BRINDIS POR LA MODERNIDAD.

[pic 1][pic 2]UNIVERSIDAD NACIONAL “PEDRO RUIZ GALLO”

FACULTAD DE CIENCIAS HISTORICO                                                    SOCIALES Y EDUCACION

ESPECIALIDAD: SOCIOLOGIA

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TEMA:

BRINDIS POR LA MODERNIDAD

INTEGRANTES:

CARRASCO DELGADO AMELIA ROSA

AULA:

22

CICLO:

2016 – I

DOCENTE:

GUEVARA SERVIGÓN, DANTE

LAMBAYEQUE – PERÚ

2016

BRINDIS POR LA MODERNIDAD

Modernidad es la experiencia del espacio y del tiempo, del ser y de los otros, de las posibilidades y los peligros de la vida. Ser modernos es encontrarnos en un medio ambiente que nos promete aventura, poder, alegría, crecimiento, transformación de nosotros mismos en el mundo; y que al mismo tiempo amenaza todo lo que tenemos, sabemos e incluso lo que somos.

La modernidad une a toda la humanidad, pero esta unión es paradójica, porque nos arroja a un remolino de desintegración y renovación perpetua, de conflicto y contradicción.

Es probable que muchas personas experimenten la modernidad como una amenaza radical para su historia y sus tradiciones; sin embargo, ella, con el pasar de los años desarrollo una historia fértil y una tradición propia.

Modernización son los procesos sociales que dan vida al remolino en el siglo xx y lo mantienen en un estado de conversión perpetua, involucra una serie de procesos de transformación social, económica, tecnológica y política.

Modernismo son las visiones e ideas que tiene como finalidad hacer del hombre y la mujer tanto los sujetos como los objetos de la modernización.

El autor divide a la modernidad en tres fases:

PRIMERA FASE: (Principios del siglo XVI a fines del siglo XVIII aproximadamente) Las personas apenas empezaban a experimentar la vida moderna, sin embargo no sabían lo que verdaderamente querían o qué los afectaba, estaban en busca de un vocabulario, tenían poca o ninguna idea de una comunidad moderna, con la que podían compartir sus pensamientos.

En esta primera fase aparece la arquetípica voz de JEAN-JACQUES ROUSSEAU; es el primero en usar la palabra modernista, asombra a sus contemporáneos al proclamar que la sociedad estaba “al borde de abismo” en el principio de cambios profundamente revolucionarios; el torbellino social.

En su novela romántica La Nueva Eloísa, su joven héroe, Saint-Preux experimenta la vida de la ciudad como “un choque perpetuo entre grupos y fracciones, un permanente flujo y reflujo de prejuicios y opiniones en conflicto. Toda la gente está en constante contradicción consigo misma. Saint vive una atmósfera de agitación y turbulencia, mareo y ebriedad, expansión de nuevas experiencias, destrucción de los limites morales y ataduras personales. Esta es la atmósfera en la que nace la sensibilidad moderna.

SEGUNDA FASE: (Se inicia con la ola revolucionaria de la década de 1790 y todo el siglo XIX) Esta fase se inicia con la Revolución Francesa, aparece un gran público moderno; este público comparte la vida de una época revolucionaria que genera trastornos explosivos en todas las dimensiones de la vida personal, social y política. Sin embargo este público aún recuerda como es la vida material y espiritual en un mundo que no es moderno. Sensación que se produce de vivir como en dos mundos al mismo tiempo.

Esta nueva modernidad se desenvuelve en un nuevo panorama altamente diferenciado y dinámico en el que se desarrolla la experiencia moderna en un paisaje de máquinas de vapor, fábricas,  de movimientos sociales masivos que luchan contra las modernizaciones provenientes de arriba, desde un mercado mundial siempre en aumento que lo abarca todo, capaz del crecimiento más espectacular, capaz de todo excepto de la estabilidad y la solidez.  

Todos los grandes modernistas del siglo XIX atacan con ímpetu este medio ambiente y se esfuerzan por destruirlo o hacerlo estallar desde dentro; pero se sienten sumamente cómodos en él.

• El autor menciona en esta fase dos filósofos muy importantes:

KARL MARX; para él, el hecho característico del siglo XIX, es que la “base de la vida es radicalmente contradictoria”. Si bien es cierto, en la vida industrial y científica se ha iniciado una variedad de fuerzas que ninguna época de la historia humana sospechó. También, hay síntomas de decadencia que rebasan con mucho los horrores de los últimos tiempos del imperio romano. Pareciera que la finalidad de nuestros inventos y progresos es dar vida intelectual a las fuerzas materiales y reducir la vida humana a una fuerza material. Marx proclama una fe paradigmática modernista, piensa que deben surgir una clase de “hombres nuevos”, hombres totalmente modernos, que serán capaces de afrontar las contradicciones de la modernidad.

Marx en Manifiesto Comunista dice que todas las relaciones fijas, estancadas, con su antigua y venerable sucesión de prejuicios y opiniones, se desechan, y todas las recién formadas pierden la actualidad antes de cosificarse. “Todo lo que es sólido se evapora en el aire”.

FRIEDRICH NIETZSCHE; según este filósofo las corrientes de la historia moderna eran irónicas y dialécticas. La humanidad moderna se encontró en una gran ausencia, un vacío de valores, y al mismo tiempo con una abundancia de posibilidades.

En Más allá del bien y del mal; Nietzsche observa que hay bastante pusilánimes cuya solución al caos de la vida moderna es dejar de vivir. Pero recalcaba que el individuo le tiene miedo al cambio pero sin embargo las personas deben de afrontar los problemas de la modernidad con entusiasmo para así como pensaba Marx crear una “nueva clase de hombres de mañana y pasado mañana” que tendrán el coraje y la imaginación para crear “nuevos valores” que el hombre y la mujer modernos necesitan para guiar su paso por los peligrosos infinitos en que viven.

TERCERA FASE: (Siglo XX) El proceso de modernización se expande para abarcar todo el mundo, y la cultura mundial del modernismo logra triunfos espectaculares en el arte y el pensamiento. Por otro lado, a medida que el público moderno crece, se divide en multitud de fragmentos. Pierde gran parte de su vitalidad, resonancia y profundidad, y mucho de su capacidad para organizar y dar un sentido a la vida de la gente.

Se considera a la modernidad con un entusiasmo ciego y acrítico, o se la condena con una lejanía y un desprecio olímpico; en cualquier caso se concibe como un monolito cerrado, incapaz de ser moldeado o transformado por el hombre moderno.

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