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Sor Juana

partychay1 de Noviembre de 2013

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Del paso de una vida en la Corte a una vida en el Convento

Introducción

El objetivo del presente trabajo consiste en analizar y argumentar la decisión de Sor Juana Inés de la Cruz en dejar la Corte en la que ella vivía y estaba protegida por los Virreyes, para internarse en el convento a una vida religiosa.

A los once años Juana viaja a la Ciudad de México y se aloja con sus tíos María y Juan de Mata, ahí continúa con sus lecturas al tiempo que toma clases de Latín, idioma que logra dominar en sólo 17 clases.

Cuatro años después, Juana recibe una invitación a palacio, su fama de “gran sapiencia” ha llegado a los virreyes Don Antonio Sebastián de Toledo y María Leonor Carreto, Marqueses de Mancera, quienes, al conocerla, quedan impresionados y la invitan a ser dama de la corte.

Sus condiciones de hija natural, de chica precoz, de carencia de padre, con una madre de carácter enérgico y fuerte, vivía en México, tiene posibilidades de formación por los parientes y a los 16 años con estas condiciones a cuestas entra en la Corte, allí estará 3 años y será protegida por los Virreyes, durante ese tiempo escribe poesía festiva, amorosa, galante, es una etapa muy intensa porque produce mucha poesía y la Corte es un centro de cultura, luego sus mecenas le publicaran sus obras, esto es una muestra de protección que recibió.

En la sociedad colonial en la que se desenvuelve no existía la producción autónoma de la literatura o el arte, el mecenazgo da la idea del trabajo por encargo, así ella se ocupaba de las celebraciones cívicas o religiosas. Cuando llegó a México fue la encargada de elaborar el Arco Triunfal para recibir a las nuevas autoridades. Sor Juana está en el grupo de los letrados y dependía de la protección de sus mecenas. Pero ¿Por qué profesa? ¿Por qué se hace monja?

Desarrollo

Sor Juana va a decir que se hace monja por la fé, pero en realidad lo hace porque necesita de un lugar seguro para poder seguir estudiando y escribiendo, necesitaba un lugar en donde no se la molestara. No tiene dote ni linaje, lo único que tiene es su conocimiento y erudición y lo va a usar para defenderse de las críticas.

Es durante los años que vive en la Corte que Juana decide tomar los hábitos, ya que considera ésta la única manera de continuar su vida de aprendizaje, lectura y conocimiento, argumentando que “necesita silencio sin rumor de comunidad para su estudio y que el matrimonio afirma, le implicaría estar sometida a la voluntad de un hombre”.

El mayor deseo de Sor Juana: “Estudiar más para ignorar menos”.

Octavio Paz ha señalado el limitado margen de acción de la mujer en el orden colonial novohispano , al afirmar que la única posibilidad con que contaba, para penetrar en la cerrada cultura masculina, residía en “deslizarse por la puerta entreabierta de la Corte y la Iglesia”: Sor Juana incursionó en ambos espacios.

Una mujer no podía entrar en la Universidad, debía estar en la Iglesia. Sor Juana primero entró en la Corte y luego va a la Iglesia.

Sor Juana tiene la protección de los Virreyes, está reconocida por Los Arcos Triunfales, le publicaron sus obras, pero paralelo a esto hay un deterioro de su imagen porque empiezan las críticas, le critican las lecturas profanas, se la cuestiona que por qué siendo una monja sigue escribiendo para el amor terrenal, lo lógico sería que escribiera para Dios.

Una de las críticas que recibe es la del Obispo de Puebla, le hace una reconvención y le dice que tiene que dejar de escribir, que tiene que renunciar y que debe dedicarse a las letras religiosas, a la fe y a Cristo.

Ella escribe una carta a su confesor Antonio Núñez de Miranda en 1682 que se conoce como la “Carta de Monterrey”, él fue el que la convenció para que profese y la induce a la

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