Socialismo
AlbertoFI2 de Octubre de 2014
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Socialismo
SOCIALISMO Y “TRANSICIÓN AL SOCIALISMO”
El socialismo es la etapa de desarrollo social que comienza con el triunfo de la revolución proletaria. Se trata de una etapa que viene directamente del capitalismo y durante la cual se ajustan y transforman los elementos heredados de este sistema. Durante esta etapa van desapareciendo los elementos negativos y se van fortaleciendo los elementos que conducen al comunismo, a la etapa de la sociedad en la que desaparecen las clases sociales y el Estado como mecanismo de represión.
Debido al carácter transitorio de esta etapa, se la suele llamar también transición al socialismo; sin embargo, siguiendo las reflexiones de Marx y Lenin, en ese caso nos parecería más correcto hablar de transición al comunismo.
Las características fundamentales del socialismo son: la dictadura del proletariado, en lo político, y la propiedad social de los medios de producción más importantes junto a la planificación de la producción social, en lo económico.
LA PROPIEDAD SOCIAL DE LOS MEDIOS DE PRODUCCIÓN
¿Qué se entiende por propiedad social de los medios de producción?
Los principales medios de producción (las grandes fábricas, minas y tierras) dejan de pertenecer a un grupo pequeño de personas: los capitalistas, para pasar a pertenecer a todo el pueblo.
El marxismo no plantea la supresión de la propiedad privada de los medios de consumo, es decir, de la vestimenta, de los alimentos diarios, de la casa donde se vive, etc. La propiedad personal de estos bienes de subsistencia no es una fuente de poder social sobre los hombres. En cambio, sí lo es la propiedad privada de los medios de producción: ella es la base de la explotación del hombre por el hombre.
¿De qué manera los medios de producción pasan a pertenecer a todo el pueblo?
A través del Estado. Es el Estado proletario, es decir, un nuevo tipo de Estado manejado por la clase obrera, el que toma posesión de estos bienes para hacer que los frutos que se obtengan con ellos, en lugar de ir a parar al bolsillo de unos pocos privilegiados, sean destinados a beneficiar a todo el pueblo.
Durante toda esta etapa existe una cierta contradicción entre la propiedad social de los medios de producción y el control incompleto que tienen sobre estos medios de producción los propios trabajadores. Ellos no pueden llegar, de un día para otro, a dirigir efectivamente las empresas en que trabajan, y mucho menos pueden dirigir la economía a nivel regional y nacional. Una de las características de esta etapa es el esfuerzo por hacer desaparecer esta contradicción a través de un gran programa de educación para capacitar a los trabajadores frente a sus nuevas tareas y a través de la propia experiencia práctica de las masas al ejercer el poder desde la base.
LA PLANIFICACIÓN ECONÓMICA Y EL DESAROLLO DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS
El paso de los medios de producción a manos del Estado proletario permite planificar la economía en la forma más racional posible para ponerla al servicio del pueblo. Sólo si el Estado es el propietario de los medios de producción, es decir, sólo si es él quien puede disponer de ellos y de sus frutos, es posible dirigir la producción hacia fines sociales. Cuando la propiedad de las empresas está en manos de particulares, aunque se trate de un colectivo de trabajadores, éstos tratarán de obtener el máximo de utilidades para su grupo, lo que generalmente no está de acuerdo con el interés general de la población.
Ahora bien, para que la planificación económica funcione no basta que el Estado pueda disponer de los medios de producción y de sus frutos. Es necesario que el plan esté basado en gran cantidad de información que venga desde los mismos centros de trabajo, para recoger así las opiniones de los trabajadores, que son los que llevarán adelante el plan. Sin la real participación de las bases para hacer y controlar el plan, se pueden cometer muchos errores.
Si se planifica correctamente la economía, el socialismo se caracteriza por un extraordinario crecimiento de las fuerzas productivas, liberadas ahora de las trabas que les imponían las relaciones de producción capitalista. Se avanza así desde un sistema donde reina la escasez a un sistema donde reina la abundancia.
EL PRINCIPIO: “A CADA UNO SEGÚN SU TRABAJO”
Uno de los principios del socialismo es que todos deben trabajar. En esta etapa desaparecen definitivamente los parásitos, las personas que antes vivían del trabajo de otros. En esta nueva sociedad “el que no trabaja no come”.
Sin embargo, a pesar de que se pone fin a las clases explotadas, a los que viven de trabajo ajeno, todavía no desaparecen todas las desigualdades sociales. Otro de los principios que rigen a esta sociedad es el que afirma que “a igual cantidad de trabajo, igual cantidad de producto”, o, lo que viene a ser lo mismo, “a cada uno según su trabajo”.
¿Por qué implica esto desigualdad social?
Porque a cada trabajador se le paga según su rendimiento. Y sin duda rinde más el trabajo de un obrero especializado que el de un obrero no especializado; el de un trabajador inteligente que el de uno menos inteligente; el de un trabajador sano físicamente que el de un trabajador físicamente débil. La mayor parte de estas diferencias son una herencia del sistema capitalista. No todos los trabajadores tuvieron las mismas posibilidades para especializarse. No todos los trabajadores pudieron alimentarse bien durante el régimen capitalista.
¿Qué resultado da esto en la práctica?
Aunque todos deben trabajar en el socialismo, no todos reciben el mismo salario. Se mantienen así las “diferencias de riquezas”, porque se distribuyen según el trabajo y no según las necesidades. Lo propio de esta etapa de desarrollo social es la existencia de estas desigualdades, pero, al mismo tiempo, la tendencia a que éstas vayan desapareciendo hasta llegar a eliminarse definitivamente en el comunismo. Uno de los signos más importantes que señalan hasta qué punto se avanza en la construcción de la nueva sociedad es la medida en que estas desigualdades se hacen cada vez menores.
Pero ¿por qué no se puede establecer inmediatamente un régimen en que cada uno reciba de acuerdo a lo que necesita?
Porque para ello se necesita un inmenso desarrollo de las fuerzas productivas, de modo que la riqueza social sea tan grande que permita satisfacer las necesidades básicas de todos los hombres.
Mientras haya escasez de productos no se podrá entregar a cada hombre todo lo que necesita para vivir en un completo bienestar.
Por otra parte, no se puede pensar que de un momento a otro los hombres vayan a trabajar teniendo en cuenta los intereses de la comunidad y vayan a tomar de ella sólo lo que necesitan para vivir, teniendo en cuenta las necesidades de los demás. Una de las mayores dificultades de la construcción de la nueva sociedad es que ésta no se edifica con “hombres con las mejores intenciones”, criados en invernadero, sino con hombres que han nacido en el capitalismo y que han sido corrompidos por ese sistema.
Lenin decía al respecto que el obrero nunca ha estado separado de la vieja sociedad por “una muralla china”. En él queda mucho de la manera de pensar de la sociedad capitalista. Los obreros edifican la nueva sociedad sin haberse transformado todavía en hombres nuevos que estén limpios del barro del viejo mundo. Ellos siguen por un tiempo metidos hasta las rodillas en este barro. Lo único que cabe es soñar con limpiarse de este fango, pero sería la mayor de las utopías creer que esto puede lograrse inmediatamente. Eso sería una utopía que en la práctica pondría al comunismo en el cielo y no en la tierra. No, no es así como comenzamos a organizar el socialismo. Lo comenzamos colocándonos en el terreno de la sociedad capitalista, luchando contra todas las debilidades y deficiencias que sufren también los trabajadores y que empujan al proletariado hacia abajo. En esta lucha hay numerosos viejos hábitos y costumbres separatistas, tan características en los pequeños propietarios que se guían por el antiguo lema: “Cada uno para sí y Dios para todos”.
Teniendo en cuenta este hecho, Lenin, que era un dirigente político que tenia los pies bien puestos en la tierra, nunca pensó que había que eliminar de un día para otro los estímulos materiales para lograr un aumento de la producción. Consideraba que, esta recompensa indirecta era necesaria para cumplir con las metas finales de esta sociedad.
Tampoco dejaba de dar importancia a la emulación socialista para impulsar a las masas a la acción y lograr aumentar la productividad del trabajo.
Pero, al mismo tiempo, Lenin hacía notar el inmenso valor que tenia el trabajo voluntario que los trabajadores hacían en los llamados “sábados rojos” , porque veía en eso “un principio real del comunismo”.
Sin embargo, es muy importante no confundir la vanguardia de un movimiento con la masa que forma parte de éste. La vanguardia debe ser capaz de darse cuenta de cuáles son los intereses inmediatos de esa masa y conducirla, a partir de allí, a las metas superiores. Por ejemplo, si los obreros están acostumbrados a rendir en el trabajo cuando son estimulados por premios materiales, no se les puede exigir de un día para otro -cuando la empresa pasa a ser propiedad social- que renuncien al estímulo económico “porque ahora están trabajando para todo el pueblo”. Pero ello no implica que la vanguardia, los dirigentes, dejen de luchar por convencer a la masa de la verdad de estos ideales. Ellos deben, por el contrario, demostrar con el ejemplo
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