Restauracion Arquitectonica En El Centro De La Ciudad De Mexico

Restauración Arquitectónica en el Centro de la Ciudad de México

El centro histórico de la Ciudad de México contiene algunos de los tesoros culturales y joyas arquitectónicas más apreciadas en todo el país. Es la parte más antigua de la Ciudad de México y por eso ha sido tan importante para el país preocuparse por la conservación y la protección de este patrimonio cultural.

“Restaurar monumentos históricos no es regresar a la arquitectura de otras épocas, si no traer al tiempo actual la vivienda del gozo de un satisfactor de las necesidades espirituales y materiales de los antepasados, y saber estimar el contexto ambiental que lo origino. El arte antiguo se debe ver con los ojos de hoy y entenderlo con el pensamiento de ayer” (Tazzer)

Alejandro Mangino Tazzer nos ayuda a entender la conservación de monumentos históricos y como con el tiempo estas obras se han transformado, adaptado y conservado para poder ser integradas a las necesidades y modos de vivir de las personas en donde estos monumentos se encuentran ubicados.

Hay dos criterios sobre la restauración arquitectónica escritas por diferentes arquitectos y restauradores que deberían ser tomadas en cuenta.

Viollet Le Duc fue el iniciador del tema de la restauración, creía que se debe intervenir en la obra como arquitectos y complementar lo que haya sido creado por quien concibió la edificación, y así se podrá mantener su brillo original y su esplendor. Acepta la reconstrucción y la reintegración de partes faltantes, desde que sigan el estilo original, lo que sólo es posible por medio del análisis comparado de indicios arqueológicos e históricos.

También podemos tomar en cuenta la de John Ruskin, quien fue un crítico ingles muy reconocido por sus creencias románticas. Se centraliza en el sentido estricto de la conservación. Representa la conciencia romántica, moralista y literaria, en contraposición a la restauración en estilo, defendiendo la autenticidad histórica. Para Ruskin, la vida de un edificio es como la del ser humano: nace, vive y muere. Restaurar un monumento es destruirlo, es crear falsas copias e imitaciones, admitiendo como única operación la conservación para evitar la ruina.

En México la restauración de monumentos tiene una reglamentación muy específica, desde el siglo pasado se empiezan a proteger las antigüedades y ruinas indígenas. Este proceso de varias técnicas de construcción en México, desde las prehispánicas hasta las contemporáneas dará una pauta por seguir en los múltiples trabajos de restauración que se puedan realizar en el medio mexicano, sin olvidarse de los entornos y contextos culturales en donde se sitúan los monumentos históricos. (1)

En este ensayo hablaremos sobre la restauración de edificios de principios del siglo XX. Estas obras son consideradas por estar mas expuestas a su perdida por demolición a comparación con las obras prehispánicas o de siglos anteriores ya que no hay tantas leyes que protejan estas edificaciones a comparación de las otras.

La restauración de esta arquitectura llamada francesa o afrancesada, por la influencia que irradio Francia hacia 1900, están protegidas por el Instituto Nacional de Bellas Artes.

En la ciudad de México los grandes momentos de desarrollo de la construcción cultural ocurrieron entre los años veinte y los sesenta del siglo XX: se construyó una gran cantidad de edificaciones educativas y culturales, entre ellas museos, teatros y cines, alentando las artes para el fortalecimiento de la identidad nacional. A partir de los años ochenta la reducción de los presupuestos públicos limitó la expansión de la infraestructura cultural. (2) Es por eso que es tan importante conservar y restaurar estas edificaciones para que puedan seguir siendo utilizadas y sigan en función de las necesidades de la población mexicana.

Obras como el Palacio Postal “correos” y el Museo Nacional de Arte en México son ejemplos de restauraciones hechas en el centro de la ciudad, en donde se nota el gran estado de conservación de los edificios históricos.

El Palacio Postal se empezó a construir en 1902 en el terreno que ocupaba el antiguo Hospital de Terceros Franciscanos. El proyecto fue diseñado por el arquitecto italiano Adamo Boari y la construcción estuvo a cargo del ingeniero mexicano Gonzalo Garita. En su construcción se combinaron materiales y elementos traídos de Europa con los hechos y producidos en Mexico. En su interior, el edificio se encuentra ornamentado con mármoles de carrara y la herrería de bronce dorada ambos elaborados en la “Fonderia de Pignore” de Florencia, Italia.

El edificio fue inaugurado el 17 de febrero de 1907 por Porfirio Diaz. El Banco de México quien ocupaba el tercer y cuarto piso modifico varios elementos arquitectónicos pero no fue hasta 1966 que se inicio la verdadera restauración por el arquitecto Juan Urquiaga, quien junto con el despacho del Dr. Ricardo Prado y asociados estuvieron a cargo de la conservación de este Patrimonio Historico y Cultural.

Basados en los planos originales de Adamo Boari y en sus croquis de trabajo, se restauraron todos los elementos originales del edificio. El arquitecto Urquiaga y el despacho del Dr. Prado reprodujeron mas de 500 planos para la restauración de los 12, 500 m2 que ocupa el Palacio de Correos y las columnas fueron restauradas con la misma formula utilizada para poder reproducir nuevamente su belleza. La herrería de cobre y bronce que había sido cubierta con pintura negra de esmalte, fue restaurada para poder recuperar su color original.

Para la recuperación de las ventanas de madera que integran las fachadas, se tomó como modelo las originales que seguían algunas de ellas en buen estado. Cristales grabados y vicelados realzan la ebanistería de las ventanas interiores. El Domo que cubre la escalera monumental fue restaurado en su totalidad, incluyendo las banderas de los países que pertenecen a la Unión Postal Universal. Asimismo, los vidrios transparentes fueron colocados nuevamente. La marquesina de la entrada principal llamada pan-coupe fue desmontada y restaurada, todas sus partes fueron limpiadas y posteriormente vueltas a dorar por galvanoplastia. También fue restaurada la cantera blanca de Pachuca, de las cuatro fachadas del

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