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"UNA TIERRA QUE NO SE VE Y EN UN SUELO QUE NO SE PISA" (Marco Tobías Cuesta Moreno)


Enviado por   •  25 de Enero de 2015  •  2.052 Palabras (9 Páginas)  •  697 Visitas

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“UNA TIERRA QUE NO SE VE Y EN UN SUELO QUE NO SE PISA” (Marco Tobías Cuesta Moreno)

“Vivir es lo más raro de este mundo, pues la mayor parte de los hombres no hacemos otra cosa que existir” (Oscar Wilde. s.f.). Es lamentable saber que aun en este siglo el departamento del Choco sea poco, por no decir nada, conocido por muchos hermanos y compatriotas de la Republica de Colombia. Pero, como si esto no fuese poco, la indudable discriminación hacia esta tierra por los gobernantes de su país naciente, es aun más doloroso que la presencia ausente de su existencia en las conciencias Colombianas.

Precisamente es esto lo que confirma Marco Tobías Cuesta Moreno en su obra El Chocó Ayer, Hoy y Mañana, esta vez leído y analizado en el prologo de Jorge Mario Eastman y citado para el desarrollo de este ensayo por un grupo de estudiantes del 6to semestre de Administración de Empresas de la Universidad Tecnológica del Choco “Diego Luis Córdoba” en virtud de construir conocimientos propios, con el objetivo de forjar conciencia de la situación de este departamento a través de su historia y con el fin de construir la iniciativa de mejoramiento que necesita.

Marco Tobías Cuesta Moreno, chocoano, abogado de la Universidad Libre (Bogotá) con especialización en Derecho Agrario y Derecho Laboral. Fue abogado de Incora y Registrador Principal de Instrumentos Públicos por muchos años. Periodista, catedrático y dirigente cívico destacado en el Chocó. Ha sido Presidente de la Sociedad de Mejoras Públicas de Quibdó y del Club de Leones de esta ciudad. (banrepcultural. s.f.)

Es necesario mencionar el comentario de Jorge Mario Eastman que hace en su prologo de esta obra dedicada al Choco, sobre el efecto que pude producir en el lector.

… debido a su justa irritación patriótica, el autor olvido al pasar de un hecho psicosocial evidente, a saber: que un tratamiento sistemático y tradicionalmente paternalista hacia una persona o un pueblo entero, por parte de sus dominadores, acaba interiorizándose en la mentalidad individual y colectiva como “pasividad consentida”, y como “espontánea sumisión”. (Eastman, 1986, pág. 10). Este comentario fue muy acertado, ya que durante la lectura del libro los sentimientos emocionales son inevitables.

“Las cosas que vemos y sentimos; no son las únicas que existen... De vez en cuando todos nos hemos sentido melancólicos, tristes, apabullados; pero, estos estados emocionales, por lo general son pasajeros y desaparecen en unos pocos días…” (Ruiz M, 2010-2013, Partes: 1)

Como su nombre lo indica esta obra nos sitúa en tres tiempos el pasado, el presente y el futuro. Como experiencia propia de las escritoras de este ensayo, en el pasado, la primera parte de la obra, El Choco Ayer, que está compuesto por ocho capítulos, se caracteriza por sumergirte en sentimientos de dolor, tristeza y de una la depresión melancólica, aun cuando son pasajeros pues desaparecen al terminar de leer esta parte del libro, fueron notorios tanto para quienes lo experimentaron como para quienes por convivencia natural lo evidenciaron, y como no iba a tener este efecto si el autor Marco Tobías Cuesta Moreno, inicio el libro hablando de la ya conocida historia, pero aun mal recordada, de la colonización de América, la esclavitud de los indios y de los negros de África por parte de España. Aun mal recordada, porque hay un gran vacío histórico, según el libro, y una ignorancia colosal de la participación del Chocó en esta crónica, que comienza desde los mismos pobladores del departamento hasta las tierras vecinas y hermanas de su correspondiente país, esto sin mencionar al resto del mundo que hayan tenido o no participación en este acontecimiento histórico.

“Los españoles vinieron en búsqueda de riquezas. Padecían de una enfermedad en el espíritu cuya única medicina era el oro. Los españoles esclavizaron a los indios para robarles el oro que poseían…” (Cuesta, 1986, pág. 18).

Marco T. Cuesta con gran habilidad hace un recuento sobre el origen, la existencia y la vivencia de los indígenas o aborígenes antes y después de la llegada de los españoles a la tierra que actual mente lleva el nombre de Departamento del Chocó; su supervivencia era destacable, pues además de enfrentarse a la inhóspita selva, convivían con la existencia de quienes practicaban el canibalismo. “…Los indios chocoes, como así todos los del occidente colombiano, son Caribes y penetraron al interior del país…” (1986, pág. 18.).

Cuesta, de una forma muy sutil resalta en un párrafo el gran ingenio de los indios en realizar sus rutas para comercializar con los demás pobladores de América, cosa que este país aun no ha podido concretar, a pesar de estar en el siglo de las vanguardias tecnológicas.

…Se ha especulado mucho que en los últimos tiempos con aquello que de que en Colombia es muy difícil construir carreteras por ser un país de cordilleras y montaña. Sin embargo los indios tenían todo el país surcado de caminos y por ellos transitaban sus productos en forma rápida y casi perfecta. (Cuesta, 1986, pág. 19).

“En el Choco la mayoría de los indios lucharon o huyeron para no dejarse someter…” (Cuesta, 1986, pág. 20). La llegada de los africanos como esclavos surgió por la necesidad de suplir la falta de mano de obra para la producción de oro, pues los indios, morían y desertaban o escapaban.

Tan grande era la avaricia y la necesidad de brazos y tan tentador el metal amarillo que se decidió traer un grupo distinto de seres humanos desde el exótico y desconocido Continente Africano, a través del inmenso Océano Atlántico. Y fue así que en el año 1.600 los españoles efectuaron la primera importación de africanos,… al puerto negreo de Cartagena. (Cuesta, 1986, pág. 21).

El libro, lleva al lector a conocer como era el trato inhumano y como comercializaban con estos seres humanos que para ellos eran solo animales de trabajo. Las lágrimas al leer son una prueba de cómo estos vestigios que el autor presenta llegan a escudriñar de alguna forma el corazón del lector, despertando el dolor de esta tierra por unos momentos.

…a los negros esclavos les obligó a andar en cuadrillas o hatos,...cuando un negrero deseaba comprar esclavos, no se vendían por cabezas, si no, por grupos o hatillos. Este fenómeno dio gran fortaleza y sentido de unidad de estos seres humanos… (Cuesta, 1986, pág. 33.).

Marco T. Cuesta, nos describe todo

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