Reseña Dussel
laloaizaReseña10 de Diciembre de 2019
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Enrique Domingo Dussel Ambrosini (n. 24 de diciembre de 1934, departamento de La Paz, Provincia de Mendoza, Argentina) es un académico, filósofo, historiador y teólogo de origen argentino, naturalizado mexicano. El libro en cuestión, publicado en 1994, es un conglomerado de las conferencias que en su conjunto se titulan 1492: El encubrimiento del otro, que tuvieron lugar en Frankfurt, Alemania, en 1992. Este año aporta un ineludible sentido como hito de los 500 años pasados desde el descubrimiento europeo de América, coyuntura que permitió fortalecer el intento de replantear la comprensión eurocéntrica de la modernidad, pues a lo largo del texto el autor busca criticar las estructuras del colonialismo, el imperialismo, la globalización, el racismo y el sexismo, desde la experiencia particular de explotación y alienación de la periferia global. Para así referirse a una modernidad alterna desde la experiencia histórica de la periferia.
Su contenido filosófico surge en el contexto histórico y sociopolítico de América Latina, y responde a su particular coyuntura de dominación y alienación como parte de una periferia global, la llamada teoría de la dependencia, pero también de África y Asia en una forma menos intensificada. Se plantea un contraste de la filosofía de la dominación, para contribuir con el verdadero proceso de liberación de América Latina, pues sugiere un desafío directo a los discursos de la filosofía euroamericana, y enfatiza en los deberes sociopolíticos de la filosofía latinoamericana hacia el proyecto de liberación histórica.
Dussel define la modernidad como mito paradójico. Por un lado, racional, que difunde una promesa de emancipación; por otro, irracional y victimario, que legitimista la violencia y la destrucción ejercidas sobre la alteridad. La primera cara del mito encubre a la segunda. El descubrimiento de América, como momento constitutivo del ego moderno y de un nuevo sistema de relaciones intersubjetivas, este descubrimiento europeo del ‘Otro’ a quien se puede conquistar, violentar, vencer y controlar, omitir de la historia, usurpar sus territorios y culturas particulares. En este sentido, Europa logra imponer una visión de mundo en la que, como señala Quijano, ella representa la culminación de la civilización (encarnada en el sujeto moderno); mientras que los otros son ubicados en el pasado, en la infancia de la humanidad y en el estado de naturaleza original, tal como han sido entendidos por el pensamiento de la Europa occidental. Para Dussel, el resultado de este proceso es que el Otro se convierte en lo Mismo. Pero se trata de lo mismo devaluado frente al modelo superior europeo, a partir de una serie de significados de inferioridad que se le atribuyen.
El discurso sobre el progreso y el desarrollo actuó como una falacia legitimadora de la acción del ego moderno en su tarea de educar, civilizar y modernizar el mundo, de someterlo por su propio bien para guiarlo hacia un futuro mejor (que ofrecía la esperanza de ser más semejante a ‘lo Mismo’). La superioridad natural otorgaba el derecho sobre ‘el Otro’. Con este discurso eurocéntrico se justifican las inequidades sociales y la dominación, bajo la promesa de igualdad y emancipación. La falacia desarrollista justifica la desposesión y a la vez omite la explotación. Bajo estas premisas, el territorio del otro se convierte en común y propio para los europeos, abierto para ser conquistado y colonizado.
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