Republica Centralista
gutierrezq24 de Agosto de 2014
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La forma de gobierno centralista duro de 1835 a 1846 y a su caída se instaura de nueva cuenta el sistema federalista formándose la segunda república federal
En una parte de 1835 sucede la caída del federalismo y todo en 1836, cuando el tiempo se aprovechó por el Congreso de la Nación para lograrse redactar la Constitución Centralista y esta fue conocida como las Siete Leyes.
En dicha constitución se aceptaba la ser una república centralista, además de ser la única instancia quien nombrara a los gobernadores de los "departamentos" y sus juntas departamentales.
A principios de 1837 regresaron al país el exiliado Anastasio Bustamante, a quien muchos recordaban con nostalgia por el orden de su gobierno de 1830 a 1832, y el general Santa Anna. Al acercarse las elecciones, Santa Anna no apareció entre los candidatos, que quedaron reducidos a Anastasio Bustamante, Nicolás Bravo y Lucas Alamán.
Empieza a funcionar la República centralista.
El 19 de abril de 1837 juró el nuevo presidente, mientras se producían los pronunciamientos de San Luis Potosí, California y Veracruz al grito de "¡Federación o muerte
El año de 1838 lo inauguraron pronunciamientos federalistas y se continuó con la guerra que declaró Francia al país. Los puertos mexicanos estuvieron bloqueados y el país se quedó sin fuerzas ni dinero para enfrentarse al enemigo. Lo delicado de la situación no detuvo a los federalistas, que de nuevo intentaron tomar el poder, e incluso se afirmó que habían entrado en acuerdos con los franceses.
Otro grupo de federalistas del noreste aprovechó la situación apurada de la República y organizó una convención en Laredo, que declaró establecida la República de Río Grande. Parecía que la República no podría sobrevivir. Dos guerras extranjeras y la endémica "bola", como le pueblo llamaban a los levantamientos políticos, parecían condenarlos a muerte.
La gente de la ciudad se había acostumbrado al desorden, que a menudo era motivo de jolgorio. En aquella sociedad tan heterogénea había de todo: ricos, pobres, cultos e ignorantes, progresistas y tradicionalismos, racionalistas y supersticiosos; y todos esperaban que se obrara el milagro, pues tenían fe en la ley, en el gobierno, en la educación o en Dios.
Por primera vez se oyó una voz que los defendía abiertamente una monarquía como la única solución. José María Gutiérrez de Estrada había sido diplomático y ministro de Relaciones Exteriores, mandó imprimir una carta abierta al presidente Bustamante, en la que ponía en duda la conveniencia para México de la Constitución de 1824 y la de las Siete Leyes. En el fondo de la cuestión, Gutiérrez de Estrada dudaba de la capacidad de los mexicanos para dirigir un estado y proponía la monarquía casi única salida.
La carta provocó un verdadero escándalo; Gutiérrez de Estrada tuvo que esconderse y después abandonar el país, al cual nunca volvería. Vivió exiliado en Europa, pero no dejó de trabajar en las cortes para traer a México un monarca.
En agosto se inició un movimiento dirigido por Santa Anna que desconocería las Siete Leyes. En septiembre de 1841 firmaron las Bases de Tacubaya, en el cual se acordaba que mientras se creaba una nueva constitución cesarían todos los poderes y se nombraría a un ejecutivo provisional. Bustamante no pudo hacer nada y firmó la paz y salió del país.
Fueron los tratados que se firmaron con el objetivo de derrocar al presidente Anastasio Bustamante encabezado por Santa Anna y desconocer los cuatro poderes en curso del gobierno centralista. Varios estados de la República mexicana están en contra del régimen centralista y los federalistas hacían su parte difamando al presidente centralista en curso.
Santa Anna Para cumplir con lo
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