ANTROPOLOGIA DEL CUERPO Y MODERNIDAD

El sociólogo y antropólogo francés, David Le Breton (1953) ha dedicado mucho de su estudio a la corporalidad humana, inmergiéndose con varios colaboradores en distintos cursos, disciplinas, espacios y saberes, que contribuyen a su vasta experiencia como catedrático dentro de las Ciencias Sociales para ser el autor de este libro, que le sirvió como base para desarrollar posteriores obras donde detalla a profundidad lo corporal como en sus emociones, los sentidos, y el desarraigo del cuerpo por parte de la sociedad actual.

Le Breton propone al cuerpo como algo más allá de lo biológico, es un fenómeno social y cultural, materia simbólica, objeto de representaciones y de imaginarios; entonces hablamos de un cuerpo que se traduce, construye y reconstruye de acuerdo a el contexto social y cultural del individuo que aprende y hereda, y que sólo a través de éste puede comprender al mundo.

Al relacionar al cuerpo con la modernidad, se presentan varias concepciones articulando lo clásico y tradicional con lo moderno, se utiliza a la etnología como método investigativo par presentar al cuerpo como parte del cosmos, existe una fusión con la naturaleza, como parte de la persona, a diferencia de las sociedad actual que marca una dualidad entre el cuerpo y la persona, modelando un individualismo que pretende ser liberal pero que hace del cuerpo una máquina, un instrumento, lo deshumaniza en nombre del progreso, el conocimiento y de la racionalidad.

Como ejemplo de esto tenemos a la medicina clásica, la cual se a subyugado por la tan anhelada utopía, “la liberación del cuerpo”, de la cual ya hablaba Aldous Huxley en su libro “Un mundo feliz (1932)” cuando las clases gobernantes eran las encargadas de determinar lo que sería la sociedad ideal del futuro apoyándose en la ciencia y en la tecnología, y se ha dividido en disciplinas cada

vez más específicas que se han apartado de una inteligencia general y lo multidimensional, se aprende de modo fragmentado y no en conjunto y prima la idea de un desarrollo infinito, donde la supremacía de hoy para mañana no será suficiente, se mantiene que el cuerpo puede mejorarse continuamente: la salud, la belleza, la juventud y el bienestar son capital social y lo propio de la condición humana puede modificarse a nuestro antojo para así diferenciarnos, el cuerpo es ahora un signo de distinción, y podemos deshacernos de él si no encontramos la “perfección” y si no nos gusta, porque tal vez, no nos parecemos a la modelo de pasarela, porque sufrimos, morimos, envejecemos, enfermamos, y mientras más pobres seamos seremos más imperfectos. La medicina no es objeto social como lo era en la antigüedad cuando el cuerpo, el cosmos y el ser humano se vinculaban, existía una simbiosis y una fusión entre lo que consideramos alma y cuerpo, esencia y existencia, y el sentimiento y la razón.

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