Primer militarismo peruano

El periodo que va desde 1827 a 1872 en el Perú se caracteriza por una serie de convulsiones políticas que llevaron al poder a diversos caudillos militares, muchos de los cuales gobernaron el país de manera autoritaria y sin respetar las normas democráticas. Jorge Basadre, en su obra "Historia de la República del Perú", llama a este periodo el "primer militarismo" del país.

Durante este periodo, surgieron líderes militares como el general Agustín Gamarra, quien lideró la expedición a Bolivia en 1828 y que fue presidente del Perú en dos ocasiones distintas. Gamarra fue un caudillo que llegó al poder de manera autoritaria y que gobernó el país sin respetar las normas democráticas. Su segundo gobierno se caracterizó por la represión a la oposición y la falta de libertades civiles.

Otro militar destacado de este periodo fue el general Ramón Castilla, quien lideró la Revolución Liberal en 1844 y que asumió el poder en 1845 tras un golpe de Estado. Castilla gobernó el país durante diez años, llevando a cabo una serie de reformas políticas, económicas y sociales que sentaron las bases para la modernización del país.

Sin embargo, luego de la caída de Castilla en 1854, se inició un periodo de inestabilidad política que llevó al poder a diversos militares de forma autoritaria y sin respeto a las normas democráticas. Uno de los más destacados fue el general Mariano Ignacio Prado, quien asumió la presidencia en tres ocasiones distintas entre 1865 y 1879.

El gobierno de Prado fue marcado por la corrupción, el endeudamiento externo y la falta de respeto a las libertades y derechos civiles. Durante su segundo gobierno, en 1876, Prado promulgó una nueva Constitución que le otorgaba amplios poderes y reducía las libertades ciudadanas

En resumen, el periodo que va desde 1827 a 1872 en el Perú se caracteriza por la presencia de diversos caudillos militares que gobernaron de manera autoritaria y sin respetar las normas democráticas. Este periodo sentó las bases para el intervencionismo militar en la política y la falta de respeto a las instituciones democráticas, lo que marcó el rumbo del país durante gran parte del siglo XX.

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