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ÉPOCA COLONIAL DE AMÉRICA LATINA


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2011  •  4.768 Palabras (20 Páginas)  •  899 Visitas

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ÉPOCA COLONIAL DE AMÉRICA LATINA

(Una nueva Cristiandad) (Siglos XVI-XVIII)

INTRODUCCIÓN

1. Civilizaciones meridianas

En América el hombre europeo encontró dos civilizaciones superiores: la mayo-azteca en México y América Central y la incaica en Perú -en un estado de desarrollo como el del Egipto de la primera dinastía, y aún más primitivas: la «distancia cultural» era entonces, entre el hombre hispánico y los indios de cultura superior, de más de cinco mil años. El resto de Amé-rica era secundario y absolutamente primitivo.

El «núcleo ético-mítico» de estas civilizaciones es hoy bien conocido por la filosofía de la religión. Son comunidades agrícolas (o guerreras en el caso de los Aztecas, por ejemplo), alta-mente sincréticos, donde los dioses católicos (en torno al culto de la Terra Mater y la Luna) se mezclan con los uránicos. En fin, una conciencia antehistórica, en la que el ritmo ritual, la realidad trascendente de los arquetipos divinos regulan, sacralizando, las acciones cotidianas. Los imperios Inca y Azteca se originan en el siglo XV, por lo que al comienzo del siglo XVI,cuando los españoles llegan a América, estas civilizaciones son relativamente jóvenes y el poco tiempo no les ha permitido toda-vía codificar y ordenar adecuadamente su panteón; las teogonías y creencias son heterogéneas, y la reflexión filosófica haría pensar en un muy primitivo comienzo.

2. La civilización hispánica

El pueblo hispánico -parte del europeo medieval- se origina en el fondo racial de los íberos, en la civilización de la provincia romana, convertida después al cristianismo e invadida por los árabes. El español venía luchando desde el siglo IX contra el Islam, y lo hacía con el sentido de las «Cruzadas». Las fronteras de las tierras «reconquistadas» avanzan paulatinamente hacia el sur de la península. En 1492 es tomada Granada, y ese mismo año Colón descubre algunas de las islas Caribe -creyendo que fueran las últimas prolongaciones de las islas Atlánticas.2La estructura del «mundo» intencional del hispano era la del hombre medieval europeo, más ciertos elementos del «mundo»árabe. Uno de estos elementos es esa tendencia a unificar indisolublemente los fines del Estado y de la Iglesia (por otra parte tan Constantiniano y de los Estados Pontificios). Es necesario observar que la doctrina islámica del Califato exigía esta unidad, este monismo religioso-político, pero ese mismo monismo era propuesto por las diversas escuelas regalistas -piénsese en un Marsilio de Padua o en todos los juristas que apoyaban la primacía absoluta del monarca: Enrique VIII en Inglaterra y el absolutismo dinamarqués, por ejemplo, son otros frutos de la misma postura, pero llevada al extremo.

En España existía, entonces, algo así como un «Mesianismo temporal» por el cual se unificaba el destino de la Nación .Lla Iglesia, siendo la Nación hispánica el instrumento elegido por Dios para salvar el mundo. Esta conciencia de ser la Nación elegida -tentación permanente de Israel- está en la base de la política religiosa de Isabel, de Carlos y de Felipe.

3. El sistema de Patronato

La Iglesia en los países ibéricos se fue ligando a la Corona de Portugal y España por la debilidad de los Romanos Pontífices de esa época, y por la política absolutista de los reyes hispánicos. Portugal es el primero en obtener dichos beneficios –desde el siglo XIII-. La situación es la siguiente.

Primero, la Santa Sede reconoce la posesión de Portugal sobre las tierras descubiertas y por descubrir. En segundo lugar dicho poder es exclusivo -sobre todo con respecto al África.

El que procediera de un modo contrario sería objeto de excomunión. En cuarto lugar dicho poder es también económico, es decir, fundamento del colonialismo que nacía lentamente.4 Ade-más, el Papado daba a la corona portuguesa un derecho y un deber, es decir, el jus patronatus5 y el deber de la «propagación

la Fe»6 entre los pueblos descubiertos o arrebatados al poder Sarraceno. Es la primera vez en la historia que el Papado -o la Iglesia- otorga a una nación el doble poder de colonizar y mi-sionar, es decir, mezcla lo temporal y lo sobrenatural, lo político y lo eclesial, lo económico y lo evangélico, produciendo de hecho algo así como una teocracia expansiva y militar -de tipo más bien islámico que cristiano, pero frecuente en la Edad Media. Este equívoco se sitúa como base de toda la empresa Portuguesa y Española de colono-evangelización o de misio-colonización.

Por último, las Ordenes Militares podían constituir como «terri-torium nullius Diocesis» las tierras descubiertas, bajo la protección directa de la Santa Sede, lo que posibilitaba una mayor

libertad.

Habiendo España -Castilla y Aragón-, por su parte, hipertrofiado la tradición goda, había alcanzado poderes ilimitados sobre la Iglesia -un tanto justificados cuando se piensa el desorden que reinaba en Roma-. El sistema de Patronato hispánico tiene sus antecedentes en la Edad Media, pero sus causas próximas fueron la conquista y evangelización de las Islas Canarias(comenzada en 1418), donde se ve ya, por una parte, las donaciones por parte de los Romanos Pontífices en favor de Castilla; por otra, la defensa de los nativos isleños por la Corona; la preparación de misioneros para la empresa -p.e. en Ondorrase creaba un convento especial franciscano para enviar religiosos a Canarias. Sin embargo, aún mayor importancia tiene el Patronato Real sobre la Iglesia de Granada reconquistada definitivamente a los árabes en 1492. La Corona hispánica logró dosbulas: la Provisionis Nostrae (del 15 de mayo de 1486) y la Dumad illam (del 4 de agosto). Los Reyes se reservaban el derecho apresentar los obispos, y permitían su intervención en los beneficios y diezmos de la Iglesia. Granada era el fin de la «Cruzada»,pero al mismo tiempo el comienzo de la expansión hispánica. Por ello las bulas por las cuales el Papa otorga a los Reyes Católicos las nuevas tierras descubiertas (las bulas Inter coetera del Bula de nombramiento de Francisco de Beamonte, primer obispo del TUCUMAN, expedida por Pío V, en 1570 (Archivo General de Indias. Sevilla, Patronato 3, 10, r.l.)

3 y 4 de mayo de 1493 y la Eximiae devotionis del 3 de mayo igualmente) lo hacen con el mismo principio: se otorgan las tierras y habitantes descubiertos para hacerles participar, como miembros de la Iglesia, de los beneficios del Evangelio.La habilidad de Fernando de Aragón fue ganando uno tras otro nuevos beneficios: la presentación de los obispos, la fundación de las diócesis, la fijación

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