fuerte siguió una sola estrategia: "pan o palo"; es decir: sus oponentes debían rendirse a cambio del apoyo y el reconocimiento del presidente, quien de manera generosa les entregaría algún puesto público, o sufrir en carne propia toda la represión que podía ejercer el gobierno.
Asimismo, don Porfirio decidía quiénes deberían ocupar los restantes cargos públicos, los puestos de elección popular y, por supuesto, quiénes quedarían al frente de la justicia. La autonomía de los poderes era sólo una pantalla: en realidad, el legislativo y el judicial funcionaban de acuerdo con los dictados del jefe del ejecutivo.
Una vez que el poder de don Porfirio se convirtió en algo casi absoluto, sólo permitió la existencia de algunos grupos políticos que lo apoyaban o no le causaban problemas significativos.
El 5 de abril de 1892 se creó el Partido Unión Liberal que apoyó la reelección del general Díaz, este grupo llegó a conocerse como los Científicos. El grupo estaba conformado por una buena parte de los miembros de su gabinete, quienes -bajo el amparo del positivismo y su fe en la ciencia- pretendían llevar al país por los caminos del orden y el progreso. No en vano, el lema de la administración porfirista era "poca política y mucha administración". El partido fue fundado por José Yves Limantour, quien asumió la titularidad de la Secretaría de Hacienda de 1892 a 1911. El apodo llegó a consolidarse cuando estos políticos afirmaron que tenían el propósito de "abogar por la dirección científica del gobierno y el desarrollo científico del país". Tomaron como modelo a Francia, pretendían reformar el ramo de la guerra; sustituir el sistema tributario apoyándose en el catastro y en las estadísticas; eliminar las aduanas interiores, así como reducción de tarifas arancelarias; atraer colonos y capitales extranjeros mediante una política comercial; mejoramiento de la enseñanza pública y de la justicia. Porfirio Díaz basó muchas de las decisiones de su política en este grupo.
Luego de que Porfirio Díaz estuviera tres décadas al frente de la presidencia -en las cuales sólo abandonó en una ocasión el Palacio Nacional para encargárselo a su compadre Manuel González (1880-1884), el panorama comenzó a transformarse. Los Científicos esperaban que Porfirio Díaz, por su avanzada edad, algún día les daría la oportunidad de sucederlo en el gobierno del país así que, preocupados por la edad de don Porfirio, se prepararon para la sucesión por muerte: era necesario controlar la vicepresidencia con el fin de garantizar su permanencia en el poder; asimismo, Bernardo Reyes, un hombre de armas con buen prestigio se convirtió en aspirante al trono presidencial. No obstante, la voluntad de don Porfirio se impuso: en su última reelección seleccionó al vicepresidente y envió a Reyes al extranjero.
A pesar de esto, en 1910 y como resultado de sus declaraciones a James Creelman (1908.-"Es un error suponer que el futuro de la democracia en México ha sido puesto en peligro por la prolongada permanencia en el poder de un solo presidente -dijo en voz baja-. Puedo con toda sinceridad decir que el servicio no ha corrompido mis ideales políticos y que creo que la democracia es el único justo principio del gobierno, aun cuando llevarla al terreno de la práctica sea posible sólo en pueblos altamente desarrollados. Puedo dejar la presidencia de México sin ningún remordimiento, pero lo que no puedo hacer, es dejar de servir a este país mientras viva"), los norteños comandados por Madero le tomaron la palabra: apostaron en favor de la democracia y luego del fraude se levantaron en armas.
SITUACIÓN ECONÓMICA
Desde la consumación de la Independencia en 1821 hasta el ascenso de don Porfirio al poder, México había vivido una situación económica a la que sólo podía calificarse como catastrófica: las incesantes guerras, las intervenciones extranjeras, la inestabilidad política y la incapacidad de pago del gobierno eran algunas de las características que definieron al país en el siglo XIX.
Sin embargo, con el señorío de Don Porfirio la situación comenzó a cambiar por completo: el país, de manera forzada, entró en la senda del progreso y el orden gubernamental a tal grado que, gracias a José Yves Limantour (Secretario de Hacienda y Crédito Público, cargo, en ese puesto llevó a cabo importantes reformas económicas para el país; entre otras cabe mencionar; el equilibrio presupuestal; el impulso en las obras de infraestructura material, como ferrocarriles, puertos, alumbrado, urbanización, parques, etcétera; la reforma monetaria; la consolidación del Sistema Bancario y la conquista del buen crédito internacional, a través de diferentes operaciones de apertura o de conversión de la deuda pública interna o externa. Su participación en la política fue también decisiva, como confidente del Presidente Porfirio Díaz y como líder de los llamados los Científicos ), se logró -por primera vez en la historia del país- un superávit en el gobierno.
Se incrementó la infraestructura de transportes, de igual manera, se crearon nuevas redes para telégrafo y teléfono, el sistema de correo era más eficiente. Corporaciones alemanas trajeron el proyecto de la electricidad, siendo generadas por turbinas, aprovechándose de la orografía de México para crear plantas hidroeléctricas. En Veracruz se descubrieron reservas de petróleo, creándose las primeras refinerías del país, la minería ocupo el primer lugar en producción de plata, así como también empezó la fabricación de textiles, papelería, calzado, alimentos, vinos, cerveza, cigarros, químicos, loza, vidrio y cemento. Además se creó la primera planta de la industria siderúrgica en América Latina.
El milagro económico operado durante el porfiriato no puede comprenderse sin la inversión extranjera que comenzó a fluir al país gracias a la estabilidad política y las garantías que el hombre fuerte otorgaba a los capitales extranjeros. De esta manera, estadounidenses, ingleses, alemanes y franceses -por sólo mencionar a los cuatro principales grupos- invirtieron importantísimas cantidades en ferrocarriles, minería, explotación petrolera, manufacturas y explotaciones agrícolas.
El progreso de México era indudable y Don Porfirio jugaba con gran cuidado con el peso de las inversiones extranjeras: impidió, hasta donde le fue posible, la supremacía estadounidense y trató de guardar un equilibrio gracias a la presencia de capitales de otras naciones.
El nuevo país -marcado por la modernidad- cambió su apariencia de manera definitiva: las grandes obras públicas, la unión de su territorio gracias al ferrocarril, el orden en la deuda pública y las finanzas, el afrancesamiento de las costumbres y la imparable llegada de novedades, convencieron a muchos mexicanos y extranjeros de que el pasado de sangre y muerte había sido abandonado de una vez y para siempre. La obra material, santo y seña del porfiriato, se convirtió en una suerte de religión a la que se sumaron los fieles del régimen.
Sin embargo, la modernización a marchas forzadas emprendida por don Porfirio, también tenía un lado oscuro: los inversionistas extranjeros fueron capaces de crear dos países en un solo territorio, los habitantes del primero -los funcionarios de las empresas, los técnicos extranjeros que llegaron con ellos y los sectores bendecidos por el hombre fuerte- vivían en una situación de privilegio, mientras que los integrantes del segundo -los trabajadores mexicanos- sobrevivían en condiciones miserables. México tenía dos rostros: uno moderno y próspero, y otro antiguo y miserable. Las joyas de la modernización no beneficiaron a la mayoría de los quince millones de mexicanos que vivían en 1910 y su hambre se transformó en alimento para el estallido revolucionario.
SITUACIÓN SOCIAL
Los desarrollos que se dieron durante el porfiriato permitieron desplazamientos de la población y el crecimiento de las ciudades, las más importantes fueron Guadalajara, Puebla, Monterrey, San Luis Potosí y León. Pero la más importante fue la Ciudad de México.
Según el censo de 1877 la población total en México, era de 9 millones 481 mil 916 habitantes y para el año 1910 el número total de habitantes en México era de 15 millones 160 mil 377, de los cuales el 80% dependían del salario rural, 411,096 eran agricultores y 840 eran hacendados. Los habitantes del país habían aumentado unos 5 millones, pero seguían mal distribuidos, la mayoría vivía en comunidades rurales, en localidades de menos de 2500 habitantes y las ciudades no pasaban de los 50 mil pobladores.
En 1881 se hizo obligatoria la enseñanza gratuita y laica, de los 6 a los 12 años, para la preparación de los maestros se construyeron varias escuelas
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