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Sociologia


Enviado por   •  31 de Enero de 2015  •  1.759 Palabras (8 Páginas)  •  213 Visitas

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SOCIOLOGÍA E HISTORIA

Al igual que ocurre con el periodista, tanto el historiador como el sociólogo se ocupan básicamente de una misma realidad: la sociedad, o, si se quiere decir con más precisión, las sociedades en su continuo devenir, mutación, cambio, desarrollo o evolución.

Sin embargo, aunque parezca que el objeto de estudio de cada uno es el mismo, la práctica nos dice que sus ocupaciones son diferentes.

Entonces, ¿a qué se debe que la Historia y la Sociología sean dos ciencias distintas? ¿A qué se debe que el historiador y el sociólogo sean dos profesionales diferentes?

Si pudiéramos responder a estas preguntas, estaríamos en capacidad de diferenciar metodológicamente ambas disciplinas.

Digamos, para empezar, que la Sociología puede definirse como la actividad intelectual que estudia lo que llamamos "realidad social" con el objeto de determinar las regularidades que operan dentro de la misma para de esa manera hacer más inteligible la conducta grupal y llegar eventualmente al establecimiento de leyes y postulados científicos elaborados, en la mayoría de los casos, inductivamente.

Esos casos y leyes sirven para explicar otras conductas humanas grupales -pasadas o presentes- y que sirven, asimismo, para predecir conductas humanas grupales de ocurrencia futura. Dicho de otra manera, la Sociología se ocupa de la determinación de las regularidades o leyes que rigen el comportamiento humano grupal dentro de un contexto social determinado.

He dicho que el sociólogo se ocupa del estudio de la conducta humana grupal -de la realidad social, mejor dicho- tanto pasada como presente. Esto quiere decir que tanto el devenir actual como el pasado son susceptibles de caer bajo la mirada del sociólogo, quien aplicando los métodos de su disciplina irá a buscar factores explicativos de la conducta humana grupal que, de repetirse dentro de contextos similares, podrían producir efectos igualmente similares. Por eso la Sociología tiende a ser una ciencia aplicada cuyas leyes y métodos se utilizan para manipular la realidad social.

El historiador, en cambio, observa y estudia el devenir humano que ha dejado de ser, que agotó de una sola manera una de las muchas posibilidades de realización posibles. El historiador tiene que vérselas con un pasado que fue real como este mismo presente que estamos viviendo, pero que ya no lo es.

Un pasado que con el paso del tiempo va siendo olvidado, va perdiendo relieve, va estableciéndose en formas distorsionadas del pensamiento y de la memoria individual y colectiva, no como fue realmente sino como los propósitos conscientes e inconscientes de los pueblos, naciones, clases o grupos de interés lo han determinado, creándose así tradiciones falsas, mitos, leyendas o, simplemente, interpretaciones inexactas, incompletas o amañadas.

Por ello, aunque la realidad social es, ontológicamente, la misma, cuando el historiador la aborda con intención de estudiarla inmediatamente se le presenta un requisito previo pues esa realidad ha dejado de ser directamente observable y su mayor o menor lejanía temporal condiciona, en mayor o menor grado, las posibilidades de observarla en su ocurrencia y causalidad.

De ahí que, antes de explicar la realidad social, o por lo menos mientras intenta hacerlo, el historiador está obligado a reconstruirla. Pero como esto no es posible realizarlo totalmente, por razones que explicaré más adelante, el historiador tiene que valerse de hipótesis cuyos métodos de validación difieren bastante de los métodos utilizados por el sociólogo. Aquí reside el aspecto diferencial entre la vía de acceso a la realidad social que utilizan el sociólogo y el historiador.

Al sociólogo la realidad social, cuando se ocupa del presente, le es algo dado, inmediato, concreto, directamente observable, hasta manipulable si se quiere. Al historiador, en cambio, la realidad social que desea estudiar le es algo remoto, distante, ausente, observable solamente en función de los restos que han podido conservarse de un pasado que fue mucho más completo que el que se percibe actualmente.

Esa realidad pretérita que intenta estudiar el historiador es observable solamente en función de una actitud mental que implica la capacidad de suspender momentáneamente la visión del ambiente circundante para imaginar metódicamente cómo ocurrieron las cosas.

Algunos lectores seguramente conocen el ya clásico libro de Wright Mills, "La imaginación sociológica". Así como él postulaba la necesidad de dicha imaginación para que el sociólogo pueda abordar y entender la realidad social, así también, creo yo, es necesario que el historiador adopte esa actitud mental que le permita "ver" las cosas del pasado de manera similar a como el sociólogo ver las del presente.

En otras palabras, el historiador deber poseer la capacidad de pensar históricamente porque no es lo mismo pensar históricamente que pensar sociológicamente y, precisamente, porque ambos modos de pensar son diferentes, también los modos de abordar la realidad social, en uno y otro caso, habrán de ser diferentes.

La imaginación metódica supone la capacidad de considerar el hecho histórico como algo ontológicamente igual a cualquier hecho presente puesto que ambos forman parte del mismo flujo continuo de la realidad social.

Con estas afirmaciones no estoy sosteniendo un subjetivismo metodológico, sino simplemente postulando que para que el sociólogo y el historiador puedan estudiar la realidad social, cada uno dentro de su propia temporalidad operativa, es necesario que cada uno adopte una óptica particular frente a esa realidad social pues debido al factor de su ocurrencia temporal, ella se presenta

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