Porfiriato
fernandomontano20 de Mayo de 2014
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AVANCES TECNOLOGICOS EN EL PORFIRIATO
En el Porfiriato los principales avances en materia de tecnología fueron;
La extensión del sistema ferroviario, el mayor medio de transporte en México que era operado en su mayoría por extranjeros. Las rutas ferrocarrileras recorrían casi todo el país.
• La electricidad, gracias a la cual el gobierno pudo montar fábricas e industrias cuyo funcionamiento se mejoró debido a este avance.
• El automóvil, cuyo primer modelo llegó a México entre 1896 y 1898 y logró la instalación de la industria automotriz.
• La industria petrolera, base de la economía de la época. Como los ferrocarriles, en su mayoría eran posesión de extranjeros.
EDUCACION:
En las escuelas del Porfiriato, la variable fundamental para el cumplimiento de los programas la constituía el Maestro.
De acuerdo a los propósitos de los políticos porfirianos, la inspección y la capacitación de los docentes constituía la garantía del programa.
En el período de referencia, la creación de escuelas normales fue producto de los Congresos de Instrucción de 1890, históricamente la Escuela Normal de Profesores resultó de la conversión de una preparatoria para mujeres que funcionaba en la capital; en esta misma ciudad en 1887 el Gobierno Federal inauguró la Escuela Nacional de Profesores. En la fundación de estas instituciones y de la mayoría del interior de la República, fue clara la influencia del modelo de escuela normalista norteamericana; tan fue así que los programas de las escuelas normales eran revisados frecuentemente para mantenerlos al día con la pedagogía del momento en Europa y Estados Unidos y para estudiar con mayor detalle los aspectos prácticos de la enseñanza en sí misma. durante el período de fundación de escuelas normales que abarcó las dos últimas décadas del siglo de referencia, varios gobiernos estatales enviarían a maestros mexicanos a perfeccionarse a escuelas normales norteamericanas. Hacia el final del Porfiriato, algunas escuelas normales contribuyeron en la tarea de crítica hacia la dictadura.
La Educación Preparatoria: la preparatoria constituyó la institución ejemplar del Porfiriato que procuró su establecimiento en todos los Estados, las preparatorias al igual que los liceos mejoraron sus contenidos y sus instrumentaciones didácticas fundadas en las ciencias físicas y naturales.
La Educación Normal: en el proceso de la fundación de las escuelas se observó la influencia de las instituciones normalistas norteamericanas, tanto en su curriculum como en su administración, todo ello en razón de que los pedagogos mexicanos recibieron importante formación en aquel país.
El programa del desarrollo de las facultades que se trató de implantar en México, tropezó además de la insuficiencia de los presupuestos educativos de algunos Estados, con una realidad de tres siglos de lastre colonial y con una lealtad de las masas hacia la Iglesia, que se trató de transformar en lealtad hacia el Estado.
SOCIEDAD Y CULTURA:
Se hicieron grandes esfuerzos por extender la educación pública, lo que permitió que se educaran más niños; cada vez más gente pudo seguir estudios superiores y así se empezó a formar en todo el país una clase media de profesionales y empleados públicos. Se enriqueció la vida cultural con nuevos periódicos, revistas y libros escritos e impresos en México.
Se multiplicaron los caminos, puentes, edificios y escuelas. Los teatros presentaban compañías y actores europeos, y pronto el cinematógrafo fue conocido en todo el país.
La paz porfiriana fue provechosa para la cultura. Se avanzó en las ciencias, las artes y la técnica. Se fundaron academias, teatros, museos y asociaciones artísticas y científicas. Como en Europa y el resto de América, hubo una profunda influencia de la cultura francesa que puede apreciarse en la mayoría de los edificios y los monumentos de la época.
En el Porfiriato el arte y la cultura recibieron un gran impulso, principalmente en temas literarios donde destacaron Ignacio Manuel Altamirano y Manuel Payno. El nacionalismo y el modernismo fueron abandonados durante el porfiriato para dar paso a la influencia francesa, cuyo máximo exponente fue Justo Sierra.1
El positivismo permitió el avance de la educación, pues se crearon numerosas escuelas preparatorias y en 1910 Justo Sierra reabrió la Universidad Nacional.
Se multiplicaron los caminos, puentes, edificios y escuelas. Los teatros presentaban compañías y actores europeos, y pronto el cinematógrafo fue conocido en todo el país. La paz porfiriana fue provechosa para la cultura. Se avanzó en las ciencias, las artes y la técnica. Se fundaron academias, teatros, museos y asociaciones artísticas y científicas. Como en Europa y el resto de América, hubo una profunda influencia de la cultura francesa que puede apreciarse en la mayoría de los edificios y los monumentos de la época. Un grupo de historiadores publicó México a través de los siglos; otro grupo escribió México y su evolución social. Justo Sierra inauguró la Universidad Nacional. José María Velasco plasmó en cuadros maravillosos el esplendor del paisaje mexicano; Saturnino Herrán pintó una impresionante serie de cuadros con gente del pueblo y con alegorías a la mexicanidad; José Guadalupe Posada logró vigorosos grabados con escenas de la vida diaria. Músicos como Juventino Rosas, Ricardo Castro y Felipe Villanueva buscaron crear una música con hondas raíces populares. Hubo grandes novelistas, como Federico Gamboa; cronistas y cuentistas, como Angel del Campo, y poetas como Manuel Gutiérrez Nájera, Manuel José Othón, Salvador Díaz Mirón y Amado Nervo, que dedicaron su talento a describir y a cantar a la vida y el paisaje de México, así como a explorar la intimidad de sus sentimientos. En los últimos años del gobierno de Díaz hubo un grupo de muchachos brillantes y estudiosos que formaron en la ciudad de México el Ateneo de la Juventud. Alfonso Reyes, José Vasconcelos y Pedro Henríquez Ureña encabezaron este movimiento renovador que buscó libertad y nuevos caminos para el pensamiento y para la creación artística. Sus trabajos juveniles fueron interrumpidos por la Revolución, y todos ellos realizaron la parte más importante de su obra una vez que término la lucha.
LA LLAMADA "ERA DE FRANCISCO CAÑEDO" se inició con el triunfo de la revuelta de Tuxtepec, en 1877, y terminó con la muerte del general Cañedo, en 1909. Este periodo corresponde a la etapa de la historia nacional conocida como el porfiriato, y no sólo por coincidencia cronológica, sino porque las características de los hechos muestran una mayor integración de Sinaloa a la sociedad nacional, y de ambas al orden económico mundial impuesto por las potencias capitalistas del mundo occidental. Ya vimos cómo, desde el siglo XVIII, la sociedad de la entonces Intendencia de Arizpe se ligó al mercado mundial por medio de comerciantes ingleses y estadunidenses y cómo esta relación económica se fue haciendo más intensa a lo largo del siglo XIX, a la par que producía mayores repercusiones al interior de nuestra sociedad. Durante la era de Cañedo este fenómeno alcanzó mayor profundidad y creció el número de canales para la penetración de la influencia económica de los extranjeros. Por estas razones, para comprender la historia sinaloense de este periodo —y también la nacional— es preciso tener en cuenta lo que ocurría en el mundo occidental.
En el último cuarto del siglo XIX el sistema capitalista entró en la fase del imperialismo financiero, esto es, la vigorosa expansión de los países desarrollados sobre las regiones no industrializadas de América, Asia y África. Los países capitalistas necesitaban controlar las fuentes de las materias primas requeridas por sus industrias, pugnaban por abrir nuevos mercados para sus manufacturas y para obtener mejores oportunidades de inversión de sus capitales. En esta coyuntura de la historia occidental, los Estados Unidos surgieron como potencia económica capaz de rivalizar con las naciones europeas en la carrera imperialista, y, por la cercanía geográfica, México y el Caribe serían el primer campo de acción de sus ambiciones económicas, además de la expansión por el Océano Pacífico.
La respuesta del régimen porfiriano al empuje del imperialismo estadunidense fue receptiva, con desconfianza pero con la esperanza de promover el desarrollo económico del país, como lo preveía el programa económico de los liberales instalados en el poder. México abrió sus fronteras para que los capitales extranjeros fluyeran sin tropiezo a los sectores fundamentales de la economía nacional. Los Estados Unidos superaron por amplio margen a sus competidores europeos —Inglaterra, Francia, Alemania y Holanda, principalmente—. Los capitales estadunidenses se invirtieron en la explotación de recursos minerales y en la construcción de ferrocariles; de hecho, las principales vías mexicanas fueron la prolongación de las líneas y las empresas que operaban en el suroeste de los Estados Unidos. México recibió el efecto de la fuerza económica del exterior y se adaptó a sus exigencias. La economía mexicana dio señales de dinamismo, pero el resultado fue un crecimiento supeditado a los intereses de los inversionistas extranjeros. En esta coyuntura descubrimos el inicio de un rasgo característico de la economía sinaloense del presente, esto es, su vinculación muy estrecha con la economía de los Estados Unidos.
Por todas estas circunstancias, la era de Francisco Cañedo marca un hito en la
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