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Sor Juana Ines De La Cruz


Enviado por   •  24 de Febrero de 2014  •  556 Palabras (3 Páginas)  •  275 Visitas

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Sor Juana Inés de la Cruz

Máxima figura de las letras mexicanas. Descubre más en torno a su vida y obra.

Hija ilegítima, nació el 12 de noviembre de 1651 en la aldea Nepantla, aunque se encontró una fe de bautismo en la parroquia de Chimulhuacán, donde también se dice que nació el 2 de diciembre de 1648.

Nació en la hacienda de San Miguel Nepantla, Estado de México, Su nombre, antes de tomar el hábito, fue Juana de Asbaje y Ramírez ya que fue hija natural de la criolla Isabel Ramírez de Santillana y el vizcaíno Pedro Manuel de Asbaje.

Aprendió a leer y escribir con tres años, a los siete pedía que la mandaran a estudiar a la Universidad y a los ocho escribió una loa para la fiesta de Corpus.

Siendo muy joven viajó a la ciudad de México y entró en la Corte real al servicio de los virreyes de Mancera.

Siendo pequeña, Sor Juana se crió con su abuelo materno Pedro Ramírez, en la hacienda de Panoayan. Su genio se manifestó desde temprana edad: habiendo estudiado apenas las primeras letras en Amecameca.

En 1656, a la muerte de su abuelo, su madre envió Sor Juana a la capital a vivir a la casa de su hermana, María Ramírez, esposa del acaudalado Juan de Mata.

Ahí Sor Juana Inés estudió latín “en veinte lecciones” con el bachiller Martín de Olivas, bastándole solamente esas pocas para dominar esta lengua, cosa que se demuestra en la maestría de varias de sus obras, sobre todo en los villancicos, que contienen versos latinos.

Estudiaba mucho, y era tal su obstinación por aprender que llegó a recurrir al método auto coercitivo de cortarse el cabello para poner como plazo que le volviera a crecer, para haber aprendido ya algo que deseaba.

Sor Juana leyó mucho durante toda su vida tanto autores clásicos romanos y griegos como españoles.

En 1664 Sor Juana ingresó a la corte como dama de compañía de la virreina, Leonor María Carreto, marquesa de Mancera, a la que dedicó algunos sonetos con el nombre de Laura. El virrey, admirado, hizo reunir a cuarenta letrados de todas facultades para someterla a un examen sin igual del cual, por supuesto, salió triunfante, dejando admirados a los sabios por haber contestado con sabiduría toda pregunta, argumento y réplica que estos le hicieran.

Harta de la vida cortesana, Sor Juana decidió entrar a un convento porque, según ella misma dice, “para la total negación que tenía al matrimonio era lo más decente que podía elegir en materia de la seguridad de mi salvación”. Primero entró al convento de San José de las Carmelitas Descalzas en 1667 pero salió de ahí a los tres meses, por la severidad de la regla y el rigor de la orden. Después ingresó a la mucho más flexible orden de las jerónimas, en el convento de Santa Paula, donde por

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